UVI • Grandes Montañas
Carlos Octavio Sandoval Arenas
El III Festival del Buen Vivir, realizado del 29 al 31 de octubre en la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), sede Grandes Montañas (ubicada en Tequila), fue dedicado a los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero.
En la inauguración del evento, la comunidad estudiantil y académica de la Licenciatura en Gestión Intercultural para el Desarrollo (LGID) expresó su condena hacia estas violaciones a los Derechos Humanos y se sumó a la exigencia nacional de la presentación con vida de los normalistas.
La situación por la que atraviesa nuestro país es alarmante, señalaron, pues estos hechos “evidencian una fuerte descomposición de las instituciones gubernamentales.
El caso de las matanzas en Tlatlaya, Estado de México, e Iguala, Guerrero, dan cuenta del grado de corrupción al interior de los organismos encargados de la seguridad en la república Mexicana”.
El Festival del Buen Vivir no podía llevarse a cabo sin estas reflexiones, toda vez que “el concepto mismo de ‘buen vivir’ no tiene sentido frente a este tipo de violaciones a los Derechos Humanos”, coincidieron los participantes.
“El buen vivir comienza con la posibilidad de salir de casa, recibir educación y tener la certeza de regresar. No se puede hablar de ‘buen vivir’ cuando los estudiantes no saben si van a volver, cuando los jóvenes desconfían y tienen miedo de aquellos que supuestamente están encargados de protegerlos. Este concepto suena vacío cuando se tiene miedo de expresar una opinión o de exigir un derecho.”
Durante el festival también se llevó a cabo una mesa de discusión para analizar la situación del país. Los jóvenes dejaron claro que “no se debe hacer caso a la campaña de desprestigio que los medios de comunicación han impulsado en contra de los normalistas de Ayotzinapa”.
Para los estudiantes de la LGID, los normalistas no son vándalos ni delincuentes, pues, argumentaron, “son pobres al igual que nosotros, son campesinos”.
Se habló también de la responsabilidad del Estado en los hechos, pues los normalistas fueron asesinados directamente por policías y los 43 desaparecidos fueron levantados en vehículos oficiales.
Finalmente, reflexionaron sobre el papel del pensamiento crítico en la formación y en la vida universitarias. Concluyeron que en el momento histórico que vive México, la academia no puede quedarse callada ante hechos que alejan a la sociedad, cada vez más, del “buen vivir”.