David Sandoval Rodríguez
El proyecto “El índice de reserva cognitiva y su relación con la eficacia en el procesamiento cognitivo en adultos jóvenes y adultos mayores”, invita a sumarse a esta iniciativa, dirigida a quienes deseen conocer su coeficiente intelectual y recibir recomendaciones para reducir el impacto del deterioro cerebral.
Vicenta Reynoso Alcántara, académica de la Facultad de Psicología e integrante del Cuerpo Académico (CA) Investigación y Desarrollo Tecnológico en Psicología, es la responsable del proyecto que está en su segunda fase y ha permitido la titulación de dos egresados, así como la impartición de tres seminarios de investigación.
El proyecto está inscrito en el Sistema de Registro y Evaluación de la Investigación (Sirei) y en la segunda fase se han evaluado principalmente a personas entre los 25 y 65 años, por ello es importante evaluar a personas de la tercera edad, explicó la docente.
“En la segunda fase ya contamos con respuestas que son mucho más sensibles como tiempos de respuesta y diferentes tipos de errores, porque estamos aplicando otra prueba, hemos avanzado pero se requieren más participantes”, dijo.
Se espera tener suficientes evaluaciones de adultos mayores para observar posibles diferencias con los primeros resultados, además ya se cuenta con numerosa información publicada sobre el tema y darla a conocer puede favorecer a que las personas tomen conciencia sobre la importancia de llevar una vida activa para la salud mental.
Comentó que en el sitio web https://cognicionactiva.wordpress.com/proyectos/ se dan a conocer los detalles del proyecto y las formas de participación.
Reynoso Alcántara explicó que la primera fase arrojó resultados interesantes ya que dentro de las pruebas que se aplicaron hubo una sobre inteligencia que evalúa cuestiones relacionadas con el lenguaje, el razonamiento viso-perceptivo, memoria de trabajo –capacidad para manipular información– y cuestiones relativas a la velocidad de procesamiento, es decir, una respuesta rápida y precisa a los estímulos.
“Lo que pudimos ver es que el nivel de actividad se relaciona con cuestiones lingüísticas, con el lenguaje, y eso es algo normal que se ha observado desde hace tiempo, es decir, que mientras más años de educación tenga una persona, obtiene un mejor desempeño en las pruebas.
”Vimos también que la realización de diversas actividades se relaciona con la velocidad de procesamiento, mientras mayor es el número de actividades, el número de aciertos se incrementa, esto nos hace pensar que cuando midamos velocidad de procesamiento y tiempos de respuesta obtendremos resultados interesantes”, puntualizó.
Cabe destacar que esta combinación de resultados no se muestra en otras investigaciones.
Primeras investigaciones sobre reserva cognitiva
Hay dos estudios que se dieron a conocer en la década de los ochenta, uno realizado con monjas y otro en una casa de retiro, ambos en Estados Unidos de Norteamérica. Se midieron sus funciones cognitivas, además de recopilar información sobre sus vidas como su profesión y nivel de lectura, o si estaban involucrados en actividades sociales o recreativas.
Cuando fallecieron, ambas poblaciones donaron sus cerebros para la investigación y al analizarlos se encontró que varios individuos tenían deterioro cerebral severo en su estructura, sin embargo la mayoría no mostraba el daño o lo hacia en un corto periodo cercano a su deceso.
“En 1986 David A. Snowdon, de la Universidad de Kentucky, inició un estudio longitudinal en un grupo de monjas pertenecientes a la congregación Notre Dame en Estados Unidos y dentro de los hallazgos más relevantes se reportó un número significativo de casos en los que pese a presentar signos neuropatológicos compatibles con la enfermedad de Alzheimer (EA), las manifestaciones clínicas de las pacientes no eran evidentes”, detalló la entrevistada.
“Snowdon propone que una mayor reserva, formada a lo largo de la vida, puede modular la expresión clínica de las alteraciones cerebrales de la EA, es decir, de cierta forma el grado de reserva podría hacer más resistente al cerebro para enfrentarse al daño neuronal.”
Posteriormente, en 1988, Robert Katzman y sus colaboradores en la Universidad de California (UCLA) reportaron los datos de un estudio postmortem de 137 ancianos residentes de un centro de cuidados especializados.
“Los ancianos habían participado en evaluaciones de su estado mental y funcional, por lo que se tenía un registro de las manifestaciones clínicas que habían padecido; la mayoría había presentado demencia.”
Con base en tales resultados se planteó que las actividades desarrolladas a lo largo de sus vidas sirvieron para solventar los deterioros cerebrales, “aun cuando las redes neuronales ya no están bien, su funcionalidad se mantiene en cierto nivel”.
Participan estudiantes y egresados
Dos estudiantes de la Facultad colaboraron en proyectos paralelos, los cuales sirvieron a su vez para egresar de la licenciatura.
Francisco Javier Ortega Muñoz elaboró un cuestionario para evaluar actividades de esparcimiento, clasificadas por esfuerzo físico, mental y social, y otras como ver televisión, mismas que utilizó para correlacionarlo con algunas habilidades denominadas funciones ejecutivas, en donde evaluó flexibilidad mental y encontró que a mayor esfuerzo en las actividades mejores funciones presentaban los 40 jóvenes participantes.
Eva Gabriela Trejo Becerra elaboró un instrumento para evaluar la relación cognitiva con las relaciones sociales de los universitarios en los rubros de familia, amigos y pareja en jóvenes, así como su correlación con las funciones ejecutivas, hubo resultados tenues y concluyeron que esta relación todavía no es evidente en estas edades.
Un resultado muy concreto fue que el mantener relaciones familiares sanas sí tenía efecto en la función cognitiva.
Beneficios de colaborar en la investigación
La investigadora explicó que a los participantes se les entregará un reporte personalizado y confidencial de las pruebas aplicadas y sus resultados contemplan una evaluación sobre factores de riesgo, además se entrega un reporte del coeficiente intelectual.
Los interesados deberán acudir a dos sesiones de dos horas cada una, donde se les aplicará una prueba estandarizada para la población mexicana.
Para facilitar la recolección de información, mencionó que se logró un convenio de colaboración con el Instituto Nacional de Geriatría, el cual permitirá aplicar el protocolo con sus pacientes.
Recalcó que las evaluaciones son confidenciales y se realizan generalmente en la Facultad, no tienen ningún costo y el reporte final se entrega directamente a la persona por correo electrónico.
Asimismo, a la par del proyecto se han realizado dos seminarios y actualmente uno está en curso, dirigidos a los estudiantes y egresados de la Facultad; el primero abordó la reserva cognitiva, el segundo se enfocó en potenciales relacionados con eventos como medida en psicología porque hay una estudiante de doctorado que está relacionando el nivel de reserva cognitiva con medidas electrofisiológicas en el proceso de memoria de trabajo y atención en jóvenes; el tercer seminario, actualmente en curso, es sobre funciones ejecutivas, contando con la participación de siete estudiantes y un profesor de la Facultad.