En octubre de 2014 el Centro de Salud pidió apoyo a la Brigada Universitaria en Servicio Social (BUSS) para la Segunda Campaña Nacional de Salud.
En esta ocasión apoyé al Centro de Salud de Tlaltetela en la aplicación de vacunas, para ello asistimos a diferentes comunidades que pertenecen a dicho municipio. Todo empezó una mañana que nos tocó ir a la comunidad Buena Vista, llegamos al Centro de Salud a las ocho de la mañana para partir, ya que está un poco retirada y teníamos que pasar a dos comunidades más.
En la primera comunidad hicimos una parada para aplicar vacunas a los niños, completamos esquemas de vacunación y dimos desparasitantes.
Lo mejor de todo fue que en agradecimiento nos dieron un elote hervido, pues era temporada. Pasamos a la siguiente comunidad llamada La Represa, en donde se aplicaron gotas de vitaminas, vacunas y desparasitantes; ahí nos esperaron con comida y tortillas hechas a mano, que degustamos después de terminar nuestro trabajo.
Al finalizar la breve estancia nos regalaron elotes asados y ni como decir que no, ya que la gente de las comunidades se ofende si alguien no acepta lo que ellos dan.
Teníamos mucha hambre y quedamos muy llenos con la comida y con el segundo elote que nos comimos. Llegamos a la comunidad de Buena Vista como al medio día, ahí hay muchos niños, por lo cual acudimos a las escuelas; estábamos pasando a los salones cuando un niño al vernos llegar todos de blanco y con termos corrió al monte para no ser vacunado, corrió tan rápido que por más que lo buscaron sus compañeros no lo encontraron, lo más chistoso es que el niño era de 4º grado y ni siquiera le tocaba la vacuna, ya que sólo era para infantes de seis y 12 años, y para las niñas de quinto grado.
Después de todo este rato de tratar de encontrar al niño, nos invitaron a comer, ya que en cada comunidad se organizan para atendernos después de haber realizado nuestro trabajo.
Comimos gorditas con salsa, frijoles, queso, agua de limón, elotes y para finalizar un tamal de elote. Acabamos tan llenos que creímos que no comeríamos en dos días.
En las tres ocasiones que participé apoyando al Centro de Salud me he dado cuenta que para salir a comunidad uno debe tener buen estómago para comer lo que la gente nos ofrece.
Pero lo más chistoso es que jamás me había tocado ver que un niño corriera y se escondiera en el monte al vernos llegar.
Jéssica Cruz Hernández
Facultad de Enfermería
Región Orizaba-Córdoba