Jorge Vázquez Pacheco
La realización de uno más de los encuentros internacionales de arpa, presentado ahora en Coatepec, con motivo de los festejos patronales y ante una audiencia calculada en más de dos mil asistentes, remite la atención hacia un logro concretado mediante la suma de diversas instancias. Ello ha sido posible gracias a la labor de los integrantes del grupo Tlen Huicani de la Universidad Veracruzana con la colaboración de autoridades municipales y eclesiásticas.
Lo anterior fue comentado por Alberto de la Rosa, director fundador del Tlen Huicani, ante el logro de un espectáculo atractivo, variado y con presencia de artistas procedentes de otras latitudes, como fueron los casos del ensamble encabezado por el arpista paraguayo Celso Duarte y el colombiano Carlos Quintero con su grupo de música llanera.
Con ellos compartieron escenario los niños de La Casa del Arpa de Coatepec –fundada por Raúl Monge apenas en septiembre de 2015 y que ya muestra extraordinarios avances–, el Ensamble Universitario de Arpas y el grupo Son Cinco con el ballet Che Casasco Danza, además del conjunto encabezado por De la Rosa.
El mismo acontecimiento, efectuado en el atrio de la iglesia de San Jerónimo el 30 de septiembre, funcionó para el reconocimiento a los artistas plásticos de la región, así como a los “arqueros”, los artesanos que manufacturan los arcos florales que adornan los festejos propios de Coatepec.
Son Cinco es un grupo encabezado por el arpista Horacio Martínez –nieto del legendario “Pingüi” Martínez, quien fuera timbalista titular durante muchos años en la Orquesta Sinfónica de Xalapa–, que mostró otras posibilidades del conjunto típico veracruzano al respaldar musicalmente danzas pampeanas (chacareras y malambos) con los malabarismos de las “boleadoras” que el maestro argentino conocido como “Che Casasco” legó en su enseñanza para el grupo que hoy enarbola su nombre.
El Ensamble Universitario de Arpas presentó, además de números diversos, un arreglo de Alberto de la Rosa para el Huapango de José Pablo Moncayo a 10 arpas y con fuga final de son jarocho, todos bajo la dirección de Iván Velasco, actual coordinador de los talleres de música jarocha en la Universidad de Texas en Edimburgo y responsable de la enseñanza de arpa en el Centro de Iniciación Musical Infantil (CIMI).
Desde luego que los atractivos fundamentales habrían de ser Celso Duarte y sus descendientes, establecidos hoy en la Ciudad de México sin descuido del cultivo del arte sonoro procedente del país sudamericano que ha adoptado el arpa como su instrumento emblemático, así como el conjunto de Quintero, representativo de una música enérgica y ejecución filigranesca sobre las cuerdas del arpa, todo ello propio de la región de la Orinoquía que comparten Colombia y Venezuela en la zona conocida como Los Llanos.
Una intachable labor de promoción y coordinación hizo posible este encuentro musical que, al menos en su edición de este año, se despojó de su carácter itinerante ante la escasez de recursos monetarios para concentrarse en el Pueblo Mágico coatepecano.