La activista compartió sus perspectivas sobre la lucha de género en el mundo
“El cambio para una sociedad equitativa debe venir desde la educación”
Hoy en día ser mujer es una declaración de guerra, aseguró
Deseo que las mujeres cuenten sus historias por el placer de contarlas y no para tener el derecho de sobrevivir, como Sherezade”
Su último libro invita a los hombres a luchar contra la violencia de género
Yo maté a Sherezade. Confesiones de una mujer árabe furiosa, es un libro valiente que nos abre los ojos, acaba con nuestros prejuicios y además es entretenidísimo, opinó Mario Vargas Llosa en 2011, sobre esta publicación de Joumana Haddad, poeta, traductora, periodista libanesa considerada una de las mujeres emblemáticas de la lucha contra la violencia de género en el mundo árabe.
Haddad fue seleccionada por la revista CEO Middle East, en marzo de 2014, como una de las mujeres más influyentes del mundo por su activismo social y cultural.
En Yo maté a Sherezade, Haddad rompe la imagen de la mujer árabe sumisa y tradicional –estereotipo que en Occidente justifica el modelo feminista que existe en Medio Oriente– y cuestiona la búsqueda de puentes de comunicación entre el feminismo de Oriente y el de Occidente.
Su más reciente publicación, Superman es árabe, se presentó durante el Hay Festival Xalapa 2014, y después de ésta
Universo tuvo la oportunidad de entrevistarla.
¿Cómo fue que elegiste a la literatura como arma de supervivencia?
Empecé a escribir leyendo, desde pequeña fui una lectora ávida y todas esas cosas que leí en mi infancia me incitaron a escribir a los 10 años de edad, a los 12 descubrí la poesía, me enamoré y quise ser poeta.
Desde que empecé a escribir supe que no me gustaban las prohibiciones y las discriminaciones impuestas a las mujeres, este enojo me impulsó a retarme a mí misma y seguir escribiendo. Asumí como un reto personal hacerme un espacio en el mundo literario porque desde niña vi que la intimidación intelectual es mucho más peligrosa que los ataques físicos, pues se hace de forma más velada.
Con la literatura inicié mi lucha contra la violencia de género, es mi herramienta de supervivencia en este mundo inequitativo. Desde pequeña me di cuenta que vivía en un país violento, en guerra, y me sentía asustada y oprimida; las letras me ayudaban a liberarme, eran mi escape para vivir todo lo que no podía en la realidad. Por eso puedo decir que la literatura me salvó la vida pues gracias a ella descubrí nuevos caminos y horizontes, encontré la esperanza y la conciencia de que podía tener una vida mejor.
¿Por qué hay que matar a Sherezade para resignificar a la mujer?
En mi país el libro de Las mil y una noches, y en particular el personaje de Sherezade, ha sido una figura muy fuerte y positiva de la mujer que utiliza su imaginación y su cultura para salvar la vida.
Pienso que hemos llegado a un momento de nuestra historia en el cual tenemos que dejar de limitarnos a utilizar lo que tenemos como mujeres, como seres humanos, como ciudadanas, para ejercer nuestros derechos básicos; en este sentido, deseo que las mujeres cuenten sus historias por el placer de contarlas y no para tener el derecho de sobrevivir como Sherezade.
En mi país, por ejemplo, ser mujer sigue siendo una declaración de guerra y eso consume las energías de las mujeres en la búsqueda de espacios para su creatividad. Eso también es intimidación intelectual.
¿Por qué ser mujer en el mundo árabe es una declaración de guerra?
Es una declaración de guerra en todo el mundo, no sólo en el mundo árabe, porque todo el planeta es patriarcal y hay muchas injusticias y discriminación hacia las mujeres; entonces decidir vivir de forma activa y no pasiva. Es una declaración de guerra porque en cada momento tienes que luchar contra las personas que te quieren oprimir u ocultar.
¿Desde qué trinchera entonces hay que realizar la lucha de género?
Mucha gente me pregunta que si mi lucha es por una revolución para las mujeres, pero la verdad lo que busco es una revolución del ser humano, que como individuos tengamos la capacidad de respetarnos y ser éticos.
La lucha verdadera es por la dignidad, el respeto y la justicia entre pares, es una tarea de mujeres y hombres y hay que asumirla, sólo así podremos ganar la batalla contra la violencia de género. Es necesario desaparecer esos estereotipos en los que la violencia y la agresión son símbolos de virilidad y la lucha empieza en uno mismo, en las familias, en las escuelas, en todos lados.
¿Cuáles son los muros que has tenido que derribar en tu labor en contra de la violencia hacia la mujer?
Muchos son los desafíos, pero siempre me he concentrado en los resultados, en lo que podía ganar de esa lucha y por eso ahora cuando pienso en mi vida, no veo casi los retos ni los muros, sino todas las batallas que he vencido, las cosas buenas que he hecho y los cambios a los que contribuí.
Creo que difundir el papel de la mujer intelectual del mundo árabe ha sido un paso importante, destacar su rol en el arte, en la literatura, en el cine y en la vida intelectual de nuestras naciones.
¿A qué estereotipos sobre la mujer árabe te has enfrentado en Occidente?
Hay muchos, pero sobre todo esa imagen de la mujer oprimida, débil, que no tiene ningún control sobre su vida y que espera ser salvada. Hay muchas mujeres en el mundo árabe que no tienen nada que ver con ese cliché, merecen
ser vistas y reconocidas; la idea de que necesitan ser salvadas es una idea contraproducente pues cada persona puede salvarse a sí misma y el cambio real en alguien sólo puede venir desde dentro.
¿Consideras que los cambios y revoluciones en el mundo árabe pueden generar una repercusión positiva en
el rol de la mujer?
Todavía no porque no son revoluciones humanas sino religiosas. Necesitamos más tiempo para que los pueblos se enteren de que los poderes autocráticos que han podido combatir son también representados por los poderes religiosos que están ahora en el poder, y no estoy diciendo que es imposible y que no va a suceder, pero necesitamos madurar más para finalmente llegar al cambio en un mundo en el que la religión es un campo muy privado y personal, donde los gobiernos son laicos y ponen al humano antes de cualquier otra consideración.
Quiero dejar claro que cuando hablo de revolución no es que espere que las cosas cambien solas de un día para otro, creo que para lograr cambios profundos en la sociedad es necesario que la revolución venga de la educación. No basta el enojo, no basta la rebeldía, es necesario saber y conocer para poder entender nuestro contexto.
¿Por qué consideras a las religiones como elementos opresores de la mujer?
El problema de las religiones es que su poder es masculino y patriarcal, dejan a la mujer de lado, no la ven como igual. En Europa algunas regiones han superado esto gracias a que han separado la religión de la vida ciudadana, pero hay muchos lugares en los que aún es algo lejano. Hasta entonces no transitaremos a la modernidad.
Uno de los estereotipos que se tienen en Occidente respecto al mundo árabe es que la discriminación hacia la mujer por parte de la religión sólo sucede en el islam, pero ése es un asunto que se da en todas las religiones. No permiten, por ejemplo, que la mujer sea dueña de su cuerpo y decida sobre él, la miran sólo como madre, hija o esposa de alguien, no como un ser independiente.
Las religiones gozan de gran poder porque han sido usadas para controlar a las personas, han matado, torturado y violado a decenas de hombres y mujeres; mucha gente piensa que eso es historia vieja, pero hay lugares donde sigue sucediendo. Esos temas son los que se necesitan visibilizar para generar un cambio y quitarles poder.
¿Por qué elegiste abordar el tema de la masculinidad en tu libro Superman es árabe?
En Superman es árabe escribí sobre los hombres del mundo árabe, esos machistas que conozco en mi región pero que existen en todo el mundo, hombres que son un insulto para el género masculino, que merece más que ser visto solamente como un ser violento. Por eso decidí escribir el libro, para hacer un llamado a los hombres a fin de que se sumen a la lucha contra la violencia de género.
El libro ha tenido éxito porque es un tema mundial, es por ello que a donde voy a presentarlo se acercan hombres y mujeres que se identifican con lo que encuentran en él, esa construcción de masculinidades y feminidades que se pueden encontrar en cualquier cultura del mundo.
En Superman es árabe pongo sobre la mesa el tema de la construcción de la masculinidad, cuestiono el contexto en que el hombre usa su poder físico, económico y político para someter a las mujeres y a otros hombres.
Decidí abordar este tema porque es un problema de fondo en la sociedad, es algo que construimos desde la educación que le damos a nuestros hijos. Yo soy madre de dos varones y he trabajado para generar en ellos un cambio en la forma en la cual asumen su masculinidad, con respeto y tolerancia.
A las nuevas generaciones de hombres es necesario enseñarles que es posible hacer a un lado la presión social que tienen para ser siempre fuertes e infalibles.