Karina de la Paz Reyes Díaz
Los textiles indígenas son parte de la producción intelectual de los pueblos originarios, no son artesanías ni arte popular, destacó Arturo Gómez Martínez, profesor-investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en la conferencia inaugural del Festival Anual de Textiles (Fatex), evento que por primera ocasión tuvo a Xalapa como sede y a Perú como país invitado.
La sede principal del Fatex, que se desarrolló del 30 de marzo al 2 de abril, fue el Centro Recreativo Xalapeño; el evento fue impulsado por estudiantes y egresados de diversas universidades del país, interesados y comprometidos con la revalorización, promoción y conservación del patrimonio textil mexicano.
Un oficio en extinción
Arturo Gómez Martínez, también subdirector del Museo Nacional de Antropología, desarrolló la conferencia “Los textiles indígenas de Veracruz y los procesos culturales”.
Explicó que estas creaciones son parte de la producción intelectual de los pueblos, “no son simples y mal llamadas artesanías, arte popular, manualidades y todas las nociones despectivas que históricamente les hemos adjudicado, son procesos culturales que forman parte de la vida de estos pueblos, desde la época prehispánica, y por eso se han negado a morir”.
El arte textil implica conocimientos de matemáticas, de agricultura, de química, física, teoría del color; nociones propias del arte como la estética, belleza, simetría, diseño, imagen; así como los rasgos de identidad ya sea personal o colectiva de una comunidad.
“Son mitogramas, –códigos de identidad personal y colectiva–, porque cada elemento decorativo, cada forma textil es un elemento que permite la reflexión, hablar de ellos, expresar la cultura. Se pueden contar mitos, historias, expresar la estratificación social, en fin, muchos elementos.”
En el caso de la entidad, refirió, la Universidad Veracruzana Intercultural ha jugado un papel muy destacado en el fortalecimiento de estas identidades y más particularmente en la educación interna de las comunidades. “La valorización se está volviendo a recuperar, porque llevan materias relacionadas con identidad y patrimonio; entonces están haciendo una nueva reflexión de qué son ellos”.
El investigador comentó que en Veracruz hay una gran riqueza textil, sin embargo está mal atendida y acompañada por las instituciones gubernamentales competentes: “Hay un desconocimiento total de nuestras etnias y mucho menos se ha tenido atención a las artes y tradiciones indígenas. Se conocen superficialmente y siempre se utilizan como una acción folclórica, no hay actos de documentación y fomento hacia el exterior, tampoco fortalecimiento hacia el interior. Sobreviven por sí mismas”.
Precisamente gracias a los procesos culturales de que son parte, es que los textiles sobreviven en varias comunidades diversas. Es más, se trata de técnicas de tejido que vienen de la época prehispánica y otras más que se han enriquecido con aportaciones coloniales.
Entre las comunidades veracruzanas en las que todavía se salvaguarda la elaboración de textiles están varias de la Huasteca y el Totonapacan, en el norte; la sierra de Zongolica en el centro, y Cosoleacaque, Pajapan, Mecayapan y otras más, en el sur.
Sin embargo, en documentos y códices coloniales citan que Tochpan –hoy Tuxpan– y Cicoac (ubicado entre lo que se conoce como Chicontepec e Ixhuatlán de Madero) eran centros productores de mantas muy finas e incopiables, que incluso se podían cotizar como moneda. También asentaron que Cotaxta y Tlalixcoyan eran importantes centros productores de algodones pigmentados de manera natural, que se exportaban al centro de México.
“Desafortunadamente no queda nada ello, el único rastro es el quexquémitl totonaca de San Pedro Tziltzacuapan y (la prenda de) las tepehuas de Pisaflores”, lamentó.
En Veracruz, dijo a manera de comentario, predominaba la elaboración de prendas de manera doméstica, y las madres eran las encargadas de tejer y vestir a la familia, mientras que las abuelas y las niñas apoyaban con la elaboración del hilo de lana o algodón. También está documentado que en pueblos del norte de Veracruz y su zona limítrofe con Hidalgo y Puebla había obrajes indígenas, sobre todo de mantas, que se distribuían en los mercados.
“Desafortunadamente es un oficio que está por extinguirse, porque ha perdido uso en las comunidades; por otro lado, tampoco se le ha dado el fortalecimiento hacia el exterior. Sumado a ello hay un mal manejo de la noción de diseño aplicado, de cómo transformar las piezas tradicionales a la usanza y gusto de la población citadina. Creemos que el quexquémitl o huipil es feo y lo que queremos transformar al gusto occidental”, insistió el especialista.
En la inauguración del Fatex estuvieron representantes de las instituciones privadas y públicas que apoyaron la realización del evento: Bernardo Carnall, director de la Fundación Mota-Engil México; Fanny Carrillo Peñafiel, directora de Arte y Cultura de la misma fundación; Esther Hernández Palacios, directora general de Difusión Cultural de la Universidad Veracruzana (UV); Noemí Santa Brito Gómez, directora de Cultura, Educación y Deporte del Ayuntamiento de Xalapa.
Así como Eva Barrientos Zepeda, presidenta de la Comisión Especial de Igualdad de Género y No Discriminación del Órgano Público Local Electoral; Karoli Tello, en representación del Instituto Veracruzano de Asuntos Indígenas; Olga Zaferson Aranzaenz, representante de la delegación peruana; Facundo Pacheco Rojas, director de la Fundación UV, y Miguel Ángel Sosme Campos, voluntario del Fatex y egresado de la UV.
En representación de las mujeres tejedoras estuvo Matilde García Tentzohua, del municipio de Tlaquilpa, Veracruz.
Como parte de la ceremonia inaugural también hubo una intervención musical, a cargo del peruano Boris Villegas y del grupo Ahualizapan.