La mayoría de las enfermedades actuales están relacionadas con este fenómeno
Carlos Hugo Hermida Rosales
Para Ana Rosa Moreno Sánchez, bióloga por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y una de las expertas en México sobre comunicación de riesgos y cambio climático, el conocimiento es una fortaleza y jamás una debilidad, por ello es importante que tanto los tomadores de decisiones como la sociedad en general estén informados de los efectos que ciertos fenómenos tienen en la salud.
La investigadora impartió recientemente el taller “Estrategias de educación ambiental sobre vulnerabilidad, riesgo y resiliencia comunitaria” en la Universidad Veracruzana, el cual estuvo dirigido a estudiantes de nivel bachillerato provenientes de las localidades de Tlacotalpan, Cotaxtla y Cardel.
En el taller instruyó a los jóvenes sobre el cambio climático y sus consecuencias, además de capacitarlos sobre qué medidas y acciones implementar ante catástrofes naturales que afecten a su comunidad.
En entrevista para Universo, compartió la manera en que se inició en el estudio del cambio climático y las afectaciones a la salud humana que éste representa, además de dar sus impresiones sobre la importancia de divulgar este conocimiento.
¿Cómo incursionó en el estudio sobre cambio climático y salud humana?
Desde que estudiaba Biología en la UNAM quise incursionar en el área de la ecología humana, fue allí cuando encontré eco en un colega a quien considero mi padre académico, Rodolfo Carcavallo, investigador de origen argentino que realizaba estudios sobre la tripanosomiasis americana, mejor conocida como enfermedad de Chagas, la cual es causada por el protozoario Trypanosoma cruzi, tema en el que enfoqué mi tesis de licenciatura.
Carcavallo me asesoró para ingresar a la Maestría en Ciencias en Ecología Humana, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas, posgrado en el que conocí a Frederick Sargent, pionero en el desarrollo del concepto de ecología humana asociada a la salud, en el que explica cómo los cambios ambientales producto de la acción del ser humano pueden afectar la salud del mismo.
En 1994 Rodolfo Carcavallo me invitó a trabajar en proyectos sobre cambio climático, me aseguró que con mi formación podía incursionar en este ámbito, cosa que hago desde entonces.
¿Actualmente en qué área se desenvuelve?
Soy catedrática de la UNAM, donde imparto la experiencia educativa Salud y Medio Ambiente, que es una materia optativa para estudiantes de los primeros semestres de la Licenciatura en Médico Cirujano. Soy asesora de comunicación de riesgos para la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y para el sector privado. También imparto cursos sobre salud ambiental, comunicación de riesgos y cambio climático.
Además, trabajo como líder en el área de la salud dentro de la Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático (RIOCC), encabezada por España, la cual busca organizar todo un esfuerzo en Iberoamérica para promover investigación y docencia sobre las afectaciones del cambio climático en el ámbito de la salud.
¿Cómo repercute el cambio climático en la salud?
Afecta mucho ya que la mayoría de enfermedades están relacionadas –en mayor o menor medida– con él, a excepción de algunas crónico degenerativas. Todas sus consecuencias, como la contaminación atmosférica y ondas de calor –por mencionar algunas–, tienen un impacto directo en la salud humana y causan muchas y variadas afectaciones como alergias, problemas respiratorios o incluso fallecimientos.
Sin embargo esto no es una problemática simple, ya que se debe desarrollar una capacidad holística para ver la realidad completa; no podemos decir que los problemas de salud ambiental se deben a la “contaminación atmosférica”, existe toda una serie de condicionantes que provocan que esa contaminación tenga distintos efectos en niños, ancianos, mujeres embarazadas o deportistas.
Una visión completa del problema permite trabajar en este tema tan fundamental, ya que en este siglo el mayor riesgo para la salud del ser humano es el cambio climático.
¿Por qué trabajar en este ámbito?
Me gusta tener la oportunidad de proteger la salud de la gente, ya que muchas personas afrontan diferentes riesgos pero no cuentan con la información necesaria para enfrentarlos. En mi trabajo me mantengo a la vanguardia en cuanto a la última información generada, pues me apasiona la posibilidad de conocer cómo nos relacionamos con el medio ambiente y cómo esa relación afecta a la salud humana.
Cuando trabajo en el área de comunicación de riesgos asumo la responsabilidad de informar a las personas, ya que éstas tienen el derecho a adquirir conocimientos en el tema. Quienes laboramos en este ámbito debemos tener la capacidad de transmitir información a la sociedad de una manera clara, congruente y precisa, para que la gente sepa cómo actuar ante un desastre natural. No podemos juzgar a alguien que ante un evento adverso extremo actúa mal, si no sabe cómo protegerse.
La ONU me pidió diseñar un curso sobre comunicación de riesgos, el cual he impartido en toda América Latina y ha tenido un recibimiento maravilloso, lo cual es un gran reto ya que cada país tiene sus propios intereses, condiciones o formas de trabajo. Pese a esto, muchas veces regreso a impartir de nuevo esta capacitación pues los asistentes quedan complacidos y quieren que más personas accedan al conocimiento que comparto.
¿Qué pendientes existen en comunicación de riesgos ambientales y afectaciones a la salud por el cambio climático?
El mayor pendiente es que las autoridades no tengan miedo a difundir información al respecto. Institucionalmente hay un desinterés a la comunicación de riesgo, ya que las diferentes instancias gubernamentales creen que es mejor que la población no esté informada pues así no exige, pero el conocimiento es una fortaleza y jamás una debilidad, ya que por medio de él se pueden lograr grandes cambios en beneficio de la sociedad.
Por ejemplo, cuando impartí un curso en la Ciudad de México sobre comunicación de riesgos ambientales, se tenía un grave problema de contaminación por plomo debido a que las gasolinas usaban este elemento como aditivo antidetonante. Algunos niños que vivían en zonas con amplio tránsito vehicular presentaban problemas neurológicos.
Con base en esta problemática se explicó a los tomadores de decisiones en Pemex porqué debían eliminar el plomo de la gasolina, y fue la primera acción para que esta empresa paraestatal lo hiciera.
A los políticos se les debe hablar sobre comunicación de riesgo y brindar la información de tal manera que vean el beneficio de tomar una acción en ese aspecto. Asimismo, deben implementarse programas para que la sociedad genere conciencia en este ámbito, y así se fomente un mayor compromiso ciudadano e institucional de trabajar los riesgos para la salud.
¿Cómo se deben afrontar los riesgos para la salud derivados del cambio climático?
Las decisiones de política pública deben tomar en cuenta a la salud como prioridad principal, ya que jamás puede obviarse. Los proyectos públicos en los que el tema de la salud está totalmente ausente, muchas veces terminan con un desenvolvimiento caótico.
Por otro lado, el sector salud tiende a ser muy endogámico, los médicos no hablan con ingenieros, químicos ambientales, toxicólogos o biólogos, ya que no los formaron para eso; sin embargo, deben aprender a trabajar con otros profesionales en proyectos en los cuales el eje toral sea la salud.
Hace falta mucho trabajo interdisciplinario y transdisciplinario en el que los involucrados tengan la humildad de reconocer que nadie es experto. Las personas que habitan en el campo son los grandes maestros y es necesario tener modestia para escucharlos, entenderlos y respetarlos; todos poseemos conocimiento y los indígenas y habitantes de comunidades rurales tienen muchísimo.
¿Qué papel juegan las universidades en la comunicación de riesgos ambientales y de la salud?
Las instituciones de educación superior en el país aún tienen una educación muy sectorizada, y dentro del ámbito de la prevención de riesgos ambientales y de la salud, los actores que trabajan este problema –como ingenieros ambientales, abogados o biólogos– son piezas de un rompecabezas que no se llega a armar, ya que no realizan un trabajo en equipo. Al trabajar de forma independiente muchas veces sólo se mueven de manera errática, lo cual hace muy difícil encontrar soluciones.
Las universidades deben tener un enfoque más general y conjuntar una visión integral que indique que no necesitamos ser expertos en algo, sino conocer a los expertos y ponerlos a trabajar juntos.
Además de bióloga, Ana Rosa Moreno Sánchez cuenta con la Maestría en Ciencias en Ecología Humana de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas, en Estados Unidos de Norteamérica (EEUU). Se ha desarrollado profesionalmente en el ámbito de investigación y divulgación en torno al cambio climático y la salud humana en los sectores gubernamental y académico, así como en diversos organismos internacionales.
Es miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 1995, institución que en 2007 –periodo de tiempo en que era presidida por Rajendra Pachauri– fue galardonada junto con el ex vicepresidente estadounidense Al Gore con el Premio Nobel de la Paz.
Actualmente funge como asesora de comunicación de riesgos para la OPS de la ONU y para el sector privado, además de ser catedrática nacional e internacional en salud ambiental, comunicación de riesgos y en cambio climático.