“Es Importante conocer vida y trayectoria de los generadores de la tradición musical veracruzana”, afirmó
Jorge Vázquez Pacheco
Originario de Tlacotalpan, Veracruz, hijo de toda una institución en la música regional (don “Fallo” Figueroa, músico y laudero fundador del grupo Siquisirí, entre otros ensambles), Rafael Figueroa Hernández se considera un estudioso “de muchos sombreros”, aunque su temática principal en la parte académica ha sido la música popular veracruzana.
Su primer libro publicado apareció en 1985, 30 años atrás, lo que habla de una trayectoria consistente y sólida. Recientemente galardonado con la Medalla “Gonzalo Aguirre Beltrán”, en el marco del Festival Afrocaribeño de Veracruz, cuenta con estudios en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, y en la Escuela Nacional de Música, ambas de la UNAM; ha participado como instrumentista en agrupaciones de diferentes géneros que van desde la música clásica (Camerata de la UNAM, Camerata de la Delegación Venustiano Carranza) hasta el rock, el jazz y la música electrónica; fue comentarista de radio, productor y guionista de programas de televisión en torno de la música caribeña, así como autor de numerosos libros sobre el tema.
La inclinación de Figueroa hacia la música popular, el son jarocho y la música afrocaribeña, se dio como resultado de la inexistencia de una orientación en el entorno de la música “de academia”.
Fue entonces que inició la búsqueda sobre la vida y trayectoria de esos músicos y maestros, “la gente que hace la tradición a la que yo sentía pertenecer, y en lo mismo atender la necesidad de que fuesen conocidos”, expresó.
“En la época de la moda en la música folklórica, se decía insistentemente que el folklor debe ser anónimo, pero volteo hacia mi pedacito de patria y sé quiénes generan la tradición; se trata de músicos que tienen su estilo, que han forjado escuela propia, que tienen alumnos y familia.
Don Juan Pólito Baxin es un ejemplo. En la música afroantillana el asunto no es distinto y tenemos a Toña ‘La Negra’, Moscovita, el Negro Peregrino; personas que lejos de ser anónimas imprimieron un carácter por demás personal a su interpretación y dejaron un legado que marcó el sendero para quienes vinieron después de ellos.”
Algo de lo más trascendente que Rafael Figueroa considera en su labor investigadora es el registro bibliográfico sobre personalidades como Julio del Razo, un mulato veracruzano que fue músico de fila en varias orquestas, como la de Pérez Prado, jamás fue director pero tuvo una presencia básica en el desarrollo de la música en Veracruz.
“Es tan importante la historia de los famosos, así como la de quienes no lo fueron”, aseguró. Los volúmenes publicados que registran la labor de Figueroa suman una docena y van desde la semiótica de la música hasta la vida del salsero Ismael Rivera, pasando por las biografías de Luis Ángel Silva “Melón”, Memo Salamanca, Pepe Arévalo, Emilio Domínguez, Celio González o el jaranero jarocho Rutilo Parroquín.
Está por aparecer su investigación sobre la música navideña veracruzana y sus vínculos con los aguinaldos puertorriqueños y las formas venezolanas o de Trinidad y Tobago.
“Muchas manifestaciones musicales, buenas y malas, nos llegan del extranjero pero no conocemos lo que tenemos aquí. Se me retuerce el corazón cuando platico con jóvenes que no saben quién fue Toña ‘La Negra’.
Es grave cuando vemos que los programas de enseñanza ni siquiera mencionan algo en torno de la tradición musical, y que en los festejos escolares se ponga atención a formas absurdas como el llamado pasito duranguense o el perreo. Como sociedad, debemos preocuparnos más por lo que ocurre en las escuelas.”