Karina de la Paz Reyes
La bibliotecaria Irma Hernández Tapia y el oficial de intendencia Rafael Pratz Montiel sirvieron a la Universidad Veracruzana (UV) por más de 30 años y recientemente recibieron su jubilación. Durante más de tres décadas crecieron a la par de la institución y aprendieron de los mundos que guardan los libros, las aulas, los pasillos y las personas.
La Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) reconoció la trayectoria de 36 años de trabajo de Irma y 31 de Rafael, el 14 de abril. A la ceremonia organizada por las autoridades universitarias acudieron sus compañeros de labor, también integrantes del Sindicato Estatal de Trabajadores al Servicio de la Universidad Veracruzana (SETSUV), familiares y amigos.
Ana María Salazar, directora de la USBI-Xalapa, expresó que ambos son pilares de esta entidad y por lo tanto también de la UV. En tanto, Diana González Ortega, directora general de Bibliotecas, dijo: “Recuerdo muy bien a Rafael e Irma cuando iniciamos este proyecto, único en México, que es la Unidad de Servicios Bibliotecario y de Información. Caminábamos desde la Biblioteca Central para ver nuestro edificio próximo”.
González Ortega también les felicitó por el esfuerzo y responsabilidad con que siempre realizaron su trabajo, el cual consistió en apoyar a los profesionistas que se forman en la UV. “Es un orgullo orientar a nuestros usuarios sobre el uso de los recursos documentales que les ayudan a ser mejores seres humanos y tener las armas suficientes para enfrentar la vida del siglo XXI”.
Oficial de intendencia y músico nato
Rafael Pratz llegó a esta casa de estudios en 1979 y regresó en 1983. Al año siguiente fue basificado como el primer afanador en el entonces Hospital de Ginecología de la UV.
“He recorrido casi todas las dependencias y visto cosas maravillosas. Mis dos hijos se realizaron aquí como profesionistas (uno es Doctor en Derecho y otro Licenciado en Negocios Internacionales).
Ambos ya están casados e hicieron su propia vida”, relató.
También recordó que prestó sus servicios a la Facultad de Teatro, cuando los alumnos de esta entidad académica eran pocos.
Ahí conoció a Damián Alcázar, Cristina Michao y Paco de la O, quienes a la fecha le saludan con aprecio.
Entre las anécdotas que recuerda con cariño, relató una que vivió en la Facultad de Música con Rodrigo Álvarez Rangel (percusionista de la OSX).
Éste le pidió que le ayudara en un ensayo y le explicó cómo usar las baquetas. “Me dijo ‘¿Ya habías tocado?’, le respondí ‘No. Yo sólo los veo a ustedes’. ‘Es que tocas excelente’. Yo sentí bonito”, narró emocionado.
Entre las dependencias en las que trabajó están la Biblioteca Central y la USBI-Xalapa. Hace cuatro años regresó a ésta para desempeñar el cargo de oficial de intendencia, que consistente en supervisar la limpieza de los estantes, el piso y el aseo en general del inmueble.
“La satisfacción que me llevo de aquí es que yo les propuse un plan, ellos me apoyaron y lo hicimos: arreglamos las torres de la luz, aspiramos la parte de arriba. Todo lo dejo en orden, por eso me voy tranquilo.”
Junto con su esposa, Rafael planea dedicarse a atender su casa, pues también gusta de la plomería, la albañilería y las reparaciones eléctricas. “Ya tengo mucho trabajo que me está esperando”, dijo con una sonrisa.
Ser bibliotecaria es un oficio maravilloso
Irma Hernández tiene alrededor de 40 años de ser bibliotecaria y 36 de haber obtenido su base. Aunque un poco nerviosa, se mostró entusiasmada cuando se le solicitó posar para unas fotografías junto a unos libros. “Acá, acá, éstos están bien bonitos”, dijo.
Su primera encomienda, a los 16 años de edad, fue en la biblioteca de la entonces Facultad de Humanidades, después prestó sus servicios en la Biblioteca Central y más tarde llegó a la USBI.
“He dedicado toda mi vida a los libros. Ser bibliotecaria es muy bonito, a mí me gusta mucho y la prueba está en que aquí sigo todavía… bueno, seguía, porque ya me voy”, dijo con nostalgia.
Llegó a la UV en calidad de suplente y no tenía idea de qué era ser bibliotecaria, “pero ahora te puedo decir que es muy bonito, porque hay mucho conocimiento muy importante ¡y nosotros lo resguardamos!”.
Para ella, la mejor satisfacción es que los usuarios de la USBI se vayan satisfechos con el servicio recibido. “Nuestra preocupación es ayudarles a buscar el material y todo lo que necesitan. Cuando vienen a buscar algo y no lo encontramos, nos sentimos mal”.
En todos estos años, la UV evolucionó mucho, aseguró; por ejemplo, a ella le gustaba la estantería cerrada, porque se sentía más útil y lo explicó así: “Antes había un mostrador y nosotros atendíamos al usuario. Él llegaba y nos decía ‘quiero un libro que hable de este tema’ y nosotros teníamos que saber cuál volumen quería y dónde estaba. Entonces nos interesábamos en saber qué material había, para dárselos. Tratábamos de informarnos para poder dar el servicio, pero todo tiene que cambiar”.
Irma tiene muchos planes ahora que ya es jubilada, dos de sus mayores deseos son disfrutar de su familia y viajar a muchos destinos, como Cuba.