Primero de una serie: La reunión de Consejeros(as) con la Rectora
Juan Capetillo
Coordinador de Asuntos Estudiantiles
1. Contextualización
¿Cómo no hablar de los estudiantes en estos momentos? Y ¿cómo hablar –quizás lo más difícil– sin caer en el lugar común? Los estudiantes saltan nuevamente, en la historia nacional, a los escenarios de las luchas sociales, impulsados por una de las mayores y más atroces afrentas que hayan recibido a lo largo de nuestra historia: el atentado brutal contra los normalistas de Ayotzinapa.
No me tocó vivir el 68 como estudiante universitario, estoy en la UV desde 1973, los primeros años como estudiante; en todo este tiempo no había visto tal efervescencia estudiantil en nuestra universidad como la que hemos vivido los últimos dos meses. Hasta antes de poco más de un año, jamás se me habría ocurrido la inesperada invitación de septiembre de 2013: coordinar la oficina de la Universidad que tiene una estrecha y masiva vinculación con la polis estudiantil y todos sus asuntos, desde los más pequeños hasta los de gran tamaño.
Uno de éstos, que es central en el trabajo de la coordinación de Asuntos Estudiantiles, es el relativo a la organización de los estudiantes, la que, sabemos, se da de diferentes maneras; una de ellas, fundamental, a través de los Consejeros Alumnos. Se trata de la representación formal de los estudiantes, aquella que es resultado de un proceso de elección al que son convocados la totalidad de los alumnos universitarios y la que, con convicción, hemos impulsado buscando que se desarrolle como un proceso lo más democráticamente representativo.
Atendiendo al ciclo anual de renovación de los consejeros, durante septiembre y octubre (sin que haya concluido) se eligió a la nueva camada de estos representantes estudiantiles, justamente coincidiendo con –como lo dijimos antes– una de las más grandes tragedias que haya vivido la juventud mexicana y la sociedad misma: los muertos y desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.
Si bien los hechos funestos ocurrieron entre el 26 y 27 de septiembre, la reacción social, curiosamente, se dio un poco después; el mismo 2 de octubre no recogió, aún, de manera importante, las indignadas protestas a las que condujo el infame crimen —que, creo, podemos verlo, también, como un ominoso filicidio–. Es después de la celebración del 2 de octubre cuando empiezan a movilizarse los estudiantes mexicanos clamando, airadamente, por la más elemental de las justicias, en un movimiento contestatario y defensivo que ha arrastrado consigo a importantes sectores de la sociedad mexicana.
Los estudiantes de Veracruz, por fortuna, y de manera particular, los de la Universidad Veracruzana no han sido indiferentes al movimiento pro Ayotzinapa; de manera espontánea, han recurrido a diferentes formas de protesta por los hechos ocurridos: marchas, asambleas, mítines, eventos artísticos, etc., que se han sucedido a lo largo y ancho de la geografía de la Universidad Veracruzana y, ante los cuales, las autoridades de la Universidad no sólo guardamos respeto, sino que manifestamos nuestra solidaridad con las víctimas y sus familiares, así como nuestra deferencia hacia estas distintas formas de expresiones estudiantiles, aunque no a aquéllas de carácter violento.
A pesar de acusaciones infundadas, las autoridades universitarias no hemos intervenido en el movimiento estudiantil universitario por la exigencia de justicia por los muertos y la aparición con vida de los desaparecidos. Los consejeros estudiantiles, quienes son, ofensiva y discriminatoriamente, concebidos como subordinados de las autoridades universitarias, y algunos de los cuales estuvieron participando en las protestas, no fueron, deliberadamente, convocados por la Rectoría, sino hasta después de transcurridas algunas semanas y ante la petición, de varios de ellos mismos, a dialogar con la rectoría sobre los sucesos que acaecieron y acaecen.
2. Reunión de Consejeros (as) con la Rectora
De este modo llegamos a la reunión que sostuvieron los Consejeros (as) alumnos con la Rectora y el Coordinador de Asuntos Estudiantiles el día 7 de noviembre, en la Casa del Lago. Se invitó a los estudiantes a una reunión de formato abierto y libre –como lo fue– para hablar con la Rectora sobre el movimiento de apoyo a los normalistas guerrerenses y sus familias; la motivación de este encuentro fue el interés mutuo por conocer los respectivos puntos de vista. Desde que se comenzó a planear, generó diversas expectativas; los estudiantes acudieron a ella con gran interés, estando presente el 85 por ciento (66 de 78) de los consejeros de las facultades de toda la Universidad. Se estuvo deliberando sobre el tema alrededor de cuatro horas, durante las cuales intervinieron prácticamente todos aquellos estudiantes que lo solicitaron a mano levantada, que habrán sido, en un cálculo aproximado, alrededor de 80 por ciento de los presentes; algunos, incluso, pudieron intervenir más de una ocasión; otros hablaron a nombre de ellos mismos y de compañeros consejeros, como sería el ejemplo de un integrante del Área de Ciencias de la Salud, hablando en representación de sus compañeros de área.
Se trató de una reunión de trabajo en la que se buscó respetar –porque se está obligado a ello– los principios de democracia representativa implícitos en la normatividad universitaria con respecto a la representatividad estudiantil: los consejeros alumnos son producto de un proceso electivo que se da en diferentes niveles, como son representantes de generación, representantes de carrera, consejeros alumnos; a través de ellos está representada la comunidad estudiantil, como lo estuvo, sin dudas, en la junta del 7 de noviembre. Por esta razón no fue abierta a toda la comunidad estudiantil.
En las circunstancias actuales del movimiento de los estudiantes en la Universidad Veracruzana, se ha dado una forma espontánea de organización a través de asambleas interfacultades. Éstas han contado, en todo momento, con el respeto de parte de Rectoría a su desenvolvimiento y a la mayoría de sus acuerdos y han disfrutado, también, de facilidades para su realización, particularmente de las autoridades de las facultades donde se han llevado a cabo. Estas asambleas no sólo no han girado invitación alguna a autoridades de Rectoría, por ejemplo a Asuntos Estudiantiles, sino que, lamentable e inexplicablemente, han sostenido un innecesario tono hostil hacia la Rectoría y, particularmente, hacia la Rectora. El tema de la Asamblea Estudiantil Interfacultades es, sin embargo, uno para abordarse en un artículo especial de ésta que pretende ser una pequeña serie de textos sobre los estudiantes en la Universidad Veracruzana; lo dejo de lado por el momento.
Volviendo a la reunión de los consejeros con la Rectora, dos o tres aspectos fueron centrales y quedaron plasmados en el comunicado que se extrajo del encuentro: rechazo al acoso policial a las diferentes manifestaciones estudiantiles, derecho irrestricto a ellas, respeto a las diferentes formas de expresión, exceptuando las violentas y, posicionamiento ante los Juegos Centroamericanos, cuyo inicio era inminente.
Con respecto a todos estos puntos hubo, finalmente, un consenso entre los consejeros de las distintas regiones y las autoridades ahí presentes: la Rectora y el Coordinador de Asuntos Estudiantiles. Hubo, en un principio, disenso entre estudiantes y autoridades ante un punto en particular: el posicionamiento frente a los Centroamericanos, desacuerdo que, democráticamente y mediante el diálogo, se resolvió en abono del consenso mencionado.
Este es un punto que no se ha subrayado suficientemente, como se requiere, dada su importancia. Debido al uso de procedimientos reprobables que deploramos de parte de algunos de nuestros estudiantes —como la divulgación de grabaciones—, descontextualizadamente, se ha fijado la atención en la petición de Rectoría a los estudiantes de un compromiso a no interferir con la realización de los Juegos Centroamericanos, pero se descuida el hecho de que fue una propuesta discutida democráticamente por toda la asamblea ahí reunida, con intervenciones exhaustivas de consejeros de todas las regiones, que fueron discrepantes con la propuesta, lo que fue aceptado con el mejor ánimo democrático por parte de las autoridades universitarias y quienes, ante los argumentos estudiantiles, retiraron su solicitud, abonando con esto a la modificación radical de la relación de los consejeros alumnos con la Rectoría. Se pretende descalificar la intervención de Rectoría en la multicitada reunión, con respecto a este punto, calificándola de impositiva, cerrando los ojos, a la vez, a lo que resulta más importante: la disposición a la escucha del otro y a la aceptación de sus argumentos, cuando resultan convincentes por su sustento racional y la forma de presentarlos, premisa que debe subsistir en cualquier diálogo, en una y otra vía.
Dejo de lado, evidentemente, una serie de aspectos alrededor de esta reunión que, desde mi punto de vista, tiene un carácter histórico en tanto que incidió, de manera estructural, en los términos de la relación entre los representantes estudiantiles y la Rectoría. No son necesariamente de menor importancia algunos de estos puntos dejados fuera en aras de no extender más el escrito. Esperaría poder retomarlos en esta serie que lleva el propósito de informar y transmitir puntos de vista sobre la vida estudiantil en la Universidad Veracruzana, en el interés de la promoción de una cultura de la comunicación.