Juan José Barrientos
La idea que tenemos de un premio se opone a la de racionamiento; el título de esta nota es una especie de oxímoron.
El hecho es que, por extraño que parezca, existe un racionamiento de los premios literarios que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) con otras instituciones o dependencias, y creo que ahora que se ha establecido una Secretaría de Cultura se debe revisar esa política y modificar las bases de las convocatorias a los concursos que de manera rutinaria se emiten anualmente.
Si alguien obtiene una beca del Fonca no puede volver a concursar por esa beca cuando se le termina, sino que debe esperar un año; sin embargo, a los escritores que ya obtuvieron un premio no se les permite volver a concursar por ese premio nunca más, lo que me parece demasiado drástico y excesivo.
Me sorprende que nadie haya protestado ni tratado de cambiar las bases de los concursos.
¿No sería mejor permitir que los escritores premiados vuelvan a concursar después de un plazo de cinco o 10 años?
¿Qué sería de González Iñárritu si en Hollywood tuvieran las mismas restricciones?
Meryl Streep ha ganado el Oscar a la mejor actriz en dos ocasiones, primero por La decisión de Sophie (1983) y luego por el papel de Margaret Thatcher en La dama de hierro (2012). Katherine Hepburn lo obtuvo en tres ocasiones.
Hace unos días me enteré de que J.M. Coetze es candidato por El aprendizaje de Jesús al Man Booker Prize, que ya obtuvo anteriormente por La vida y obras de Michael K (1983) y Desgracia (1999), y unas semanas antes Ken Loach recibió en el Festival de Cannes la Palma de Oro, que ya había obtenido hace unos años, y no es el único, pues hay varios realizadores que también la han recibido en dos ocasiones.
También hay escritores que han obtenido el Premio Pulitzer más de una vez.
Y aquí mismo en nuestro país me enteré hace poco de que Joaquín Gutiérrez Heras tiene en la repisa varios Arieles y varias efigies de la Diosa de Plata que obtuvo por sus composiciones para algunas películas.
¿Por qué se impuso aquí un racionamiento? ¿Por qué se ha mantenido?
El INBA, en realidad, sigue el modelo del Premio Goncourt que no se le puede otorgar a un mismo escritor más de una vez, pero ese premio lo estableció un escritor en su testamento, como el Nobel, y no una entidad estatal.
Hay que recordar, además, que en 1975 se le otorgó a la novela La vie devant soi (La vida por delante o La vida ante sí, como se tradujo en España) de un escritor llamado Emil Ajar, que en realidad era Romain Gary, quien ya había obtenido ese premio por su novela Les racines du ciel (Las raíces del cielo) en 1956 y no podía volver a concursar.
Romain Gary se las arregló para que un sobrino suyo se presentara como Emil Ajar, y la verdad no se supo sino años después.
No obtuvo el Premio Nobel, como soñaba su madre, según cuenta en Les promesses de l’aube, pero es el único escritor que obtuvo dos veces el Goncourt.
Tal vez se requiere que alguien haga algo parecido para terminar con el racionamiento.
Los escritores que ya obtuvieron un premio y no pueden volver a concursar por el mismo, pueden, sin embargo, participar en otros concursos, pero hay que preguntarse si para la literatura es mejor que cultiven varios géneros y no se dediquen a uno solo.
El racionamiento de los premios literarios del INBA es francamente absurdo y no estimula a los escritores, más bien los desanima o los bloquea.
De cualquier modo, ya es hora de revisar las convocatorias que revelan una visión estrecha y anquilosada de la literatura, pues se olvidan algunos géneros que se deberían promover, como las biografías, autobiografías, memorias y relatos de viaje.
El Conaculta publicó una colección de memorias, pero en el INBA nadie se enteró al parecer y no se estableció un concurso para estimular ese género.
En algunos concursos se fijan límites muy reducidos a los trabajos, pues por ejemplo en la convocatoria al Premio de Testimonio “Carlos Montemayor” los textos no deben rebasar las 80 cuartillas.
Y además se insiste en que las obras sean inéditas, aunque es muy difícil que alguien tenga un libro de cuentos o ensayos o incluso una novela y no haya publicado una parte.
Hay que abrir la discusión sobre estos asuntos.