Paola Cortés Pérez
Zorba el griego, de Nikos Kazantzakis, es un himno y un canto a la vida, consideraron Esther Hernández Palacios, directora general de Difusión Cultural de la Universidad Veracruzana (UV), el editor Rodolfo Mendoza Rosendo y Selma Ancira Berny, traductora del libro.
La presentación del texto se realizó en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de Xalapa, el viernes 2 de diciembre.
Selma Ancira contó que su relación con Zorba el griego data de muchos años atrás, de su niñez. Recordó que sus padres vieron la película basada en la novela y en las siguientes semanas sólo se habló de los personajes, de la música, de las actuaciones, e incluso compraron el disco con la música de la película, que traía un instructivo para bailar igual que Zorba.
“Recuerdo claramente cuando mi mamá, mi papá, mi hermana y yo, bailábamos en la sala el sirtaki, baile típico de Grecia que se ejecuta generalmente en grupo.”
Años después, mientras estudiaba en Atenas, compró la novela e intentó leerla, pero no entendió nada porque el griego de Kazantzakis es muy avanzado, “se necesita un conocimiento amplio del idioma para leerlo de corrido”.
Su siguiente encuentro con Zorba el griego, relató, fue cuando su editor en Acantilado le llamó para que le ayudara a conseguir un equipo de traductores para la obra de Kazantzakis.
“Me quedé muda, cuando intenté leerlo me dije que algún día lo traduciría, porque es el libro que más me gusta de la literatura universal. Luego le respondí que le conseguiría lo que quisiera, pero que Zorba era mío. El editor me esperó tres años, en los que concluí mis compromisos, para empezar la traducción.”
Mencionó que el título original en griego es Vida y andanzas de Alexis Zorba, pero la película vio la luz antes que la primera traducción, entonces los traductores y editores –por marketing– le pusieron Zorba el griego y como subtítulo Vida y andanzas de Alexis Zorb.
Sobre la traducción, mencionó que fue un trabajo que le llevó año y medio, un reto monumental porque hay palabras que no existen, que el autor inventó, pero que por ello mismo le produjo una gran felicidad. A lo largo de este tiempo sólo tenía como objetivo lograr que los lectores disfruten el libro como lo hacen los griegos al leer a Kazantzakis.
En estos 18 meses, Ancira Berny viajó tres veces a Creta y dos al Peloponeso para conocer y observar cada uno de los lugares mencionados en la novela, también para percibir y respirar los olores y sabores descritos, con la intención de transmitir a los lectores la verdadera esencia de la obra.
En uno de los viajes visitó el monasterio al que se hace referencia, “nos atendió un sacerdote como el que pinta el escritor griego (seboso, maloliente, libidinoso), que era gordo. Nos contó chistes estando en la iglesia más importante del convento, nos hacía reír, era como si hubiera salido de la novela”.
En una de las visitas a Creta, la traductora tuvo la oportunidad de entrevistar durante cinco horas a Walter Lassally, director de fotografía en la película Zorba el griego, encuentro que finalmente se redujo a un video de 10 minutos que fue transmitido durante esta presentación.
Al preguntarle sobre el trabajo del traductor, expuso: “Tengo la idea de que éste debe ir a los lugares mencionados; respirar y percibir olores y sabores; conocer las realidades; todos los detalles de los que habla el autor, porque es una manera de moverse con soltura en el tejido del texto, de otra manera sólo se va tanteando”. A esto le llamo trabajo de campo.
Enfatizó que los traductores son autores del texto en la lengua que escriben, y agregó que lo importante para ello no es que alaben su trabajo sino que el estilo y la esencia de la obra del autor original llegue al público.
“Nosotros trabajamos con palabras, sabemos que cada palabra encierra un universo, pero cuando esa palabra tiene entre cinco o siete equivalencias, sólo al haber vivido y observado los lugares podremos elegir el significado correcto.
”Zorba el griego es un himno a la vida, un despertar del amor por la vida. Cuando la gente termine de leer este libro tendrá ganas de vivir, de disfrutar, de ver la vida cada mañana como si fuera la primera vez, dirá ‘no me importa que no me alaben’.”
En tanto, Mendoza Rosendo explicó que se trata de una novela impresionante que habla de la vida y de la condición humana, “de eso que ha ocupado tanto al hombre que es la razón o el corazón, el pensamiento o el sentimiento, el sentir o el hacer, el vivir o el pensar”.
Con relación al trabajo de Selma Ancira, comentó que lo ha nutrido con su labor como fotógrafa, dando un resultado beneficioso para los lectores.
“La traducción es para toda la vida, algo tiene la traducción que embelesó a Jorge Luis Borge, José Emilio Pacheco, Octavio Paz, Sergio Pitol, José Luis Rivas, entre otros; el traductor desentraña el lenguaje, entiende el código a través de otras lenguas para entender el suyo propio.”