Elizabeth Vázquez Narváez
La música es cada vez más utilizada como terapia auxiliar en el tratamiento de trastornos cerebrales congénitos y lesiones neurológicas adquiridas. Ha demostrado ser un recurso extraordinario para activar distintas regiones cerebrales y desencadenar procesos fisiológicos que ayudan a mejorar funciones alteradas.
En la atención a personas con autismo, la estimulación musical ha reportado buenos resultados como tratamiento complementario para combatir las deficiencias de comunicación y tratar las alteraciones conductuales que caracterizan a este trastorno neurológico.
Con base en estos antecedentes, Daniela Monje Reyna, quien cursa el último semestre del Doctorado en Investigaciones Cerebrales de la Universidad Veracruzana (UV), realizó un estudio sobre los efectos de la estimulación auditiva en ratas con autismo. Cabe mencionar que este tipo de investigación no se había realizado antes en modelos animales con este trastorno.
“Nuestro principal interés es conocer qué vías a nivel cerebral –específicamente en el cerebelo– se podrían estar impactando a través de la estimulación musical, porque aunque existen evidencias acerca de cómo ayuda a mejorar funciones motoras y procesos cognitivos como la memoria, la atención y la comunicación, todavía no sabemos cuáles son los mecanismos neuronales específicos a través de los cuales actúa”, señaló Daniela.
Para realizar este experimento, Monje Reyna eligió cuatro sonatas de Wolfang Amadeus Mozart, que además de resultar adecuadas para el espectro auditivo de las ratas, han sido objeto de numerosos estudios por sus supuestos beneficios en la salud física y emocional de quien las escucha.
Una vez seleccionada la música, se prepararon los modelos de estudio. Al nacer, las ratas fueron inyectadas con valproato, a fin de inducirles el autismo y, a partir de ese momento y durante 30 días fueron sometidas a la estimulación auditiva por una hora diaria, buscando que la duración fuera similar a la de una terapia convencional en humanos.
“Después de un mes de terapia, que en las ratas significa llegar a una edad juvenil, hicimos pruebas para medir el impacto que en ellas había tenido la música y encontramos que aunque a nivel conductual no hubo diferencias significativas, a nivel de las vías motoras (movimientos) sí hubo una respuesta a la estimulación auditiva”, detalló la estudiante.
Como ha sucedido en otras investigaciones sobre autismo, la mejor respuesta la tuvieron las hembras, lo que confirma una vez más –a decir de Daniela– que hay una marcada diferencia entre géneros. De hecho, este trastorno afecta cinco veces más a los hombres que a las mujeres.
Monje Reyna mencionó que su investigación continuará pero ahora a nivel molecular, a fin de conocer –a partir de la disección de los cerebros de las ratas y de técnicas avanzadas de laboratorio– qué es lo que ocurre al interior del cerebro cuando es estimulado musicalmente.
“Pudimos ver cómo la música es capaz de actuar como un estímulo para obtener respuestas motoras, lo cual resulta muy alentador, pero también nos plantea la necesidad de experimentar con sujetos que tengan distintos niveles de autismo y con terapias de más largo plazo”, concluyó Daniela.