«Es la estructura que nos hace ser lo que somos”
Karina de la Paz Reyes
El cerebro es la estructura más compleja que el hombre conoce en este momento y ninguna enfermedad de éste o del sistema nervioso son curables, por ello es necesario seguir estudiándolo, formando nuevos investigadores y abriendo más entidades científicas abocadas a él. “Lejos de bajar la guardia, hay que redoblar esfuerzos”, porque día a día aparecen más desafíos, sostuvo el neurocientífico Jorge Manzo Denes.
El también coordinador del Centro de Investigaciones Cerebrales (Cice) aclaró que tal escenario es vigente incluso en países líderes en desarrollo científico, como Estados Unidos (EU).
Recordó que en dicha nación el entonces presidente George W. Bush declaró la Década del Cerebro de 1990 a 2000, con repercusiones en todo el mundo, resultado del planteamiento de un grupo de neurocientíficos.
“Estudiar el cerebro no es tan fácil. Es la estructura que nos hace ser lo que somos y, en ocasiones, ni siquiera nosotros mismos nos entendemos desde el punto de vista de la conducta y si no se entienden esas manifestaciones de conducta, mucho menos el mecanismo interno que hay.”
A la Década del Cerebro le siguió el Proyecto Cerebro, que inició en 2014, presentado por el presidente Barack Obama. La iniciativa aspira a tener 10 años de vigencia (algunas fuentes indican 15) y tendrá un presupuesto de 100 millones de dólares. En ella trabaja un equipo multidisciplinario de científicos del mundo público y privado, con el objetivo de decodificar y mapear las funciones cerebrales.
“Eso repercutirá en todos lados, pero los neurocientíficos seguimos pensando que el cerebro y el sistema nervioso nos sacarán más sorpresas, no importan los ceros (el dinero que se destine para su investigación)”, expresó el entrevistado.
“Lo que nosotros hacemos en las comunidades internacionales a las que pertenecemos es insistir en que necesitamos seguir investigando, formando nuevos investigadores y abriendo más lugares de trabajo, porque tenemos un reto verdaderamente fuerte con el cerebro. Lejos de bajar la guardia, hay que redoblar esfuerzos, porque empiezan a aparecer más casos nuevos”, añadió.
Para ejemplificar, comentó que recientemente un grupo de neurocientíficos descubrió que el virus del SIDA es neurotóxico, es decir, “aunque lo mates, los pedacitos siguen afectando neuronas”. Ahí nace una nueva línea de investigación, porque el virus ya no es mortal, pero le está provocando un retraso mental a la persona que lo padece.
Tener un centro o un instituto abocado al estudio del cerebro es una tendencia que va a la alza en instituciones universitarias de México, toda vez que “la estadística nos dice que prácticamente cualquier persona conoce a alguien (familia, amigo o persona cercana) que tiene algún padecimiento neural. De ese tamaño es el problema”.
Tan sólo en la región de Xalapa, Coatepec, Xico y Teocelo está muy presente una patología llamada ataxia espinocerebelar, sin embargo ningún paciente es recibido por las instituciones hospitalarias. “Son patologías escondidas, no es que no existan, es que ya no salen”.
Agregó que existen evidencias científicas que dicen, por ejemplo, que el nivel de metales en la sangre de una persona puede suscitar que sus hijos tengan algún padecimiento neural. “Y todos tenemos estos niveles, porque los coches despiden al aire gran cantidad de plomo que todos respiramos”, comentó el entrevistado.
Además, también está confirmado que si una mujer fuma tabaco, ingiere alcohol o consume otro tipo de drogas durante el embarazo, habrá consecuencias en el producto. Éste podría padecer afectaciones, tal es el caso de retraso mental o epilepsia.
Una historia y un desafío
El origen del Cice se remonta a la historia de Roxana, una niña coatepecana nacida en 1985 y quien fue diagnosticada a los dos años con síndrome de Rett, enfermedad congénita e incurable que afecta en la mayoría de los casos a mujeres. Se caracteriza por la pérdida de las capacidades, es persistente y progresiva.
“La niña lloraba y su desarrollo no reportaba avances; al contrario, retrocedía. Olvidó las cosas que había aprendido, dejó de caminar, hablar y valerse por sí misma. Lo único que permaneció fue un continuo apretón de manos, como si estuviera aplaudiendo.
”En un estado casi vegetativo, dependiente totalmente de su familia, cumplió 15 años y poco después falleció de un paro cardiorrespiratorio, tras vivir 13 años en ese estado devastador”, relata el propio Cice en la sección “Nuestra historia” del portal oficial https://www.uv.mx/cice
El caso de Roxana, “la Mirrus”, como le llamaban sus hermanos por su pequeño tamaño, inspiró a un grupo de académicos a dedicarse al estudio básico y clínico de enfermedades neurodegenerativas.
Manzo Denes agregó que en ese tiempo plantearon que la UV necesitaba tener una dependencia de investigación sobre enfermedades neurales, lo cual salía de los objetivos del Instituto de Neuroetología.
Del caso de Roxana nació el Proyecto Mirrus para el Estudio de Trastornos del Desarrollo y Enfermedades Neurodegenerativas (https://www.uv.mx/mirrus), el cual se convirtió en el Programa de Neurobiología y después en el Cice, que en 2015 cumplirá cuatro años de haberse constituido.
En el Cice tienen las siguientes Líneas de Generación y Aplicación del Conocimiento: Sistema nervioso autónomo; Neuro-oncología; Neurobiología celular y molecular; Fitoquímica; Neurobiología conductual; Biofísica; Neuroquímica; Bioestadística; Neurodegeneración en médula espinal; Fisiopatología de la epilepsia; Generación del ritmo respiratorio, y Dinámica mitocondrial.
En sus inicios, relató el neurocientífico, se dieron a la tarea de buscar posdoctorantes que estaban en el extranjero para integrarlos al Cice; en consecuencia, recibieron alrededor de 50 solicitudes, eligieron algunas y paulatinamente fueron repatriando a esos científicos.
“Ahorita somos 11 investigadores y seguimos teniendo 50 solicitudes de gente que está en el extranjero y se quiere venir a Xalapa, pero es imposible”, comentó.
Ello es muestra de que “la Universidad Veracruzana ya está siendo reconocida por las aportaciones que se están haciendo, aparecemos en los diversos mapas de neurociencias a nivel nacional e internacional”. Tal es el reconocimiento, que investigadores formados en el extranjero y estudiantes que están en EU, Italia, entre otros países, solicitan su incorporación al Cice.
Una vez conformado el Cice, de inmediato formaron un programa de posgrado, el Doctorado en Investigaciones Cerebrales, el cual es directo y lo plantearon así porque al ser un centro de investigación, lo que hacen es formar investigadores y que con ellos se abran nuevas líneas de investigación, sobre todo con las patologías que hay en la región geográfica de influencia.
“Dijimos ‘planteemos un doctorado directo’ y que el alumno de licenciatura que esté interesado vea los objetivos del doctorado y diga si quiere o no ser investigador”, narró el Coordinador del Cice.
Dicho posgrado desde la primera generación fue sometido al Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Conacyt, ingresó y va en ascenso: la primera generación fue de dos estudiantes; la segunda, de 10, y la última, que inició en febrero, es de 20, porque ése es el límite; pero los años antepasado y pasado recibieron arriba de 40 solicitudes.
Una de las acciones que el Cice impulsa al interior del posgrado es la movilidad, y como muestra a la fecha dos estudiantes están en EU y a mediados de año se van otros tres.
Como también ya es tradición, el Cice desarrolla a partir de hoy y hasta el 13 de marzo la Semana Mundial del Cerebro, con el tema de la neurobiología del envejecimiento. El evento, que se celebra simultáneamente en diferentes países, tendrá como sede la Quinta de las Rosas y estará dedicada a los adultos mayores. El programa de actividades puede consultarse en www.uv.mx/semanadelcerebro
Las neurociencias en la Universidad
Manzo Denes explicó que generalmente se habla de dos grandes divisiones de la ciencia: la investigación básica y la aplicada. Para la primera se utilizan modelos animales y en el caso del Cice, por ejemplo, tienen ratas autistas, en las cuales sí se puede entrar al cerebro, ver qué pasa, modificar y a partir de eso generar terapias que ayuden en la ciencia aplicada.
Un tercer tipo de ciencia es la traslacional, y consiste en que investigadores toman lo que están haciendo los de ciencia básica y lo pasan a la aplicada.
“Adaptan lo que se está encontrando en un modelo animal para ver cómo aplicarlo en el humano. Es un puente. Es el área que apenas está resurgiendo y ya hay, por ejemplo, institutos de medicina traslacional.”
El entrevistado explicó que es difícil que un investigador, que lleva su línea de investigación en un modelo animal, se tome tiempo para pasarlo al humano, pues debe haber un equipo abocado a la transversalidad.
“Ése es uno de los objetivos que tenemos a largo plazo en nuestro centro. Yo empecé a incursionar con niños autistas. Soy el primero del centro que empiezo a incursionar con humanos, pero no es un asunto fácil, es más delicado. Esto nos abre otras puertas y a seguir impulsando que necesitamos tener la ciencia básica, la aplicada y un equipo de ciencia traslacional”, concluyó.