La Palabra y el Hombre rindió homenaje al poeta
Karina de la Paz Reyes
El poeta, el filósofo, el editor, el amigo, el compañero, Ramón Rodríguez, fallecido en diciembre de 2014, fue el motivo de la reunión que familiares, universitarios y público asiduo a la literatura realizaron el 19 de febrero en la Casa del Lago. Ahí, los presentes asintieron: “Ramón está con nosotros”.
El homenaje in memoriam lo convocó la publicación insigne de esta casa de estudios, La Palabra y el Hombre, pues presentó su edición número 31, con la cual se inaugura una nueva imagen dentro de la Tercera Época, “un rostro nuevo que busca actualizar una de las revistas culturales de mayor prestigio en el país”, como indica su editorial.
Precisamente, en este número rinden “un sincero homenaje” a Ramón Rodríguez, miembro del primero Consejo Editorial de La Palabra y el Hombre y del núcleo fundador de la Editorial de la Universidad Veracruzana.
En la portada está el poeta que en el venidero mayo cumpliría 90 años y en sus páginas hay una breve muestra de su obra, así como textos que lo aluden, autoría de Ángel José Fernández, Brianda Pineda Melgarejo y Diego Salas. En este evento participaron tres poetas y amigos del autor de Desciendo al corazón de la noche: Ángel José Fernández, Jorge Brash y José Luis Martínez Suárez, con la moderación de la editora responsable de la revista, Diana Luz Sánchez Flores.
Se trató de una sesión para recordar a “esa magnífica” persona que fue Ramón Rodríguez, incluso los tres poetas bebieron té de manzanilla en vez de agua (como es costumbre), en alusión a uno de los poemas del homenajeado así titulado “Té de manzanilla”.
Ángel José Fernández, también director del Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias (IIL-L), leyó su texto publicado en la edición número 31, donde expone pasajes de la vida del homenajeado: “Ramón Rodríguez iba a ser un trovador, se preparaba para eso, tan solitario como Pepe Jara, inclusive sin guitarra y armónica. Pronto dejó los resbalones de lo cursi y se tornó, cada día con mayor aplomo, en un poeta menos dramático y melancólico”.
Además, indicó que “el autor siguió su trayectoria creativa pero alteró sus planes cuando, sin comunicarle nada ni pedirle opinión ni permiso, sus amigos Sergio Galindo y Francisco González Aramburu enviaron al taller el manuscrito del que sería su primer libro de poemas: Ser de lejanías (UV, Ficción, 1960)”.
Por eso, comentó Fernández, Cuartel de invierno (UV, Papel de Envolver, Luna Hiena, 1986), fue considerado por Ramón Rodríguez su primer libro organizado, autorizado y definido. El investigador del IIL-L, Jorge Brash, para la ocasión escribió un texto cuyo título es “Ramón, él mismo y el otro”, parafraseando una cita del propio homenajeado.
“Cada día estoy más cerca de su edad, esa edad en que se trasluce el saber que dan los años, los años de darle al azadón. Si por suerte se me diera alcanzar la estatura de sus casi 90, así querría ser: el viejo tres veces joven, sabio, comprensivo, alegre, entusiasta”, leyó con voz quebrantada.
José Luis Martínez, director general del Área Académica de Humanidades, elogió el homenaje a “la figura magnífica” de Ramón Rodríguez, “un hombre que supo vivir, que sabe vivir”. Además, celebró las renovadas páginas de La Palabra y el Hombre, que tienen “11 lustros de tradición e innovación” y habló de los otros contenidos de la edición número 31.
Abundó en los textos “Los nuevos movimientos estudiantiles” de Miguel Ángel Casillas y “El imperio del miedo” de Mario Muñoz, el primero investigador del Instituto de Investigaciones Educativas y el segundo encargado de la dirección de la propia revista La Palabra y el Hombre.
Esta edición también contiene un dossier fotográfico de Alberto Tovalín. Esa noche también se compartieron testimonios y anécdotas vividas con Ramón Rodríguez y se rifaron obras de la colección de libros de poesía Cuartel de Invierno de la UV, cuya creación, en 2012, fue en honor al también llamado “el poeta más joven de México”.