David Sandoval Rodríguez
Ernesto Ruelas Inzunza, académico del Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada (Inbioteca), ingresó al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), en el Nivel 1, y actualmente trabaja en un proyecto con estudiantes de la Facultad de Biología, así como en otro coordinado por la Dirección General del Área Académica Biológico-Agropecuaria.
En este mes se cumple un año de su ingreso como investigador al Inbioteca, al que previamente había asistido como invitado a impartir cursos y conferencias, ya que formó parte del programa de becarios en repatriación del Conacyt en 2015.
“Por un año se debe cumplir una serie de compromisos de docencia, vinculación, gestión e investigación, que al final se evalúan y se determina la factibilidad de repatriación”, explicó.
Durante 14 años vivió, estudió y trabajó en las universidades Cornell en Nueva York y Darmouth en Nueva Hampshire, en Estados Unidos, así como también en el Museo Field de Chicago en su Departamento de Ornitología.
Actualmente forma parte del Cuerpo Académico (CA) Estructura y Funcionamiento de Ecosistemas Forestales y Agrícolas.
“Había realizado investigación pero no participado en el SNI, entonces hice la solicitud y a pesar de que fue algo complicado se logró el ingreso; por ejemplo, los últimos cuatro años trabajé en un museo grande, donde se hace mucha investigación, pero ahí no se hace docencia y en las universidades no se les exige a los alumnos hacer tesis, es complicado venir de un modelo de desarrollo de la ciencia para entrar a otro distinto y con sus parámetros claramente establecidos.”
Explicó que en las universidades de Estados Unidos son pocos los alumnos que realizan tesis, por lo general se les entrega únicamente el diploma y están graduados, “sólo los estudiantes que tienen los promedios más destacados son requeridos para hacer una tesis, incluso hay posgrados que en México se llaman profesionalizantes que no requieren una tesis”.
Previo a su ingreso en Inbioteca trabajó cuatro años en la región peruana del Amazonas en materia de conservación de aves, además ha publicado libros sobre sus resultados; actualmente prepara su agenda de trabajo en la que lleva a cabo varios proyectos.
Alumnos realizan investigación en campus
Ruelas Inzunza explicó que una de sus alumnas, Gabriela Salazar Rivera, del Doctorado en Ciencias en Ecología y Biotecnología, estudia las redes de frugivoría por aves en el Campus para la Cultura, las Artes y el Deporte, espacio universitario donde existe una red de relaciones ecológicas vasta, además de ser un área urbana con actividad humana en diversos aspectos; “no obstante, existe una red entre pájaros y árboles que producen frutos, y los asisten en la dispersión de semillas”.
La estudiante se encuentra evaluando la relación que existe entre ambos al interior del campus, cuántas especies están involucradas, cómo se desarrollan esas interacciones y quiénes juegan papeles ecológicos importantes porque son abundantes, consumen muchos frutos o son especialistas en una especie en particular y participan en la tarea de dispersar plantas. “Está mirando el problema desde muchas perspectivas y está desarrollando metodologías para determinar el valor nutricional de los frutos, porque queremos saber cuáles serán los beneficios de la relación”.
Asimismo, mencionó que tiene bajo su supervisión a una estudiante de la Maestría en Ciencias en Ecología y Biotecnología, Megan Campbell, quien es la primera estudiante de Estados Unidos en el Inbioteca y la segunda de origen extranjero.
“Ella estudió su licenciatura en la Universidad de Oregon y durante dos años trabajó conmigo estudiando aves migratorias en Veracruz”, apuntó.
En ese sentido, recalcó que esta región es uno de los corredores de aves migratorias más importantes del mundo, incluso para algunas especies es el principal y esto despertó el interés de la universitaria, por lo cual su primer trabajo estuvo relacionado con la migración de gavilanes.
“Ahora se encuentra trabajando un problema muy concreto que es la presencia de contaminantes, plomo y mercurio, en aves residentes y aves migratorias; ella quiere obtener ese comparativo de especies que migran y que no migran y cómo los afectan diferentes contaminantes”, detalló.
Cada contaminante representa diferentes cosas y tiene diferentes patrones ecológicos, explicó; por ejemplo, el mercurio está asociado a la contaminación de sistemas acuáticos, mientras que el plomo está relacionado con la huella urbana y la actividad industrial.
Dicho estudio es importante porque se tiene la percepción de que las aves migratorias provienen de lugares menos contaminados y al llegar a los trópicos, México y Centroamérica, se contaminan, “pero hemos hecho numerosa investigación que demuestra exactamente lo contrario: los espacios donde pasan la temporada invernal tienen niveles de contaminación, que si bien están presentes en los trópicos, son menores a los encontrados en Canadá y Estados Unidos”, aseveró el investigador.
La temporada otoñal reciente efectuaron el primer muestreo con gavilanes y halcones, recolectando muestras de sangre. A la fecha se analizarán dichas muestras bajo la supervisión de toxicólogos de la Universidad Autónoma de Campeche, en el Instituto de Ecología, Pesquería y Oceanografía del Golfo de México (Epomex) y además con John E. Elliot, destacado integrante de la Agencia de Medio Ambiente y Cambio Climático de Canadá, quien mantiene una colaboración con Ruelas Inzunza desde hace dos décadas.
Esta relación de trabajo con el investigador canadiense ha sido muy productiva y comenzó en el año 2000 rastreando halcones peregrinos; actualmente tienen el interés por repetir el estudio para hacer una comparación con los resultados de ambas investigaciones.
Ernesto Ruelas trabaja también con un pequeño grupo de estudiantes del quinto semestre de la Facultad de Biología, con quienes estudia las aves en la ciudad de Xalapa.
“Hemos trabajado en el Parque Natura, en el Campus para la Cultura, las Artes y el Deporte; tenemos año y medio elaborando censos en el campus y tenemos dos transectos fijos que buscamos recorrer dos veces al mes para poder registrar las aves que están presentes. Hemos encontrado cosas bien interesantes; por ejemplo, en el campus hay unas 200 especies de aves y en los transectos hemos encontrado unas 150 especies.”
Con la realización de ambos proyectos se busca cumplir con dos propósitos: el primero, aprovechar la constante presencia de alumnos de Biología y del campus para formar un grupo de trabajo que se mantenga a largo plazo; el segundo, generar un mecanismo para incorporar nuevos profesionales a la investigación por medio de la capacitación y el desarrollo de sus habilidades, por un lado, y la recolección de información con calidad, por el otro.
“Hay muchos proyectos de investigación en el mundo, pero la mayoría son de una duración muy corta. Nosotros queremos tener proyectos de 20, 30, 40 años, haciendo las mismas mediciones a lo largo del tiempo para poder entender cómo cambian los sistemas a largo plazo”, dijo.
Asimismo, relató que en 2016 viajó con tres de los estudiantes de licenciatura al Congreso Norteamericano de Ornitología en Washington, que se efectúa cada cuatro años y en el cual se reúnen ocho sociedades ornitológicas del continente; en esta ocasión contó con dos mil asistentes y sus alumnos expusieron trabajos en las modalidades de cartel y oral.
En ese tenor, mencionó que cuando fue estudiante de la Licenciatura en Biología en la UV, diseñó un proyecto que sigue hasta la fecha sobre aves migratorias en la costa y el año pasado cumplió 25 años de vigencia, aunque actualmente es operado por una asociación civil, Pronatura, que sigue realizando censos de la misma manera, lo cual permite entender las variaciones a largo plazo y se ha convertido en el proyecto de investigación con aves más longevo de América Latina.
En la actualidad Ruelas Inzunza trabaja también en el proyecto de la Administración Portuaria Integral de Veracruz (Apiver), que hará la ampliación del puerto hacia la costa norte y que ha generado polémica porque debe hacerse de una manera ambientalmente compatible, con el menor impacto posible y con compensaciones en otras zonas del sistema.
La Dirección General del Área Académica Biológico-Agropecuaria coordina varios proyectos en este espacio y en su caso, con los investigadores Angelina Ruiz y Rafael Rueda Hernández, del Instituto de Ecología (Inecol), diseñaron un modelo para monitorear aves marinas, aves playeras y aves terrestres, considerando no sólo el polígono del parque arrecifal sino también sus zonas de influencia.
El proyecto está planeado a tres años en los cuales se creará un sistema de monitoreo a largo plazo, centrado en algunas especies o algún método, que por necesidad se van reduciendo y precisando sus objetivos.