Paola Cortés Pérez
La agricultura periurbana se fortalece como una alternativa hacia el mejoramiento de la alimentación y del cuidado ambiental, ante la crisis que en estos rubros viven las grandes ciudades en todo el mundo, afirmó Jaime Morales Hernández, profesor-investigador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO)
. El académico impartió la conferencia “La agricultura periurbana y sus aportaciones a la sustentabilidad regional en la zona conurbada de Guadalajara”, como parte del Seminario Internacional “Soberanía alimentaria y agroecología emergente”. Morales Hernández destacó que en los últimos 50 años, a nivel mundial 800 mil personas –por cuestiones económicas– han sido forzadas a migrar de las zonas rurales a las urbanas.
Lo grave, expuso, es el surgimiento de una nueva categoría que son los “expulsados ambientales”, es decir, aquellas personas que salieron de sus comunidades porque se contaminaron los ríos, se erosionaron los suelos, los bosques fueron arrasados. Indicó que en 2010 se calculaba que había 50 millones de refugiados ambientales, para 2050 se estima que habrá 200 millones.
Jaime Morales resaltó que son más los habitantes urbanos que los rurales, esto llevaría a pensar ¿quién va a alimentar a los millones de personas que viven en las ciudades? ¿Cuál será la calidad de los alimentos? Ante este panorama, mencionó que las grandes urbes tienen que responsabilizarse de producir sus alimentos, captar agua de lluvia y tratar sus desechos.
Hasta el momento, apuntó, sólo han surgido movimientos rurales que plantean una nueva relación entre la agricultura y la naturaleza, es decir, alternativas agrícolas que proponen la producción de alimentos sin deteriorar el medio ambiente, las cuales se caracterizan por ser familiares, sustentables y multifuncionales. Abundó que en América Latina, 70 millones de personas se dedican a la agricultura familiar que representa el 80 por ciento de la superficie agrícola y el 60 por ciento de la producción alimentaria; mientras que a nivel internacional ocupa el 20 por ciento de la superficie cultivable y produce el 50 por ciento de los alimentos.
En cambio, la agricultura industrial sólo produce el 30 por ciento de los alimentos en el 80 por ciento de la superficie agrícola mundial, “se tendría que ser necio, muy mala fe o pagado por el gobierno, para negar el valor de la agricultura familiar”.
Estos nuevos movimientos rurales proponen una agricultura que busca tener mayor disponibilidad de la calidad de los alimentos, más cuidado en los recursos naturales, que cumpla no sólo con la función productiva sino con funciones sociales, culturales, ambientales, que fortalezca los tejidos sociales y ayude en la conservación de conocimiento, concluyó.
Agricultura periurbana La agricultura periurbana se considera una alternativa para el mejoramiento de la alimentación y el cuidado del medio ambiente, enfatizó Jaime Morales.
Definió que “es un punto de encuentro entre lo urbano y lo rural, que nos puede llevar a la sustentabilidad”, pero lamentó que ninguna dependencia gubernamental le preste la importancia que merece, cuando en realidad “es muestra de la pervivencia y continuidad de la actividad agrícola” que genera un patrimonio cultural, material e inmaterial que debe conservarse y transmitir.
Indicó que sus principales aportaciones son: diversificación de fuentes de ingreso, apoyo al abastecimiento alimentario, fortalecimiento de los bancos de semilla, diversificación vegetal y animal, conserva los paisajes y contribuye a la autosuficiencia financiera.
“Es un proceso que debe ser orientado y reconocido desde la multifuncionalidad porque produce alimentos sanos, emplea mano local, genera servicios ambientales, fortalece el arraigo cultural y social, y tiene bajo impacto ambiental.”