David Sandoval Rodríguez
El mundo que conocemos llega a su fin y existe un consenso general, casi total, de que estamos en el final de un ciclo histórico, expresó el activista Gustavo Esteva en la conferencia “El regreso de los comunes y el papel de las universidades” que integró la Cátedra UNESCO “Ciudadanía, educación y sustentabilidad ambiental para el desarrollo”.
Organizado por la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), el Centro de EcoAlfabetización y Diálogo de Saberes (EcoDiálogo) y el cuerpo académico (CA) Estudios Interculturales, el evento tuvo lugar el 28 de septiembre en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) y se transmitió a todas las regiones universitarias.
Existe un intenso debate sobre qué es lo que está terminando, “hay una buena colección de cadáveres pero no se sabe a la postre qué habrá muerto”, dijo.
No obstante, puntualizó que el problema con el capitalismo no son las fábricas, los bancos, el gran capital o los megaproyectos, sino “lo que tenemos dentro y lo que nos hace tener necesidades con una configuración específica creada por el capitalismo”.
Reconoció que existe una gran controversia sobre el concepto commons; hay quienes lo denominan “comunes” como en la conferencia, y hay quienes se resisten porque su sentido es similar a lo corriente y se mezcla con “bienes comunes”, no obstante, esto le añade un sentido económico.
“Algunos preferimos la expresión ámbitos de comunidad, pero tampoco es enteramente satisfactorio porque además hablamos de una diversidad de cosas”, opinó.
Es necesario realizar un enorme esfuerzo teórico de reordenamiento que muestre en toda su riqueza los rasgos diferenciales y las convergencias de esta variada experiencia humana de construcción de espacios de libertad.
“Hace falta saber todo lo posible sobre espacios que están fuera del umbral de lo privado pero que no se definen como públicos, son lo contrario a espacios de circulación pero tampoco son meros refugios, no son formas de propiedad, son de alguna manera entresijos de hombres y mujeres en los que el libre encuentro de maneras de hacer las cosas, de hablarlas, de vivirlas, algo que es un arte, es una expresión de una comunidad al mismo tiempo que oportunidades de creación cultural”, abundó.
Un elemento fundamental de la creación de estos espacios de libertad es la cuestión del género, como plantea el teórico Iván Illich, que está suspendido pero no roto en las comunidades de los pueblos originarios, donde significa algo muy distinto a donde sí está roto y desaparecido: en la sociedad moderna.
Otra de las hipótesis de Illich es que el sustento de los nuevos ámbitos de comunidad que están proliferando en las ciudades es la amistad, porque ésta no tiene un fin ideológico ni un propósito mercantil, su carácter gratuito le permite el surgimiento de una forma de existencia social que es la célula de una nueva sociedad.
Fin de la modernidad, del patriarcado y del capitalismo
Consideró que es posible hablar de “el cadáver de la modernidad”, entendiendo a ésta como el proyecto social que ha tenido como pilares fundamentales a la física newtoniana y al reduccionismo cartesiano, la visión del Estado de Thomas Hobbes y el capitalismo, pilares que han sido desmantelados en el curso del siglo XX.
Cuando se llega a una conciencia clara de que ya no existen, hay desesperación y angustia, algunos acuden al fundamentalismo, es decir, apelan a los fundamentos para apoyarse en ellos.
“Lo que me parece central de nuestra reflexión y está en el corazón de nuestra existencia actual, es la cuestión patriarcal”, señaló; “lo que estaríamos viviendo en este momento es el final de cinco mil años de patriarcado y esta agonía es la que hace a esta mentalidad y a esta forma de comportamiento, particularmente peligrosa, particularmente agresiva; es ahí donde está el motor central de la infinita violencia que nos está acogotando por todas partes”.
El capitalismo es una expresión de la condición patriarcal y desde hace años se dice también que es candidato a “cadáver”, pero su agonía puede durar más de 50 años, añadió.
“Estamos en otra hipótesis y en otro momento: ya ocurrió la muerte del capitalismo y no puede detener y revertir el proceso de su propia destrucción, pero esto no es una buena noticia, esta autodestrucción no es una apertura a la emancipación sino un deslizamiento a la barbarie, no estamos al borde del abismo, ya nos arrojó al abismo y se ve insondable.”
El activista y articulista planteó que en un sentido histórico estricto, el capitalismo ya murió y aunque la mayor parte de lo que se produce sigue este sistema, llegó a un límite interno de existencia.
“Una forma muy simplificada de un argumento tan complejo es decir que estamos viviendo en un mundo de zombis controlados por vampiros: tenemos estas empresas capitalistas en todas partes del mundo que siguen produciendo y teniendo expectativas de ganancias, aunque sus tasas de ganancia caen estrepitosamente y culpan a los bancos, al consumo, a China, y no logran ver que son muertos vivientes; su régimen, su manera de existencia ya murió y no puede seguir adelante”, dijo.
“Arriba de ellos están los vampiros”, agregó, “que no están produciendo nada pero sí toman de las empresas capitalistas toda la plusvalía que generan, y de todos nosotros, todo lo demás. Estos vampiros no podemos llamarlos capitalistas porque es un modo de producción y ellos no están produciendo nada, son un pequeño número de agentes que están teniendo una acumulación sin precedentes, desconocida en la historia por su magnitud y proporción, no le podemos llamar acumulación capitalista aunque retoma algunos elementos fundamentales”.
Además de su límite interno, el capitalismo encontró el límite ecológico; es decir, la propia destrucción causada por él mismo hace que sea físicamente imposible expandirse y se le añade la resistencia social que ha encontrado durante los últimos 30 años en el mundo entero.
“Parece que seguir luchando como luchábamos contra el capitalismo está siendo contra-productivo, ya que era una lucha convencional contra el capital para lograr una distribución más equitativa de los productos del esfuerzo.”
Esteva recalcó que estamos en un momento particularmente grave en algunas regiones como México por “otro cadáver sumamente serio”: el Estado-nación y la democracia, que fueron creados para administrar la sociedad capitalista a partir del Tratado de Westfalia en 1648.
Al parecer las funciones del Estado-nación ya no existen, sus obligaciones eran administrar las economías nacionales para pertenecer al sistema capitalista, mas éstas ya no existen.
Universidades en la trampa de la pertinencia
Respecto al papel que tienen las universidades, Gustavo Esteva dijo que habría que preguntarse si pueden funcionar sin jerarquías, no solamente de maestros y estudiantes, también operativas y administrativas.
Otro fracaso que ahora se reconoce es haber separado el conocimiento en disciplinas y se impulsan esfuerzos de todo tipo para hacer investigación inter y multidisciplinaria, pero la pregunta debería ser si es posible imaginar a la universidad sin disciplinas y sin profesiones.
“Quizá lo más difícil sea recuperar la idea de que el estudio sea la actividad gozosa de personas libres, ¿puede ser eso la universidad, que cada quien aprenda lo que quiera y como quiera? Nos hacemos esta pregunta en un momento en que está teniendo lugar la reforma educativa a nivel mundial, pero en México se realiza con infinita incompetencia y perversidad.”
El ponente comentó que “muchas universidades están decididas a aceptar contratos con las corporaciones y cambiar currículos para que se adapten a sus necesidades y hacerlas pertinentes para el mercado, pero es una trampa mortal, estarán garantizando su extinción, que en realidad de eso se trata”.
Ello se debe a que los gobiernos ya no pueden pagar las facturas en salud y educación, por ello desmantelan esos presupuestos de una manera en que no provoquen la revolución, se trata de fraguar la extinción de la universidad si efectivamente ésta se adapta a las necesidades corporativas.
“Algo terrible que las universidades no quieren ver pero que los estudiantes sí ven con toda claridad, es que la categoría de mayor desempleo en México y Estados Unidos es de los recientemente graduados”, acotó; “un estudio de la UNAM indica que ocho de cada 100 graduados de todas las universidades mexicanas podrán trabajar alguna vez en aquello que estudiaron, nueve de cada 10 nunca van a conseguir empleo en aquello a lo que dedicaron tantos años”.
Algunas universidades y universitarios encuentran que la única opción de supervivencia es un compromiso radical, profundo y completo con la transformación de la realidad, “se trata de que se comprometan con la transformación, que sean actores, en todos los sentidos, de dicha transformación”, concluyó.