Katia Escalante
Quien mire la portada del número 42 de La Palabra y el Hombre descubrirá a un robot gris sosteniendo un extraño animal, mezcla entre caballito de mar, camaleón y cangrejo. La mirada del robot parece invitarnos a ser parte de su descubrimiento o a conocer a su pequeño amigo. Si se mira con más detenimiento, el lector hallará que esa ilustración es de Bef y que se trata de un homenaje a Frank Kelly Freas, dibujante de ciencia ficción estadounidense y autor de As he sees it (cuya portada homenajea Bef) o The art of science fiction. Por primera vez, nuestra revista tiene una portada hecha especialmente para ella.
El dossier del más reciente número de La Palabra y el Hombre trata de ciencia ficción y de novela gráfica. En él, el lector puede encontrar la narrativa gráfica de Bernardo Fernández, Bef (Ciudad de México, 1972), en donde un científico se embarca en una misión a otro planeta donde se topará con varias sorpresas (por ejemplo, ¿qué son los extraños animales que parecen destrozarlo todo?). Este fragmento inédito de novela gráfica es un atractivo acercamiento para quien quiera conocer a Bef. Para incrementar la curiosidad sobre este autor e ilustrador, también se incluye una entrevista, realizada por Lino Monanegi. Aquí, Bef habla de sus influencias, como Alan Moore, Ray Bradbury, Stephen King, H.P. Lovecraft, etc. y señala los principales retos que enfrentan los autores de novela gráfica, sobre todo en México. Y es que la novela gráfica todavía es un género relegado en algunas librerías o editoriales; además, tanto ésta como la ciencia ficción son géneros que cuentan con muy poca tradición en México, si bien Bef menciona a algunos escritores mexicanos de ciencia ficción que han quedado en el olvido.
Por supuesto, Bef no podía hablar de su gusto e interés por la ciencia ficción sin mencionar a Frankenstein, el monstruo de Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary W. Shelley. El ilustrador rinde homenaje a esta novela, la primera de ciencia ficción moderna, en su más reciente novela gráfica El instante amarillo. En la sección “Entre libros” se incluye una reseña de esta obra.
Sucede algo paradójico con la novela gráfica, con la ciencia ficción y con la “literatura de la imaginación”, como califica Bef al género fantástico. Si bien en México ninguno de estos géneros literarios tiene una larga tradición, actualmente muchos lectores jóvenes cuentan a Stephen King, Lovecraft, Asimov o Alan Moore entre sus autores favoritos. En ese sentido, La Palabra y el Hombre acierta al poner en circulación géneros tan relegados, porque los reivindica. Aquí se demuestra que la fantasía, la imaginación, la ciencia ficción y la novela gráfica pueden ser objetos de estudio académicos.
¿Qué más se puede encontrar en el nuevo número de nuestra revista? La Palabra y el Hombre hace que los lectores vuelvan a los clásicos, a los que siempre hay que releer. Por eso, en la sección “La palabra”, encontramos un ensayo de Porfirio Carrillo Castilla sobre Arthur Koestler, divulgador de la ciencia, dueño de un pensamiento “totalizador”, según Carrillo Castilla. En efecto, Koestler fue un autor erudito, admirador de la inteligencia humana, pues lo mismo escribió sobre psicología y sexualidad que sobre física de partículas e ingeniería.
Adriana Menassé, en su texto “Shakespeare para el siglo XXI”, nos revela una nueva lectura del Bardo que tiene que ver con el orden cósmico en sus tragedias y con la transmisión de valores que nos permiten vivir con más entereza. Este ensayo nos recuerda cómo los clásicos nos guían en medio de las turbulencias que atravesamos, como faros entre la niebla.
Por otro lado, los lectores no se pueden perder los poemas de dos autores de lengua portuguesa: José Agostinho Baptista y Adriana Lisboa. El texto del primero es una despedida melancólica y los de la segunda nos permiten atisbar sentidos poéticos en cosas cotidianas. Sin duda, leer estos poemas nos permite descubrir nuevos autores o modos de ver la vida.
La sección “Estado y sociedad” ensaya sobre la construcción de la identidad a través del género y de la nacionalidad. Estos textos nos recuerdan que la identidad de una persona se va modificando con el paso del tiempo. Así, en “El género de hoy ya no es como antes”, de Silvia Susana Jácome, se relata cómo se concebía el género de una persona hace dos generaciones frente a cómo se percibe hoy. Por otro lado, en “El Estado como testigo”, de Violeta Chávez, encontramos una muy interesante historia de los pasaportes y de otros documentos que servían para probar la identidad de una persona en países ajenos al suyo.
El número 42 de La Palabra y el Hombre tiene textos sobre autores clásicos y noveles. Se habla de Shakespeare, Koestler e Ivanhoe, pero también de la velocidad de las vanguardias y de Bob Dylan. La perennidad de los clásicos y la ansiedad de las vanguardias nos permite pensar de forma crítica en nuestro tiempo, que, como escribió Charles Dickens, “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos”.