Coincidieron académicas
Karina de la Paz Reyes
Las políticas migratorias vigentes en la mayoría de los países son una muestra de hipocresía, pues restringen el paso de personas cuya mano de obra es solicitada por la dinámica económica que impera en el mundo, coincidieron María José Guerra Palmero, de la Universidad de La Laguna, Tenerife, España y Genoveva Roldán, de la Nacional Autónoma de México (UNAM).
En la mesa redonda «Género, migración y Derechos Humanos», realizada el 11 de marzo en el auditorio de la Facultad de Psicología, las investigadoras recordaron que la migración es un derecho humano cada vez más criminalizado, y mencionaron, en contraste, algunas iniciativas ciudadanas que apoyan a quienes abandonan sus lugares de origen, como la compartida por María José García Oramas, coordinadora de la Unidad de Género de esta casa de estudios.
Genoveva Roldán, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, habló de las mujeres migrantes, el conocimiento que hay de la temática, las políticas públicas, los logros y obstáculos.
La experta en temas de género y migración citó el Informe Mundial sobre Salarios de la Organización Internacional del Trabajo (mejor conocida como OIT), que señala la vigente desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito de la percepción de ingresos. Tal tendencia va a la alza en países desarrollados como Reino Unido, Japón, Italia, España y Estados Unidos, entre otros.
«Este informe señala que hay tres factores o condicionantes para que los salarios sean todavía más bajos que el promedio: ser mujer, ser migrante y ser trabajador informal», subrayó.
De ahí que en su charla hablara de las mujeres migrantes, quienes se dirigen a mercados laborales caracterizados por la informalidad.
Mencionó que según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, hay más de 60 millones de mexicanos en pobreza laboral. No obstante, «si la explicación de las migraciones fuera la pobreza, ¿por qué no están esos millones de mexicanos en Estados Unidos?».
Por un lado, migrar es caro y los más pobres no tienen posibilidades; por otro, la economía estadounidense está en crisis desde 2008 y no hay empleos. En consecuencia, el flujo de mexicanos que se van para allá ha caído.
Otro de los mitos que hay sobre la migración es que las migrantes se van de forma libre y racional, pero «yo les puedo decir que 99 por ciento de las personas que he entrevistado dice ‘me fui porque no me quedaba de otra’ «, es decir, «están forzados por las condiciones políticas y económicas que hay en México. No es un flujo libre».
Lamentó que se asocie el tema de migración al de seguridad nacional, «es la salida fácil para esos sistemas el encontrar chivos expiatorios y éstos han sido los migrantes de a pie que no tienen nada que ver con el terrorismo».
Por su parte, María José Guerra recordó la caída del Muro de Berlín, Alemania, en 1989. Antes del tal suceso histórico varios gobiernos y medios de comunicación criticaban que los países de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) no permitieran la salida de sus ciudadanos, la migración.
Pero después de la caída del también llamado telón de acero hubo un cambio radical que restablece el valor de las fronteras nacionales, lo cual es una contradicción con la globalización por la que tanto pugnaban esas naciones que criticaban a la URSS.
La filósofa destacó que a la fecha el mundo entero vive una criminalización de la migración, pese a que la movilidad es un derecho humano.
«Todo lo que tiene que ver con políticas migratorias hoy, es un asunto que puedo diagnosticar –desde un punto de vista ético-moral– como una gran operación de hipocresía, un gran falseamiento, porque realmente la economía está interconectada, es una economía global». O en otras palabras: se restringe el paso de personas cuya mano de obra es demandada.
Finalmente María José García Oramas habló de Las Patronas, grupo de mujeres del municipio de Amatlán de los Reyes que abastece de alimentos a los migrantes centroamericanos.