Paola Cortés Pérez
Mayra Elena Gavito Pardo, investigadora adscrita al Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Campus Morelia, indicó que si en la producción agrícola queremos aprovechar los beneficios de las interacciones entre las plantas y los microorganismos, conocida como simbiosis micorrízica, es necesario entender las situaciones y ciclos naturales.
Lo anterior, al impartir la videoconferencia «Mitos y realidades del mutualismo», desde la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo a través del sistema de videoconferencias, como parte de las actividades del curso-taller «Ecología y aprovechamiento de microorganismos útiles para la conservación de los bosques», organizado por la Facultad de Ciencias Agrícolas y la Sociedad Mexicana de Simbiosis Micorrízica.
La investigadora explicó que la simbiosis micorrízica es un fenómeno ecológico-evolutivo que se presenta entre hongos y plantas, favorece la colonización terrestre y la diversificación vegetal al facilitar la toma de nutrimentos del suelo, entre otros beneficios.
Gavito Pardo dijo que al momento de aprovechar la simbiosis micorrízica –que se da de manera natural– se puede ocasionar un desbalance ecológico, por ello debe analizarse en qué contexto y escenario aplicarla para crear una situación de balance positivo, donde a la larga las plantas y los hongos salgan beneficiados.
«Si queremos meter la mano en los ecosistemas para reproducir los elementos, lo que debemos hacer es crear los escenarios naturales y hacerlos más parecidos a las condiciones naturales, a fin de llegar a una situación donde exista el mínimo de pérdidas.»
Mencionó que generalmente se tiene la idea de que las asociaciones micorrízicas son funcionales o tienen que ser buenas, pero en realidad las interacciones no siempre tienen resultados positivos y no todos los organismos involucrados son capaces de establecer una simbiosis con un balance positivo.
«Puede ocurrir que tengamos una buena planta que proporcione la suficiente cantidad de carbono a sus simbiontes (hongos), pero éstos no ofrecen las mismas cantidades de fósforo y agua. También puede existir una situación contraria. Las razones para que ocurra esto pueden ser diversas, entre ellas que las circunstancias ecológicas no lo permitan o el hongo es depredado por un organismo fungívoro.»
¿Cómo se puede saber si la simbiosis micorrízica ha sido positiva para la planta? La investigadora de la UNAM señaló que se detecta al medir el éxito reproductivo de la especie, si produce una cantidad considerable de semillas de calidad y con alta capacidad de germinado, si la planta sobrevive y permanece al pasar de los años.
En el caso de los microorganismos es más difícil conocer el balance positivo, pues apuntó que puede medirse a través de las esporas, la producción de cuerpos fructíferos que producen esporomas, la cantidad de propágulos viales (germen, parte o estructura de un organismo, producido sexual o asexualmente), el éxito de la colonización en nuevas plantas, cuánto tiempo se mantiene una especie en el banco de propágulos, entre otras características.
Lo cierto es, destacó, que entre más diversa es la comunidad, hay más diversidad de plantas y hongos, se mantiene con facilidad la retroalimentación positiva, y entonces se tendrá una comunidad saludable porque habrá más combinaciones de plantas y hongos.