Karina de la Paz Reyes
La académica de la Facultad de Biología, Ana María Aguirre Martínez, presentó el tema “Gestión para la implementación de una quesería rural comunitaria en la microrregión de Coyopolan, Veracruz”, en el 1er Simposio “Hacia una red de investigación en ciencias biológicas”, que se desarrolló el 7 de mayo.
Tras una serie de indagaciones, confirmó que el proyecto es viable, confiable y traería beneficios sociales, económicos, tecnológicos y ambientales para aquella zona.
Explicó que la caprinocultura es una actividad tradicional en Coyopolan, comunidad ubicada en las estribaciones del Cofre de Perote, toda vez que las cabras se adaptan a todo tipo de clima y terreno.
Tal recurso brinda la oportunidad de desarrollarse social y económicamente y sin dañar el medio ambiente, pues la comunidad presenta un alto grado de marginación, lo cual orilla a muchos pobladores a emigrar.
“La justificación de este proyecto se centra en elaborar una propuesta de gestión para esta microempresa, que es una quesería rural comunitaria en esta microrregión, para permitir la participación de las familias, es decir, que se genere autoempleo y se mejore el nivel de vida.”
Tres enfoques sustentables que destacó Ana María Aguirre fueron: la pasteurización de la leche, la reutilización de los desechos y el uso de las excretas de las cabras como abono para el suelo y combustible para biodigestores.
“El proyecto tiene viabilidad con altas probabilidades de éxito, porque la demanda no se ha cubierto en cuanto a gusto, preferencia y existencia del producto”, destacó.
Lactosuero de Miahuatlán
Clementina Barrera Bernal, directora de la Facultad, también participó en el simposio con la ponencia “Hacia la prevención de la contaminación por la industria láctea. Caso Miahuatlán”, proyecto que inició en 2009 y concluyó en 2014, con financiamiento de Fondos Mixtos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
“El problema principal es que casi toda el agua de drenaje de Miahuatlán proviene de la industria quesera, y el lactosuero es el que está aportando las mayores porciones”, subrayó.
La investigación se enfocó en principio a la contaminación del río Naolinco por los residuos que genera la industria quesera de Miahuatlán.
Le siguieron el análisis de las opciones de tratamiento, que posteriormente fueron presentadas a los productores y la reutilización del lactosuero para otros productos e industrias, pues “no es un residuo sino una materia prima”.
Todo eso los llevó a diferentes frentes, más allá de la investigación científica, sin embargo el mayor obstáculo fueron los recursos para poner en marcha todas las alternativas. “La parte ruda es la cuestión de la gestión, hay que hablar con los queseros, pedirles permiso, convencerlos, darles los datos, acompañarlos, pero nos atoramos cuando hay que cooperar para hacer las cosas”.
La profesora-investigadora añadió: “La cuestión de la gestión no es nada fácil. Necesitamos primero que la gente reconozca la necesidad; si la gente no está organizada y el grupo no es sólido, tampoco funciona; y si nosotros no tenemos una cercanía con ellos, menos. Si los dejamos ahí y vamos en tres meses a ver cómo siguieron, no habrá resultados”.