«Los alimentos no se deben sustituir por tabletas, cápsulas o grageas»: Ángel Trigos Landa
Karina de la Paz Reyes
Si bien los antioxidantes pueden proteger a las células de los efectos que causan los radicales libres, se debe tener en cuenta que algunas de estas sustancias pueden producir, paradójicamente, reacciones de oxidación. Lo anterior fue confirmado tras un hallazgo científico de Ángel Trigos Landa, director y fundador del Laboratorio de Alta Tecnología de Xalapa (Latex), organismo asociado a la Universidad Veracruzana (UV), e Irene Lagunes, estudiante de doctorado.
«Esperamos que este hallazgo, de alguna manera, se convierta en un ojo de huracán. Pretendemos decirle a la comunidad científica mundial que algunos antioxidantes como el resveratrol pueden ser potencialmente oxidantes, y que si bien sus cualidades pudieran llegar a estabilizar los radicales libres, también pueden causar efectos oxidantes,
al producir oxígeno singulete con la luz», explicó.
La investigación en extenso puede consultarse en Journal of Photochemistry and Photobiology B: Biology (http://bit.ly/1NK9uuI), revista científica de amplia difusión mundial y especializada en fotoquímica. Además, dicha información será presentada en el Congreso Mundial de Antioxidantes en el Instituto Pasteur de París, Francia.
Ángel Trigos aclaró que no se trata de alarmar a la sociedad, pero sí de hacerle saber que hay ciertos suplementos alimenticios cuyos beneficios no son absolutos y que además pueden provocar daños colaterales. «Es posible que cuando tomamos un antioxidante en la mañana, justo antes de ir a la playa para evitar oxidarnos, nuestro organismo reciba un efecto contrario al previsto, es decir, nos vamos a oxidar más».
El científico confía en que a este trabajo se sumarán otros y, probablemente, si esta nueva visión con respecto a los antioxidantes toma fuerza, la Secretaría de Salud y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) «tomen cartas en el asunto», e incluso The Food and Drug Administration (FDA) en Estados Unidos y las entidades equivalentes de la Unión Europea y el resto del mundo.
«Por el momento, los resultados son interesantes y nos ayudan a reflexionar, pero deberán ser asimilados por la comunidad científica. Ojalá que haya puntos de vista favorables y, por qué no, desfavorables; lo importante es que los consumidores cuenten con mayor información para discernir entre lo bueno y lo malo respecto a los antioxidantes.»
En la actualidad existe una cultura del consumo de suplementos alimenticios, especialmente de antioxidantes, ante el supuesto de que son sustancias (muchas de ellas de origen natural) cuyas propiedades estabilizan los radicales libres
y previenen, ante otras cosas, el envejecimiento, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares, explicó Ángel Trigos.
No obstante, añadió, en la literatura científica hay reportes que indican que algunos antioxidantes causan ciertos daños a la salud, por ejemplo, se les ha atribuido ser los causantes de determinados tumores. Con dicho antecedente, en Latex se hizo una reflexión sobre la capacidad de algunos antioxidantes para producir oxígeno singulete (una especie química oxidante no radicalaria), a través de un proceso de fotosensibilización (capacidad de ciertas moléculas de absorber y transferir energía luminosa).
Cabe mencionar que, desde hace más de 15 años, Ángel Trigos trabaja con la fotooxidación del ergosterol como estrategia potencial para combatir ciertos tipos de micosis, es decir, infecciones que se presentan tanto en el ser humano como en animales o vegetales, provocadas por un hongo. Para lo anterior, utiliza ciertos colorantes que le permiten transformar el ergosterol (precursor de la vitamina D y componente de la membrana celular de los hongos) en peróxido de ergosterol y, adicionalmente, éste ha resultado ser un excelente compuesto bioactivo contra el Trypanosoma cruzi, agente causal de la enfermedad de Chagas (http://bit.ly/1yrSS3D).
«Un día nos preguntamos qué ocurriría si en lugar de agregar los típicos fotosensibilizadores coloridos en la fotooxidación del ergosterol, los sustituíamos por algunos de los antioxidantes más conocidos y probábamos si éstos eran capaces de generar oxígeno singulete. Para nuestra sorpresa, observamos que el resveratrol, sustancia ampliamente comercializada y de origen natural puesto que se obtiene de la uva, se ha manejado como la panacea a favor de la salud, esto sin considerar que es capaz de generar oxígeno singulete, es decir, es capaz de ser oxidante en presencia de luz, como la que utilizamos en las casas para iluminarnos cotidianamente».
Por tal motivo, Trigos Landa e Irene Lagunes proponen una nueva clasificación de los antioxidantes: el Tipo 1, que conjunta a los que no producen oxígeno singulete; dentro de este grupo se encuentran el caroteno del tomate, la naringenina de las naranjas y el ácido gálico de la hojas del té. El Tipo 2, que conjunta a aquellos que actúan como fotosensibilizadores y son capaces de generar oxígeno singulete, por ejemplo, el resveratrol (uva), la quercetina (cebolla) y la curcumina (cúrcuma).
El entrevistado aclaró que ambos tipos son capaces de estabilizar a los radicales libres, pero en el caso de los Tipo 2, al generar una especie oxidante no radicalaria, no son antioxidantes absolutos.
«La reflexión es que no todo lo que aparenta ser bueno lo es, ni es malo todo lo que en apariencia lo es. Si nuestra intención es vivir con salud, debemos ser consumistas moderados, estar conscientes de que los alimentos no se deben sustituir por tabletas, cápsulas o grageas; asimismo, deberíamos evitar fomentar en casa el consumo de suplementos alimentarios, que incluso son más caros que los alimentos reales.
No cabe duda de que, en la medida de nuestras posibilidades, la mejor alternativa es optar por una alimentación inteligente.
«Seguramente, a este trabajo se sumarán otros más que servirán para aclarar muchas de nuestras dudas, de manera que aún no podemos confirmar al 100 por ciento que nuestros resultados conduzcan a afirmar que los antioxidantes Tipo 2 son rotundamente malos; solamente estamos diciendo que pueden ser buenos para prevenir o curar algunas enfermedades, pero no tan antioxidantes como se ha dicho hasta este momento.»
Para Trigos Landa lo correcto es contar con la mayor información posible en relación con lo que consumimos, buscar el balance más adecuado para nuestra salud y, de alguna manera, evitar consumir suplementos alimenticios o medicamentos nada más porque sí. «La idea es vivir de manera normal: hacer ejercicio, preocuparnos por nuestra salud y disfrutar la comida saludable, sin recurrir a las tabletas con el supuesto de que éstas hagan lo que no hemos hecho durante muchos años».
El hallazgo tiene impacto social y científico, porque existen intereses económicos de por medio. «En cierto modo, alguien dice ‘¡cuidado!, puede haber efectos colaterales y éstos deben ser estudiados’, advertencia que, sin duda, repercute en la sociedad y en el consumo adecuado de suplementos alimenticios como los antioxidantes», remarcó.
Asimismo, añadió que como miembros de la comunidad científica sienten la responsabilidad de proporcionar más información al respecto, mientras que la sociedad en general debe interesarse y establecer sus propias conclusiones.
El científico aclaró: «No pretendo desacreditar a los suplementos alimenticios; simplemente estoy mencionando que acabamos de darnos cuenta, a través de un test bastante simple, que de acuerdo con la fotooxidación del ergosterol, los antioxidantes en general pueden ser clasificados en dos tipos: aquellos que, además de atrapar a los radicales libres, no funcionan como fotosensibilizadores y no producen oxígeno singulete, y aquellos que atrapan a los radicales libres pero funcionan como fotosensibilizadores y producen oxígeno singulete».
El descubrimiento es una muestra más de la calidad de conocimiento científico que se genera en la UV, concluyó el entrevistado. «Somos una gran comunidad, bastante sensible a las ciencias, a las humanidades, a las artes, y poco a poco hemos ido desarrollando líneas de investigación útiles e impactantes a nivel científico. Muchas veces para hacer investigación no hace falta tener grandes equipos, sino tener sentido común y saber en dónde podemos impactar», dijo.