Todas las oportunidades se ganan en esta vida. El trabajo, la perseverancia y el amor son piezas clave en la formación de un estudiante.
Orgullosamente oriundo de la ciudad de Fortín, Veracruz, desde pequeño tuve una educación pública de muy buena calidad, esto me llevó a crear una conciencia positiva de las cosas que realmente quería que me pasaran. Uno de mis más grandes sueños era viajar al extranjero, particularmente al continente europeo, porque sabía que era la cuna de las sociedades modernas.
Mi preparación fue constante, pues uno siempre tiene que prepararse para enfrentar batallas que la vida pone. Recuerdo una frase de mis padres: “Uno siempre cosecha lo que siembra”. Esta sencilla frase me ha enseñado que las oportunidades se ganan y las recompensas vendrán, siempre y cuando hagas bien tu trabajo.
Una de las noticias más importantes en mi vida fue la de ser aceptado en la convocatoria de movilidad internacional durante el periodo febrero-agosto 2015, a uno de los países más importantes de la Unión Europea. Al llegar a Italia, mi primera impresión fue aceptar que cambios muy grandes vendrían a mí, dado a que el idioma, las costumbres y tradiciones son diferentes a las mexicanas. Decir ciao ya era extraño, porque es una palabra que tiene dos significados: saludar y despedirse.
La ciudad de Trento es una de las más hermosas que he visto, llena de cultura, tradiciones y gente hospitalaria y amable. Además cuenta con la Università Degli Studi di Trento, una de las más prestigiosas de Italia en el ámbito científico, fundada en 1962. Goza de un reconocimiento internacional por parte de profesores e investigadores de todos los países.
Particularmente tengo la fortuna de ser el primer biotecnólogo de la Universidad Veracruzana en salir al extranjero y también la convicción de poner en alto a mi Universidad y a mi país. Ahora me encuentro realizando mi trabajo de tesis en el Centro de Biología Integrada de esta universidad, en el laboratorio de interacción de virus-célula que tiene excelentes colaboraciones con laboratorios del mundo y está en trámites avanzados una publicación a la revista Nature.
Uno de los retos más grandes es tener lecciones sólo en italiano, porque una cosa es poner atención a las clases para aprender este idioma y otra es entender temas de interés particular; esto es más complicado, pero con el paso de los meses me he acostumbrado.
La comida es algo muy importante y considero que la mexicana es la mejor del mundo. Tenía que empezar a acostumbrar mi paladar a nuevos platillos, el más importante es la pizza, pues para los italianos es sagrada y no permiten poner ningún aderezo. También descubrí que las mejores pastas son hechas aquí.
En cuanto al ámbito social, los italianos son muy reservados y prefieren hablar en su idioma. Esto es maravilloso porque así puedes hacer amistades con distintas personas. Tengo dos amigos particulares, una es de Croacia y habla un poco de español gracias a las telenovelas mexicanas; el otro es de Etiopía y es una de las personas más amables y carismáticas que he conocido.
Así podría seguir contando muchas otras cosas más respecto a las tradiciones, fiestas estudiantiles, religiones, eventos culturales, deportivos e históricos, pero tendría que escribir un diario de muchas páginas para contar detalles de lo maravilloso e impresionante que es este país.
Toda esta gran aventura que estoy viviendo es gracias al apoyo de toda mi familia, al igual que a mi tutor Jorge Alberto Alejandre y por supuesto a mi segunda casa, la Universidad Veracruzana. Nada de esto sería posible sin la ayuda de ellos. Estoy orgulloso de ser veracruzano porque los jarochos somos la combinación perfecta del alma de un guerrero y la felicidad un jaranero.