Karina de la Paz Reyes
El primer viernes de marzo se presentará la Danza del Caballito del Señor Santiago en Chiltoyac, congregación de Xalapa, tradición que desde hace 30 años no se recreaba. En la recuperación participan alrededor de 100 personas, de las cuales 20 son danzantes.
Chiltoyac, comunidad ubicada al noroeste de la capital veracruzana, se distingue por la alfarería, oficio que se remonta a la época prehispánica, cuando en el lugar hubo un asentamiento totonaco. Tal nombre es un vocablo náhuatl que significa “el agua que se derrama sobre el chilar”, de acuerdo al texto Chiltoyac. Apuntes históricos (1999).
La Danza del Caballito del Señor Santiago, con su música de flauta de carrizo y tambor, acompañará las festividades de esta comunidad y proporcionará un espacio para recrear la teatralidad y el juego.
Su origen se remonta al siglo XII, época en que los españoles lucharon por reconquistar los espacios invadidos por los musulmanes, y llegó a América en el siglo XVI.
La recuperación de la danza es una de las actividades que impulsa el Centro Comunitario de Tradiciones, Oficios y Saberes de Chiltoyac (Cecomu), como parte del proyecto“Recreación de saberes y comunidades sustentables. Un estudio comparativo en poblaciones rurales mestizas e indígenas del estado de Veracruz”, que se lleva a cabo en el Centro de Ecoalfabetización y Diálogo de Saberes (EcoDiálogo) de la Universidad Veracruzana.
“La perspectiva desde la cual EcoDiálogo trabaja con las comunidades se dirige a un trabajo colaborativo con visión autogestiva. En ese sentido el proceso de recreación de la danza tradicional es un ejemplo, ya que su recuperación ha sido una iniciativa llevada a cabo por la población, en la cual nosotros hemos colaborado por el interés de recrear formas y conocimientos de la cultura viva”, expresó la coordinadora de dicho centro, Cristina Núñez Madrazo.
Para ella, a través del proceso de revitalización de tradiciones culturales, como la Danza del Caballito del Señor Santiago en la que participan hombres mayores, jóvenes y niños, “la comunidad se conecta con lo más profundo de su memoria colectiva reafirmando con ello sus valores comunitarios y su sentido de pertenencia”.
Como parte del Cecomu también se formó un “Círculo de Mujeres” (en el que también participan hombres) que pretende revalorar los saberes tradicionales asociados con la gestión de la familia y la comunidad. “Es importante que las abuelas transmitan a las hijas y a las nietas el sentido de ser los pilares emocionales y de sostén del tejido social de la comunidad”.
Otra iniciativa que está en ciernes en esta población de origen totonaco versa sobre la soberanía alimentaria, por ello se impulsa el co-diseño de una parcela comunitaria.
“Junto con los participantes del Cecomu haremos un co-diseño en la hectárea de la parcela escolar del ejido que se destinó al Centro Comunitario, para generar un pequeño bosque, un taller-escuela de alfarería, una siembra de maíz y para que se recuperen los saberes agroforestales desde una perspectiva agroecológica, sin utilizar agroquímicos”, adelantó la entrevistada.
Además está la propuesta de impulsar un proyecto de teatro comunitario en Chiltoyac, como parte de una metodología participativa, cuya intención es contribuir a la emergencia de una cultura de autogestión y autonomía comunitaria. “Se trata de que las comunidades dejen de estar pidiendo, como si solicitaran limosnas, que sean capaces de generar alternativas de vida sostenibles”.
La científica social aclaró: “Nuestra presencia no es sólo para apoyar iniciativas comunitarias, sino para retroalimentar nuestro trabajo, porque al Centro de Ecoalfabetización y Diálogo de Saberes le interesa aprender de los saberes tradicionales, ya que consideramos que la sustentabilidad humana está articulada a formas y filosofías ancestrales de vida.
”El que los estudiantes y académicos entren en contacto con estos saberes no es para ir a ayudar como si fuéramos un centro de caridad, sino para nutrirnos de estos saberes. Es un intercambio, un diálogo de saberes, que también es intercambio de corazones.”
El proyecto “Recreación de saberes y comunidades sustentables. Un estudio comparativo en poblaciones rurales mestizas e indígenas del estado de Veracruz” (que dados los satisfactorios resultados podría obtener una extensión del
Conacyt, pues inició en 2013 y concluirá este año) también se desarrolla en Coyolillo, Almolonga y San Pablo Coapan, comunidades ubicadas en la cuenca del río Actopan.
Las tres fueron elegidas por ser consideradas centros importantes, con una herencia cultural precolombina. Incluso en Coyolillo está presente la raíz africana.
En este proyecto participan como responsables de las diversas iniciativas, Isabel Castillo Cervantes y Zulma Amador, investigadoras de EcoDiálogo.
Núñez Madrazo comentó que como parte del proyecto se pretende establecer un centro comunitario en Coyolillo, como el de Chiltoyac. “Que sean escuelas hermanas que puedan proporcionarle a la población alternativas de vida autogestivas y que no dependan de un Estado en crisis total”.
Otro de los proyectos que actualmente están en desarrollo por parte de EcoDiálogo es “Rescate biocultural de sistemas agroforestales, con especies de alto valor ecológico, económico y social”, a través de él se está recuperando en diversas regiones del sureste el cultivo de cacao, vainilla y café. En este proyecto participan Enrique Hipólito Romero, José María Ramos y Silvia del Amo, investigadores de EcoDiálogo.
“El cacao y la vainilla son dos cultivos originarios del territorio mesoamericano que están muy asociados a procesos culturales, por lo que, al mismo tiempo que se rescatan especies biológicas, se recuperan saberes agrícolas y tradiciones culturales.”
La entrevistada destacó que la investigación, la docencia y la vinculación (las tres actividades sustantivas de la UV), en EcoDiálogo las desarrollan de manera articulada y los proyectos antes citados lo sustentan.
Además subrayó que “uno de los pilares fundamentales de la investigación y los proyectos de vinculación en EcoDiálogo, es la perspectiva de la diversidad biocultural”.
Cristina Núñez destacó que un tercer proyecto se desarrolla en colaboración con la Coordinación Universitaria para Sustentabilidad (CoSustenta), el cual tiene como antecedente el Programa Universitario de Transdisciplina, Diálogo de Saberes y Sustentabilidad que se fundó en 2009 y cuyo responsable fue Enrique Vargas.
“Actualmente Eduardo Ruiz Cervantes, investigador de EcoDiálogo, está a cargo del área de Comunidad y Ecoalfabetización del Programa Universitario de CoSustenta, y dirige la formación de una red universitaria para la sustentabilidad.”
Si bien citó tres grandes proyectos que desarrollan como entidad académica, hay otros y en cada uno están integrados los 12 investigadores y los estudiantes de posgrado.
El diálogo de saberes
Cristina Núñez recordó que EcoDiálogo tiene cuatro años y medio de existencia, está conformado por 12 académicos (tres con el grado de maestría y el resto con doctorado), que a su vez se dividen en dos cuerpos académicos.
Además ofrecen dos posgrados: la Maestría y el Doctorado en Estudios Transdisciplinarios para la Sostenibilidad, coordinados por Alejandro Sánchez Vigil y José María Ramos, respectivamente.
La maestría está dentro del Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) del Conacyt y el doctorado está en un proceso muy avanzado de ingresar.
“La maestría y el doctorado son nuestro corazón, nuestra razón central, porque esto es lo que viene a nutrirnos para que los procesos de investigación se desarrollen de manera articulada con la docencia y la vinculación.
”En la maestría tenemos 20 estudiantes y trabajamos básicamente en tres núcleos académicos a los que llamamos comunidades de aprendizaje, donde se abordan tres enfoques básicos: Bioculturalidad, Ecología organizacional y Creatividad social.”
En estas comunidades de aprendizaje trabajan los profesores y estudiantes, co-aprendedores y co-aprendices, en el contexto de procesos ecopedagógicos de aprendizaje transdisciplinario.
Núñez Madrazo también aclaró que la perspectiva transdisciplinaria no significa que la persona, el profesionista o investigador deje su disciplina de lado, sino que pueda darle una perspectiva más amplia y sobre todo creativa.
“Un biólogo nunca va a dejar de ser tal, ni tenemos la intención que deje de serlo; al contrario, es desde su fortaleza disciplinaria que la transdisciplinariedad, como metodología, le proporciona la posibilidad de generarse como un ser creativo, que puede descubrir lo que es pertinente, de abordar las problemáticas que la sociedad requiere atender.”