Karina de la Paz Reyes
«Empecé a trabajar en la Universidad Veracruzana el primero de febrero de 1961, parece una mentira», relató el académico Augusto Mancisidor Ahuja, quien fue uno de los 108 docentes jubilados que la institución galardonó el 14 de mayo, a propósito del Día del Maestro Considerado un ícono de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ), campus Veracruz-Boca del Río, aseguró que ha vivido un feliz «amasiato» de más de medio siglo con la máxima casa de estudios de la entidad.
«Pero uno se tiene que retirar antes de que la edad te gane y comiences a confundir tu nombre o lo que tenías que decir. Te debes retirar cuando tus alumnos te respetan, algunos te quieren, otros te admiran», expresó.
Augusto Mancisidor es oriundo de Tlacotalpan, Veracruz, ahí estudió hasta la secundaria, después ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria Número1 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el Distrito Federal, y posteriormente ingresó a la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la misma institución.
En 1961, recién egresado, llegó al puerto de Veracruz en calidad de trabajador de la Fundación Rockefeller, pero el entonces director y fundador de la FMVZ de la UV, Jesús Tavizón Araiza, lo invitó a integrarse a ésta como profesor.
Así inició su labor académica –paralela a su trabajo en la Fundación Rockefeller–, trabajando por horas en prácticas de parasitología e impartiendo la materia de Genética y Mejoramiento Animal.
«Ahí comenzó mi historia en la Universidad Veracruzana, que se prolongó hasta agosto de 2014, cuando me atreví a dejar la Universidad.
«Mi primera actividad fue participar en una junta académica. La Facultad de Veterinaria no tenía todavía edificio propio y trabajaba en espacios disponibles en la Facultad de Medicina; el director de ésta era Horacio Díaz Correa, quien ofreció el espacio para que Veterinaria empezara a trabajar, lo cual sucedió en 1957.»
Cuando Mancisidor Ahuja llegó ahí, el programa académico estaba en pleno desarrollo, de manera que cada año se creaba un nuevo grupo que requería profesores. «No había examen de oposición como ahora, las personas pasábamos a formar parte del personal académico de la Universidad por invitación», recordó.
«Tuve un gran enamoramiento, un amasiato durante más de medio siglo con mis alumnos, con mi escuela de Veterinaria, con la Universidad. Pasar tanto tiempo en la Universidad Veracruzana no fue de ninguna manera con el objeto de establecer un récord, sino porque era el sitio donde mejor me sentía».
Augusto Mancisidor relató que cuando comenzó a considerar la posibilidad de jubilarse, constantemente posponía la decisión: «Así pasaron dos o tres años. ¿Por qué no me iba? Porque ahí están muchas cosas que quiero, como mi cubículo, mi salón de clases o la relación con los jóvenes, que es tan importante. Estar frente a grupo implica estudiar, mantenerte activo mentalmente, te permite tener tu tiempo ocupado y de pronto la jubilación significa renunciar a cosas que fueron tu vida durante mucho tiempo».
Augusto Mancisidor, quien también dirigió el Área Académica de Ciencias Biológico-Agropecuaria y fungió como director y secretario Académico de la FMVZ, tiene ahora dos metas principales: dedicar tiempo a su esposa –con quien se casó en 1963– y a sus lecturas.
El académico de 76 años de edad comentó que la UV ha tenido una evolución académica notable y expresó: «Aunque la Universidad haya alcanzado un grado de calidad importante, siempre habrá mucho por hacer. Creo que los profesores deben hacer el mayor esfuerzo posible con sus alumnos y con sus proyectos de investigación.
«En cuanto a los estudiantes, es muy importante que aquellos que son aceptados por la institución valoren la oportunidad que ésta y la sociedad les brindan. Si profesores, investigadores y alumnos hacen lo que deben, nuestra Universidad dará un brinco extraordinario.»