Karina de la Paz Reyes DÍAZ
La Mesa 3 del Foro Académico «Diálogos por la paz», que se desarrolló en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2016, versó sobre «Migración, violencia, derechos humanos», y en ella se analizó la situación de los migrantes guatemaltecos y su paso por México, y cómo escritores de la frontera norte han narrado la violencia que esa región padece.
Guillermo Ramírez Garduza, de la Casa del Migrante «Santa Faustina Kowalska», A.C., ubicada en Coatzacoalcos, explicó que una de sus labores es enseñar un oficio a los migrantes e incentivarlos para que regresen a su país.
«Siempre hemos dicho que México es el paso de la muerte para ellos: si se caen del tren, si caen en manos de la delincuencia, si caen en manos de la migración y son deportados; pero Estados Unidos es el encuentro con la muerte misma, porque llegando allá, por estar en trabajo-casa casa-trabajo se fastidian, se aburren, pierden
a su esposa, sus hijos, su familia, eso también es una muerte.»
Magali Velasco Vargas, coordinadora de la FILU, leyó el principio de un libro sobre literatura juarense. «Me he dado tiempo para ir captando las mayores producciones que año con año han aumentado las listas de escritores juarenses a raíz de un despunte de la violencia durante el calderonismo», explicó.
Añadió que en Ciudad Juárez las producciones literarias se centraban mayormente en la poesía, no tanto en la narrativa; sin embargo, «a raíz de esta guerra contra el narco las narrativas se acrecentaron y los autores comenzaron a novelar, a hacer crónica, periodismo narrativo».
Edgar Monreal fue el encargado de leer la ponencia «Mujeres mayas de Guatemala: del genocidio al etnocidio», colaboración que para este ejercicio académico envió Linda Green, del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Arizona. La investigadora indicó que si se compara la violencia durante la Guerra Civil del país centroamericano y la de la época actual, para una mujer indígena hoy en día es mucho más difícil vivir.
«Desde la firma del tratado de paz, en realidad ésta no ha llegado, sino más violencia y más pobreza para el pueblo maya del altiplano, sin suficiente tierra para sembrar sus milpas ni trabajo con un salario adecuado para vivir, la impunidad (incluyendo violencia doméstica e imposición de los narcotraficantes) ha dejado a la población y las mujeres mayas en situaciones más vulnerables, así es que no existe esperanza para el futuro si se quedan en Guatemala.
«Miles de mujeres indígenas han migrado a Estados Unidos, pero de esta forma dejan todo atrás (familia, relaciones con sus antepasados y la naturaleza)», citó.
José Antonio Hernanz Moral, de la Facultad de Filosofía y coordinador del foro, dijo que para él una transformación hacia una cultura de la paz proviene de un repensar en cómo construir esas condiciones para que la paz se dé.
«Estoy convencido de que podemos pasar de ‘reciprocar’ a pensar en ‘comprojimar’, es decir, hacer del prójimo una comunidad. Conversar, convivir, comprender, comprojimar son momentos que nos permiten repensarnos como migrantes. La metáfora más extendida, seguramente en todas las culturas, para hablar de la vida humana es el peregrinaje, el camino y el acompañamiento», dijo.