Así lo demuestran estudios desarrollados en la Facultad de Medicina de la UNAM
Elizabeth Vázquez Narváez
Los genes pueden hacer más vulnerable a una persona a sufrir adicción, así lo demuestran los estudios que desarrolla Oscar Prospéro García, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien señaló que así como la genética define muchas de las características físicas de cada individuo, también puede influir en cómo responde al uso de drogas.
Invitado por el Centro de Investigaciones Cerebrales (Cice) de la Universidad Veracruzana para impartir un curso a los estudiantes de doctorado, el especialista mencionó que aunque en nuestro país alrededor del 70 por ciento de la población entre los 12 y 65 años consume alcohol, únicamente entre el seis y siete por ciento de ellos se vuelven adictos, lo cual podría explicarse por esta vulnerabilidad heredada, pero también por aquella que el individuo desarrolla a partir de experiencias de vida.
“Los factores ambientales también tienen una influencia determinante en la adicción y pueden inducir a alteraciones enlos circuitos cerebrales; se ha demostrado, por ejemplo, que si un infante sufre algún tipo de maltrato o abandono por parte de los padres, esto tendrá diversas consecuencias en su conducta y desarrollo futuro, entre ellas la vulnerabilidad a la adicción a las drogas.”
Su trabajo de investigación con voluntarios y un modelo animal (ratas), además de la atención clínica a pacientes con adicción, le ha permitido a Prospéro García evidenciar que las personas más propensas a sufrir adicciones son aquellas que sufren alguna enfermedad psiquiátrica como ansiedad, depresión, bipolaridad, esquizofrenia, trastornos del sueño, entre otras.
“Nuestros genes nos ayudan a segregar sustancias a nivel cerebral que nos permiten adaptarnos a circunstancias de estrés, pero esa misma condición nos hace vulnerables. A este fenómeno en el que los genes nacieron bien pero las circunstancias hacen que se ‘porten mal’, le llamamos epigénesis”, explicó.
Por ello, para la rehabilitación se considera indispensable atender la enfermedad de fondo, al mismo tiempo que se trata la adicción; de otra forma, la reincidencia será más probable.
“El tratamiento generalmente implica apoyo farmacológico, terapia, un cambio de ambiente si es posible y, algo muy importante, ejercicio”. Respecto a esto último, el investigador señaló que el ejercicio es una de las formas más efectivas de activar el “sistema cerebral del hedonismo”, pues al practicarlo se produce de manera natural una sustancia que recibe el nombre de marihuanas endógenas o endocannabinoides y que, al igual que las drogas, induce placer.
Además del ejercicio, las relaciones sociales sanas también favorecen la producción de esta sustancia y de otras moléculas como el factor neurotrófico y las morfinas endógenas o endorfinas, que reparan y fortalecen el cerebro. “Así que, teniendo estos recursos, no tenemos por qué recurrir a sustancias que hacen este trabajo pero de una manera artificial”, dijo el investigador.
Asimismo, manifestó su desacuerdo con el consumo de marihuana con fines lúdicos, especialmente entre los jóvenes: “El cerebro adolescente está aún en formación y se ha demostrado que el consumo de drogas como la marihuana puede afectar de manera negativa su desarrollo, específicamente su capacidad de atención y memoria”.
Finalmente, expresó su interés por seguir estudiando la utilidad de esta misma droga con fines médicos, aclarando que la Cannabis sativa tiene alrededor de 400 compuestos químicos y que de éstos, sólo dos principios activos han sido hasta ahora considerados como potencialmente útiles en la medicina.