La mayor parte de los egresados tienen deficiente formación
Paola Cortés Pérez
Emilio Ribes Iñesta recibió el pasado 22 de octubre la medalla que otorga la Asociación Latinoamericana para la Formación y Enseñanza de la Psicología (Alfepsi), por sus aportaciones y trayectoria en la disciplina. A decir del investigador nacional emérito, se trató de un grato reconocimiento no a su persona, sino a la actitud que ha mantenido a lo largo de los años frente a la enseñanza y a la identidad de la psicología.
En entrevista para Universo, el académico del Centro de Estudios e Investigaciones en Conocimiento y Aprendizaje Humano (CEICAH), la educación superior en México es un desastre, y en especial la enseñanza de la psicología, dado que en las últimas décadas ha crecido indiscriminadamente el número de escuelas que ofrecen programas de licenciatura y posgrados en esta disciplina.
¿Qué significó para usted que la Alfepsi le reconociera su obra y trayectoria?
Siempre un reconocimiento es grato, y como lo comenté en la ceremonia a la que no asistí –la medalla la recibió una becaria en mi nombre–, lo que se reconoce es una actitud frente a la enseñanza y a la identidad de la psicología, más que un mérito personal.
Aparte de las virtudes que me puedan encontrar, básicamente siempre he tratado de ser muy consistente en mi posición acerca de la educación superior y de la enseñanza de la disciplina, y supongo que eso es lo que se reconoce más que otra cosa.
¿Cómo observa a la educación superior en el país?
En México hay muchas razones para decir que es un desastre, como el crecimiento sin planeación de la educación superior desde Echeverría; una gran improvisación del personal docente; se mantienen modelos educativos basados en los criterios de enseñanza, y no en los criterios de aprendizaje; la introducción de los sistemas virtuales ha hecho peor el proceso, lo ha despersonalizado, ha eliminado responsabilidades; el enfoque casi siempre es muy pragmático, o muy informativo, o una mezcla de ambos, entre otros.
A pesar de que hay más recursos, creo que hay menos calidad que hace años en la educación superior.
¿Qué opinión le merece el desarrollo de la psicología en México?
En general la psicología es un desastre no sólo en México. La psicología está aún peor, porque como somos una disciplina sin identidad compartida, hay muchas psicologías. Eso de ser psicología es un invento de la universidad, porque el título de psicólogo que se otorga no quiere decir que la gente que lo tiene haga, piense o crea lo mismo que otras personas que tienen el mismo título, a diferencia de quienes son ingenieros o cualquier otra licenciatura.
Lo que se ha generado es una oferta de estudios de licenciatura y de posgrados sin ningún tipo de rigor, sin ninguna seriedad, sin ninguna capacidad instalada en términos de cómo formar y para qué formar un psicólogo. Tenemos, por ejemplo, más de 400 escuelas en psicología en el país y haciendo cálculos, desde 1965 en adelante, supongo que tenemos más de 100 mil psicólogos egresados, es decir, tenemos un psicólogo por cada mil 200 habitantes, lo cual es totalmente absurdo. Aparte de eso la mayoría de los egresados son gente con muy deficiente formación en todos sentidos.
El problema fundamental es que muchas instituciones siguen considerando a la psicología como una profesión y no lo es. La psicología es como la física, la biología o la química, son básicamente ciencias empíricas con una identidad disciplinar, cuyo conocimiento puede ser aplicable pero no son profesiones como la medicina, la ingeniería, la pedagogía o la administración, son cosas distintas.
Las universidades y los pocos psicólogos en general se comportan como si todos fueran de distintas facetas de una misma disciplina, cuando son disciplinas totalmente distintas que no tienen que ver la una con la otra. Siempre he supuesto que hay alguna de ellas que es la genuina, la que amerita el nombre, y las otras son formas históricas que deberían desaparecer.
Entonces lo que tenemos son ejércitos de pseudoprofesionales que los sacamos en búsqueda de empleo o de ejercicio liberal, pero la gente en general no sabe de qué trata la psicología, entonces cualquier cosa es buena, es un problema muy grave y no se ha resuelto a partir de las universidades.
¿Tendría que hacerse una reestructuración de los programas educativos?
La solución implica no sólo una reestructura a la psicología, también de la mayor parte de las disciplinas o interdisciplinas que se enseñan. Debemos cambiar los modelos profesionales porque ahora lo importante es que se titulen, no sabemos si son buenos o son malos; que los profesores dominen su disciplina y no más capacitación; cambiar el concepto de competencia, que haga referencia a lo que uno sabe hacer en circunstancias específicas para tener resultados específicos.
En general se ha complicado la estructura curricular con los modelos flexibles que son malos. Con lo que hay que acabar es con las aulas, porque la gente no aprende ahí sino en los laboratorios, en los hospitales, en las escuelas, en los lugares donde se ejerce y aprende una disciplina.
El que enseña debe dominar el conocimiento y el aprendiz es aquel que tiene la oportunidad de hacer lo mismo que quien domina el conocimiento, y aprende compartiendo con él el ejercicio de ese conocimiento, no por pláticas, ni por películas, ni por sistemas computacionales de elección o búsqueda de información.
Como uno de los fundadores de la Facultad de Psicología, seguramente ha seguido su desarrollo…
La psicología en la Universidad Veracruzana está muy mal. Fue la pionera en la década de los sesenta al introducir los laboratorios experimentales, los centros de entrenamiento aplicado, para que la gente aprendiera lo que iba a hacer afuera, se aprendía no hablando sino en el laboratorio.
Después, se prostituyó todo el modelo, se generó mucha mediocridad. Lo peor que puede pasar en una universidad es que sus docentes sean egresados de la misma Facultad donde se desempeñan, es un índice de mediocridad total porque es un sistema de autoperpetuación de lo mismo.
En el campo del conocimiento se debe estar abierto y poder aprender de otros, si te encierras en ti mismo es mala señal. Las universidades mexicanas, al igual que las españolas, las francesas, las del mundo latino, son encerradas en sí mismas, son endogámicas, y cuando se perpetúan mucho tiempo surgen las monstruosidades genéticas, es lo que vivimos en la actualidad.
La población desconoce en qué consiste la psicología, ¿debería difundirse más su función?
Lo que pasa es que en la medida en que los psicólogos no estamos de acuerdo en lo que somos, en lo que podemos hacer y en qué fundamentamos lo que hacemos, será muy difícil explicarle a la población cuál es la función de un psicólogo.
El psicólogo podría ser muy útil en los campos de la educación, de la salud, de la organización social y en otros, pero si fuera un psicólogo que pudiera aportar conocimiento original y propio, y ese conocimiento adaptarlo para resolver una parte del problema de la educación.
Pero si los psicólogos no somos capaces de educar a nuestros propios estudiantes, cómo nos podemos atrever a hablar del sistema educativo.
La Alfepsi decía que el caso de Ayotzinapa es muestra de lo mal que está psicológicamente la sociedad, ¿comparte esta opinión?
La sociedad mexicana no está mal psicológicamente, está mal socialmente, es un estado en descomposición absoluta, penetrado por la corrupción desde abajo hasta arriba. Cuando un sistema como Estado –no sólo gobierno también las instituciones: universidades, iglesias, escuelas, empresas– está corrompido, cuando todo el mundo piensa en términos de cómo no hacer correctamente las cosas, cómo evitarlas, cómo saltarlas, cómo ganar más sin el esfuerzo, la simulación, la omisión, la negligencia, el comprar el favor, cuando todo una sociedad funciona así, hablar de si está bien o mal psicológicamente es una idea bizantina, está mal socialmente.
Estamos llenos de pobres, estamos llenos de violencia, lo de Ayotzinapa es una marca más, llevamos más de 100 mil muertos en los últimos ocho años, tenemos más muertos que en la guerra de Vietnam, y la gente se ha acostumbrado y eso es corrupción.
Afortunadamente los estudiantes y los grupos de campesinos están reaccionando, porque es a quienes les está tocando directamente, porque a quienes no se les toca son totalmente insensibles al dolor; es el mismo fenómeno que ocurrió en Alemania “el yo no veo, el yo no oigo, yo no me entero mientras a mí no me toque”.
Lo que pasa ahora es que con esta descomposición del Estado le puede tocar a cualquiera en cualquier momento, entonces ahora reacciona la gente, un poco tarde creo yo. Me comentaba un relojero de Xalapa que la gente vende su alma por un saco de cemento una semana y después permanece en la miseria 50 años, eso es el país y es muy triste.