Discurso pronunciado por Eduardo Barrios Pérez, egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, en ocasión de recibir la Medalla “Manuel Suárez Trujillo”
Si todos los días dimensionáramos la importancia de la palabra como herramienta de comunicación para la transformación de nuestras realidades y nuestra propia liberación, podríamos aproximarnos con mayor seguridad a la reproducción de valores más altos; así, la justicia, democracia e igualdad recobrarían su significado y tendrían sentido. Si todo esto se produjera todos los días, entonces veríamos a muchos políticos pedir trabajo en otros lados.
Lo cierto es que hoy vemos más retórica y palabras vacías que de forma enfermiza se reproducen con la intención de imponer verdades a fuerza de repetición con un gran decorado propagandístico o publicitario que, en consonancia con la tradición simbólica de nuestro pueblo, bloquean toda posibilidad de reflexión incluso frente a la barbarie.
Darnos cuenta de esto es de suma importancia, porque a través de la palabra construimos el mundo, un mundo que a veces no alcanzamos a nombrar, no porque no lo necesitemos, sino porque el lenguaje a veces parece no alcanzar. Darse cuenta es vital porque la palabra en su origen puede ir dotada de ciertos significados que diversos grupos de poder manipulan, esas palabras se acompañan, generalmente, de sociedades obedientes y apolíticas, ¿para quién o para qué escribimos o hablamos?, hay diversas respuestas, no hay nada inocente en ese sentido.
¿Por qué hablo de la palabra? Porque este reconocimiento –que dice la Universidad que merezco y el cual agradezco profundamente y no dejo de sentirme asombrado– va dedicado a un gremio lastimado que utiliza la palabra, aunque no siempre para los mismos fines, y que sin embargo debe aspirar a mirar críticamente los acontecimientos para intentar explicarlos lo mejor posible, es decir, posibilitar lo imposible a través de la palabra, intentando contextualizar acontecimientos y transmitir significantes estilizados para producir significados, para poder hablar de compromiso en la producción social de sentidos. Hablo del gremio periodístico, a los periodistas va el reconocimiento.
Que los asesinatos de comunicadores no queden impunes, que alzar la voz nunca más sea motivo para la amenaza cobarde de gobernantes contra comunicadores, mucho menos contra quienes en su momento fuimos estudiantes, pero también para arrojar luz sobre la barbarie. Esta distinción va para la inadmisible desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y de miles de mexicanos que, ni si quiera en las cifras, se ha dado certeza de su desaparición.
Ofrezco esta distinción a mi país, porque mi visión de México incluye un combate férreo a la corrupción, donde cada día sean más intolerables actos como los que hoy lastiman a Veracruz y nos colocan al filo del desquiciamiento, en el que unos huyen y otros aprovechan para imponer sus verdades con el peligro latente de obedecer ciegamente una nueva ideología; ofrezco la distinción ante mi deseo de un lugar donde podamos vivir tranquilos y seguros, lejos de las palabras vacuas de los que en su intención por alcanzar el poder las reproducen para ganar posición política. Éstas, como lo sostiene Cortázar, no son palabras violadas, vacías; son, por el contrario, mi más profundo deseo y derecho de tener un país justo, solidario y democrático, a través de la educación, la reflexión y el compromiso social de quienes egresamos de la Universidad.
Miro con respeto a mis contemporáneos de México y de otras latitudes, porque a nuestra generación, como a otras en otros tiempos, han tocado grandes transformaciones, positivas y negativas, como la del personaje que gobernará al vecino (país) del norte, nuestro propio gobernante, el resurgimiento del miedo y el rechazo al otro, la incertidumbre ante el avance tecnológico y en general ante lo establecido, nos toca dar respuestas.
Agradezco a mi familia, a quienes les he quitado tiempo de convivencia por dedicarme a estudiar para tener un mejor futuro; así también, agradezco a mis profesores, quienes han contribuido a que yo esté el día de hoy en este lugar.
Finalmente quiero agradecer a las autoridades académicas por esta distinción, gracias señora rectora Sara Ladrón de Guevara.
¡Viva la universidad pública, viva la Universidad Veracruzana!
“Lis de Veracruz, Arte, Ciencia, Luz”