Claudia Peralta Vázquez
Ansiedad y depresión son las alteraciones psiquiátricas más frecuentes y prevalentes entre la población a nivel general. La primera, ya convertida en patología, tiene un predominio del 12 al 15 por ciento, y la segunda, del 15 al 25 por ciento, además de ser considerada la principal causa de discapacidad por la Organización Mundial de la Salud.
Estos datos fueron aportados por León Jesús Germán Ponciano, estudiante del segundo semestre del Doctorado en Neuroetología, al participar en la Semana Mundial del Cerebro, convocada por el Centro de Investigaciones Cerebrales.
En el auditorio de la Unidad de Ciencias de la Salud, el especialista dictó la ponencia “Ansiedad y depresión: estudios experimentales y perspectivas farmacológicas”, en la que explicó que en ambas patologías existe cierto dimorfismo sexual, dado que las mujeres presentan mayor susceptibilidad a padecerlas, debido a los cambios hormonales que sufren a lo largo de su ciclo de vida.
La alta prevalencia a nivel poblacional ha generado diversos estudios preclínicos y experimentales basados en modelos animales, a través de los cuales se trata de explicar dichas conductas.
Comentó que también ciertos fármacos han sido evaluados: ansiolíticos (benzodiacepinas y diazepam) o ntidepresivos, porque se ha visto que mejoran las respuestas de afrontamiento ante el estrés.
Sin embargo, se acompañan de efectos inconvenientes como sedación, amnesia o retardo psicomotor.
Desde el punto de vista humano, estos síntomas llegan a interferir en su vida y trabajo. Por lo anterior, se han buscado alternativas farmacológicas específicas para poder aliviar los síntomas de la ansiedad.
Germán Ponciano señaló que es erróneo pensar que los trastornos mentales tienen una explicación subjetiva o que sólo están en la mente, pues tienen una base biológica y anatómica en el cerebro.
Cuando es persistente, la ansiedad se torna patológica y afecta la calidad de vida, toda vez que el paciente entra en un estado de inquietud permanente, obsesiva, inexplicable e incontrolable.
Por último, explicó que este padecimiento tiene una interacción cercana con otros trastornos como la depresión o alteración del estado afectivo, caracterizada por la pérdida de interés en las actividades cotidianas en un periodo mínimo de dos semanas.
En este periodo las personas también experimentan síntomas cognitivos y emocionales que ocasionan problemas de concentración, memoria, desesperanza, falta de apetito, peso corporal, pensamientos de culpa, muerte y suicidio.