Jorge Vázquez Pacheco
El especialista en tratamientos de trastornos de conducta alimentaria debe ser como un «hereje», alguien que tenga capacidad para elegir tratamientos y no se deje capturar por un modelo rígido de interpretación de la naturaleza humana ni por una concepción metodológica de la psiquiatría y la psicología, expresó Gloria Cava, doctora en Psicología Clínica y profesora en la Maestría en Resolución de Conflictos en el Aula de la Universidad Católica «San Vicente Mártir» de Valencia, España.
La académica impartió el taller Trastorno de la Conducta Alimentaria en las instalaciones de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información de Xalapa. Ahí definió cuatro «herejías» a las que debe sujetarse el responsable de tratar individuos con esta problemática: la primera, es el apoyo en un modelo terapéutico que permita una intervención real; la segunda, el estudio sobre la situación del sujeto y cómo se puede modificar su conducta; la tercera, asumir la responsabilidad de incidir directamente para obligar al afectado a emerger de su rigidez; la cuarta, indica que «el proceder sigue al pensar».
Aclaró que al hablar del paciente en asuntos de trastornos alimentarios, debemos tomar en cuenta que puede ser un solo individuo o una familia entera.
«La víctima de la anorexia suele ser una controladora y no sólo con relación a lo que come, sino en general. A diferencia de ello, quien es afectado por la bulimia intenta ese mismo control, pero cuando lo pierde recurre al uso de laxantes, ejercicio excesivo y vómito provocado», añadió al definir los males más comunes.
El tratamiento suele ser complejo ya que la incidencia de estos males deriva con frecuencia en la muerte; los factores que los motivan son de naturaleza social, biológica, emocional, psicológica y demás. El tratamiento desde la perspectiva sistémica aborda la atención hacia el individuo, sus relaciones con el mundo, con los demás y consigo mismo; el aspecto que más interesa a los especialistas es la atención a la causalidad circular.
Cuando el tratamiento se enfoca desde el constructivismo, se entiende que habrá de partir de la base de que no existe una realidad única, sino tantas realidades como puntos de vista. Así, lo que define a un buen terapeuta es su capacidad para modificar los puntos de percepción del paciente teniendo en cuenta, como decía Epicteto, que «no son
las cosas lo que nos preocupa, sino la opinión que de ellas tenemos».
De lo mismo se desprende que, más que buscar teorías verdaderas o falsas, buscaremos teorías útiles.
Cava procedió a citar los ángulos de visión de Milton Erickson (1901-1980), psiquiatra y psicólogo norteamericano conocido por sus tratamientos con base en la hipnosis, autor de múltiples métodos innovadores para canalizar aptitudes y capacidades de sus pacientes para el logro de resultados terapéuticos. Además, desarrolló aportaciones elementales en los terrenos de las terapias breve, estratégica y familiar.
La tesis ericksoniana se apoya en que el paciente debe provocar los cambios que él mismo requiere, haciendo uso de sus propios recursos y capacidades. «Cuando ya hemos desarticulado las pautas de conductas fijas y rígidas, el paciente se ve comprometido a reorientarse, a recoger los pedazos de su existencia, reunirlos y tratar de funcionar de una manera totalmente distinta», indicó Cava.
Se trata de terapia que se distingue por sus características totalmente naturalistas, flexible, indirecta pero directiva y, como se ha visto, de utilización de los recursos del paciente mismo.