Parece que el camino para actuar, legislar y proteger la vida y dignidad de las ciudadanas mexicanas va por otro lado, aseveró la académica
Paola Cortés Pérez
Estela Casados González, profesora de la Facultad de Antropología e integrante del Centro de Estudios de Género (CEGUV), aseveró que la lucha contra la violencia hacia las mujeres ha sido mediatizada por el discurso político y el discurso de Estado, pero en la realidad se ha hecho muy poco para revertirla.
Lo anterior, al ser entrevistada con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, que se conmemora el próximo 25 de noviembre.
La universitaria señaló que el discurso no es congruente con las acciones establecidas a corto y mediano plazo por la legislación, para proteger la vida e integridad de las mujeres en el país.
“Los discursos político y de Estado obviamente tienen relación con un discurso de lo que se considera adecuado respecto a lo que se debe decir acerca de las mujeres y de sus derechos humanos, pero el punto es que en muchas ocasiones no se actúa en consecuencia al discurso. Parece que el camino para actuar, legislar y proteger la vida y dignidad de las ciudadanas mexicanas va por otro lado.”
Ejemplo de ello son las alertas de género activadas por el gobierno federal en varias entidades del país donde se han intensificado los asesinatos de mujeres, y los mecanismos derivados de la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, que tienen como objetivo revertir esta situación.
Sin embargo, indicó, se han topado con un obstáculo: la falta de presupuesto desde el gobierno federal y los gobiernos estatales, para implementar las acciones que implican las alertas de género.
“Sabemos que la violencia deriva de una situación estructural y, por lo tanto, necesita un gran trabajo a largo plazo, pero lo cierto es que ni a corto o mediano plazo se cumplen los objetivos de las alertas, que es la defensa de los derechos de las mujeres.”
Feminicidios en la entidad veracruzana
Desde 2014, Estela Casados junto con un grupo de estudiantes y académicos de la Facultad de Antropología desarrollan el proyecto de investigación “Asesinatos de mujeres y niñas por razón de género. Feminicidios en la entidad veracruzana”, con el objetivo de registrar aquellos casos que acaban con la vida de las mujeres.
“Nos dimos cuenta que era un ejercicio incompleto, que teníamos que registrar todas las violencias en contra de ellas para tener una visión completa: la violencia física, la violencia psicológica, las desapariciones, los homicidios, los feminicidios, todo.”
En estos tres años encontraron que la violencia hacia este sector de la sociedad es multifactorial y está estrechamente relacionada con patrones culturales que fomentan y normalizan la violencia hacia las mujeres, “sólo porque no son consideradas seres humanos, son seres a medio terminar”, mencionó.
A lo largo de esta investigación identificaron algunos factores que han propiciado el incremento de casos de violencia contra las mujeres: el primero, la inserción de las mujeres a la vida laboral y económica, esto es, en la segunda década del siglo XXI tienen más espacios para construirse como seres económicamente productivos, intelectualmente pertinentes y, por lo tanto, pueden contribuir al núcleo familiar.
“Esto vulnera un eje rector de la masculinidad hegemónica que es la función del varón proveedor, quien era el jefe de la familia que podía ordenar y disponer de quienes integran el grupo doméstico, pero ahora ya no es así, esto genera un cuestionamiento social y por ende violencia contra la mujer.”
El segundo factor es el fortalecimiento e intensificación de la delincuencia organizada. Dijo que muchas mujeres –por distintas razones– se han vuelto víctimas del crimen organizado, el cual no está exento de prácticas machistas y misóginas.
Un tercer factor, estrechamente ligado al anterior, es el tráfico de mujeres para el trabajo sexual forzado, el cual se ha convertido en uno de los negocios ilícitos más redituables de la delicuencia organizada.
“Esta situación nos preocupa mucho, porque si bien es cierto que antes no se denunciaba y visibilizaba, si revisamos los archivos de los diarios de la década de los noventa, los homicidios de mujeres estaban publicados en la nota roja.
”Antes se visibilizaba menos pero no estaba tipificado el feminicidio, los factores han cambiado y uno de ellos, el crimen organizado, ha significado la pérdida de vidas de mujeres, pero la violencia contra las mujeres siempre ha existido.”
Violencia, ¿culpa de las mujeres?
Un argumento común para justificar la violencia que infringen los hombres contra las mujeres, es que son ellas quienes han educado y formado a lo largo de varias generaciones a hombres violentos, que no tienen respeto por la integridad y derecho de las mujeres.
Estela Casados opinó que en este argumento hay una impresión social de culpabilizar y revictimizar a las mujeres respecto a la violencia que sufren, cuando lo cierto es que ellas no son las únicas que educan a los hijos e hijas, también lo hace el padre (ausente o no), la calle, la escuela, la política, la televisión, los medios de comunicación, todo el entorno en el que se desenvuelven los seres humanos.
“No podemos endilgarle a la madre, que es un sujeto de primer orden de la sociedad en el desarrollo de nuestras vidas, todas las consecuencias de lo que implica el desarrollo de los hombres violentos, porque también son seres con conciencia que pueden decidir si ejercen o no violencia.”
Reiteró que no puede pensarse y asegurarse que la violencia sólo proviene exclusivamente de la educación que dan las madres, porque ellas también han sido educadas y condicionadas por una sociedad que establece patrones culturales y sociales a seguir.
“No nacemos con este ADN, hay toda una construcción sociocultural que predispone el comportamiento de hombres y mujeres.”
Casados González reconoció que la violencia no podrá revertirse a corto plazo, en tanto sea solapada y fomentada social y políticamente, además son cambios estructurales que requieren de mucho tiempo para poder concretarlos.
Una acción inmediata que podría sentar las bases para ponerle un freno a la violencia, planteó, es a través del fortalecimiento de la participación política de la ciudadanía.
“Tiene que ver con la defensa de los derechos humanos de las mujeres y de los grupos mal llamados minoritarios, tiene relación con el fortalecimiento de la participación política y en torno a la conciencia de no menoscabar los derechos de los y las demás”, finalizó.