En Brasil, el 46 por ciento de tierras productivas está en manos de latifundistas
Carlos Hugo Hermida
La soberanía alimentaria es el derecho que tienen los pueblos a consumir alimentos nutritivos, culturalmente adecuados, accesibles, y producidos de forma sustentable y ecológica, aseguró Antonio Sampaio, integrante del sector educativo del Movimiento Sin Tierra (MST) del estado de Ceará, en Brasil.
Sampaio participó en el conversatorio “Agroecología, Educación y movimiento social: experiencias del movimiento de los trabajadores rurales sin tierra (MTS), Brasil”, el cual se llevó a cabo en el Centro de Ecoalfabetización y Diálogo de Saberes (EcoDiálogo) de la Universidad Veracruzana (UV), la tarde del martes 13 de octubre.
El representante del MST, movimiento social de base campesina que lucha por la reforma agraria y la justicia social, afirmó que las comunidades tienen el derecho de producir su propio sistema alimentario y productivo.
Explicó que la organización a la que pertenece nació en 1984 y en la actualidad está compuesta por cerca de 350 mil familias. Es considerado el mayor movimiento social que existe en Brasil, con presencia en 24 de 27 estados de ese país.
Los sectores que abarca este movimiento son formación política, educación, producción, comunicación, género, juventud, derechos humanos y salud, y sus principales formas de lucha son: la ocupación de tierras improductivas que no cumplen lo establecido con la ley; campamentos, y marchas de protesta social.
Antonio Sampaio compartió que Brasil es uno de los países con más latifundios. Los grandes propietarios o latifundistas representan el uno por ciento de la población, sin embargo poseen el 46 por ciento de las tierras productivas.
Es por ello que la esencia de este movimiento es contra de las autoridades que ponen el capital en manos de trasnacionales que convierten la mercancía en bienes comunes.
“La lucha por la soberanía alimentaria es construida en defensa de que el alimento es un derecho y no una mercancía, y es la agroecología nuestra bandera de lucha.” Sin embargo, la lucha debe internacionalizarse para que, a su vez, pueda internacionalizarse la esperanza, aseguró Sampaio.