Todo se había manejado con discreción: la iniciativa de crear la colección Cuartel de Invierno, la aprobación de la propuesta por parte de la Comisión de Literatura y del Consejo Editorial en pleno, el proceso de producción de los dos primeros títulos, la circulación de los ejemplares de muestra.
La idea era doble: que, a través de su Editorial, la Universidad Veracruzana le hiciera un reconocimiento en vida a Ramón Rodríguez, uno de los fundadores de la instancia editora y de su revista emblemática La Palabra y el Hombre, así como autor de una obra poética singular —“una arrebatadora lección de tradición y frescura”, en palabras de José Homero—; y que la casa de estudios retomara su vieja tradición de destinar espacios propios a la poesía, tradición que había arrancado desde los lejanos tiempos de la colección Luna Hiena, referente obligado en la historia de las ediciones mexicanas dedicadas a este género literario.
La iniciativa la tomaron Nina Crangle y Rafael Antúnez, amigos entrañables de Ramón, editora y autor de la Editorial, y lectores atentos del género. Ellos presentaron la justificación de la colección (que incluía una propuesta de títulos a editar y una propuesta de diseño —elaborada por Antúnez), establecieron contacto con poetas, ensayistas y traductores para asegurar la alimentación de la colección, y tomaron bajo su responsabilidad la preparación y el cuidado de los volúmenes a publicar.
La colección arrancó con dos títulos: Agenda del libertino, selección de poemas del propio Ramón Rodríguez, con texto de presentación de Marco Antúnez; y Apuntes para un blues, selección de lecturas y poemas para Ramón, con presentación de José Luis Martínez Suárez y textos de autores como José de la Colina, José Luis Rivas, Jorge Fernández Granados, Ernesto Herrera, Víctor Toledo, Jorge Brash, Ángel José Fernández, José Homero, José Luis Cabada, Camila Krauss, Darío Carrillo y Rodolfo Mendoza.
Todo este trabajo de meses se manejó con discreción. La intención era darle una sorpresa a Ramón. Con los primeros ejemplares ya en la Editorial, se consideró que la persona indicada para encabezar el reconocimiento, hablar de la colección y hacer entrega de los dos primeros títulos al poeta era Raúl Arias Lovillo, entonces rector de esta casa de estudios. Arias Lovillo aceptó con gusto la invitación. Con gusto también la recibieron Isabel y Natalia, hija y nieta de Ramón. El día señalado, el rector llegó a las oficinas de la Editorial y subió directamente a la planta alta. Ahí esperó unos minutos, hasta tener la seguridad de que Ramón ya se encontraba en la planta baja, el área de los editores. Ya con esa certeza, bajó, saludó uno por uno a todos los miembros del departamento (diseñadores, formadores, editores…), les pidió su atención, se dirigió directamente al escritorio de Ramón y tomó la palabra.
El reconocimiento fue un acto sencillo, sin protocolos de ninguna especie —republicano, diría Antúnez. Arias Lovillo fue el único, breve y directo orador. Habló de la trayectoria y las aportaciones de Ramón a la Editorial, de su obra como poeta y traductor, de lo que su persona significaba para una de las instancias más representativas de la Universidad Veracruzana. Dijo que, en reconocimiento a esa vida, la Editorial creaba una nueva colección, destinada a la poesía en sus tres vertientes: como creación, como motivo de traducción, como materia de estudio, y que la misma llevaba como nombre el título de uno de los poemarios de Ramón. Cerró su intervención hablando de los dos primeros títulos para, acto seguido, entregárselos a Ramón.
Sorprendido y emocionado, Ramón recibió los ejemplares. Nerviosa y apresuradamente, revisó la cubierta (negra y con un cuadro de Kersting la de Agenda de un libertino; verde turquesa y con una pintura de Covarrubias la de Apuntes para un blues) y abrió, aquí y allá, los interiores de ambos volúmenes. Cerró las páginas, alzó los libros y, abriendo y cerrando los brazos, agradeció a todos por igual el reconocimiento. Habló brevemente para reiterar su compromiso con la Editorial. Se sentó. Hasta su escritorio llegaron su hija y su nieta, sus compañeros de trabajo y amigos para darle un abrazo y felicitarlo por la colección.
En días pasados, Patricia Maldonado subió a su página de Facebook una fotografía que Marco Tulio Aguilera tomó ese día. De pie y de izquierda a derecha, aparecen Martha Judith Vásquez, Liliana Calatayud, Arturo Reyes Isidoro, Lizeth Pedregal, Angélica Guerra, Aída Pozos, Patricia Maldonado, Leticia Cortés, Ramón Rodríguez (de barba larga y canosa), Nina Crangle (quien abraza a Ramón), Raúl Arias Lovillo, Silverio Sánchez, Jesús Guerrero, Germán Martínez, Rafael Antúnez y Agustín del Moral; en cuclillas, en el mismo orden, están Víctor Hugo Ocaña, Magdalena Cabrera y Guadalupe Marcelo. Creo que es un agradable recuerdo del día en que la UV le hizo un reconocimiento a Ramón Rodríguez, del día en que comenzó a circular la colección Cuartel de Invierno, del día en que Ramoncito se vio rodeado del cariño y el afecto de sus compañeros de trabajo.