«La Universidad Veracruzana ha cambiado mi vida, me ha hecho más crítico, más reflexivo”: Marcelino
Karina de la Paz Reyes
Marcelino Marcial Bautista es hablante de zapoteco, oriundo de la comunidad Arenal Santa Ana, municipio de Playa Vicente, Veracruz. Estudia el octavo semestre de la Licenciatura en Pedagogía, campus Xalapa, y está convencido de que la educación vale más que las riquezas materiales que podrían obtenerse, por ejemplo, migrando a Estados Unidos.
El 6 de mayo, durante la entrega de apoyos a 81 estudiantes que realizó el Comité Regional de Becas de la Fundación, Marcelino habló a nombre de los becarios y tituló su intervención “Oportunidad”. Relató que desde pequeño, junto con sus tres hermanos, se quedó huérfano de padre y a cargo sólo de su madre. “Ella nos sacó adelante. Aunque tuvimos esa carencia y desde el nivel básico hasta la preparatoria siempre tuvimos dificultades para estudiar, nunca nos desanimamos”, refirió.
Marcelino pasó 19 años en su comunidad, alejado de todo, incluso de las nuevas tecnologías: “Prácticamente estábamos aislados. Yo decía que vivíamos una vida rutinaria, en la ignorancia. Me levantaba, me bañaba, iba a la escuela, regresaba, atendía a los animales y hacía la tarea. Eso era todo”.
Al terminar la preparatoria, su pretensión estaba centrada en emigrar a Estados Unidos, porque escuchaba que otras personas de su comunidad lo hacían y contaban que en dicho país el dinero se consigue con facilidad: “Yo veía las casas que llegaban a construir, mientras que la de nosotros era de palma”.
No obstante, uno de sus tíos le dijo que de nada servía que se fuera “al otro lado” a hacer dinero, pues al final eso se acaba. “Él me enseñó que lo duradero es la educación y hacer sentir orgullosa a mi madre”.
Fue ese tío quien le pagó la ficha para presentar el examen de ingreso, y aunque en primera instancia no fue admitido, obtuvo su lugar por corrimiento de lista. Para él, ésta fue “una oportunidad grandísima”.
Marcelino llegó a Xalapa sin conocer a nadie, pero se alojó en una casa cuyos integrantes lo adoptaron como un integrante más de la familia, pese a sus dificultades para pagar el servicio de pensión.
“Al principio pude pagar solamente dos meses de renta. De ahí ya no podía. Me acerqué a esta beca por una compañera que me dijo que existía, porque no alcancé la de Pronabes (Programa Nacional de Becas para la Educación Superior). Afortunadamente saqué la solicitud y la Fundación me recibió como uno más de sus becarios.”
Añadió: “Salí de mi comunidad y la Universidad Veracruzana ha cambiado mi vida, me ha hecho más crítico, más reflexivo; ahora veo las cosas diferentes. Para nosotros, en la comunidad, siempre era lo mismo, porque no sabíamos qué era lo que pasaba más allá, siempre estábamos aislados. Yo no sabía qué es Facebook o WhatsApp, tampoco sabía de las noticias que pasaban”.
Por todo eso agradeció “de corazón” a la Fundación y a su padrino por el esfuerzo y la aportación que le dan.
Para cerrar su intervención dijo: “Me gustaría comentar por qué denominé ‘Oportunidad’ a mi testimonio: la primera oportunidad fue haber nacido y agradezco a mi mamá, porque gracias a ella estoy donde estoy ahora; la segunda, fue la que me brindó mi tío, porque sin él yo no estaría aquí contándoles mi historia; la tercera, fue ingresar a la Universidad; la cuarta, fue encontrar a las personas que me han brindado el apoyo y un hogar más; y la quinta, fue encontrar a la Fundación, eso siempre lo tendré en mis recuerdos”.
“Gracias a la beca evito pedirle dinero a mis papás”
Un testimonio más de cuán importante es el programa de becas de la Fundación es el de María Margarita Zavaleta Acosta, estudiante del segundo semestre del programa educativo de Ingeniería en Agrónomía en la Facultad de Ciencias Agrícolas.
María Margarita, quien recibió la beca por primera ocasión, también supo de este programa de apoyo por una compañera de aula, pues no sabía que existía.
“Ya no alcancé la de Pronabes y con la ayuda de mi compañera fui a hacer la solicitud a la Fundación y sí quedé”, compartió la universitaria, oriunda de Xalapa.
Para ella este tipo de apoyos son fundamentales, pues proviene de una familia de escasos recursos: son tres hermanos; su padre, cuyo oficio es la albañilería; y su madre, quien padece de una enfermedad.
“A veces en la escuela nos piden cosas que no puedo comprar. Tenemos carencias económicas y por eso la beca es una gran ayuda, al menos para mí. Tengo un hermano en la prepa y otro en la primaria, por eso hay muchos gastos en mi familia.”
María Margarita tenía como primera opción el programa educativo de Médico Cirujano, y al no ingresar trabajó durante un año, después presentó examen de nueva cuenta, pero ahora para la carrera de Ingeniero Agrónomo, pues el campo es una de sus pasiones.
“Lo que pasa es que mi papá es originario de un pueblo que se llama Landero y Coss, de ahí me nace el amor al campo, y en estos dos semestres me estoy enamorando más todavía”, explicó.
A manera de conclusión expresó: “Cuando no quedé en la Universidad me puse a trabajar atendiendo una farmacia, por lo mismo ahora se me hace incómodo pedirle dinero a mis papás. Por eso esta beca es una bendición, porque básicamente a mí me ayuda mucho. Tengo una carencia económica y con esto puedo sustentar los gastos de la escuela”.