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la cualidad poética de la vida, alejarnos de la abstracción
de las cosas materiales, ser solidarios con el otro y olvidarnos
del individualismo, recomendó Edgar Morin, considerado
uno de los pensadores contemporáneos más importantes,
al ofrecer el 16 de enero la conferencia Desarrollo humano sostenible.
Morin, quien se define como un omnívoro cultural
dijo en la teleconferencia transmitida desde la Universidad de Guadalajara,
que es necesaria una nueva política de civilización
con ideas renovadas en torno a la calidad de vida, que no se reduzca
al valor de las cosas utilitarias o las posesiones, y tienda hacia
los aspectos que dan calidad, elementos elevados como
la poesía.
Para este pensador francés, apasionado de la literatura,
la música y el cine, la globalización de la civilización
occidental ha traído consigo rasgos fundamentales, virtudes
y defectos que la definen: individualismo exacerbado entre los seres
humanos, gran desarrollo tecnológico, capitalista e industrial,
y una persona que se desarrolló en condiciones de destrucción
y pérdida de la solidaridad entre connacionales, familia
y pueblo. Se crean muchas soledades en pos de un fenómeno
de atomización social. Lo negativo del individualismo lo
vemos reflejado en el consumo generalizado de tranquilizantes y
estimulantes, la multiplicación de enfermedades sociopsicosomáticas
como el cansancio permanente, y no hay remedio debido a las pobres
condiciones de vida en que todos cohabitamos.
Al referirse a la ciencia, dijo que lo que en un principio ofrecía
sólo condiciones benéficas, se ha convertido en un
factor ambivalente que pone en riesgo la vida del hombre con su
amenaza nuclear y manipulación genética. Hoy
hay un modo de pensar determinista que aplica iguales leyes a los
humanos y a las máquinas. La industria produce en serie y
a costa de la degradación del ambiente. El progreso trae
el malestar del bienestar.
Habló también del sueño de opio que predominó
hacia la década de los sesenta en California (EU), y luego
se extendió por doquier. Ahí, los protagonistas eran
automóviles de lujo, camas confortables, los televisores
y sus espectáculos impresionantes, pero ese sueño
se desvaneció como vino, dejando una insatisfacción
en la juventud, un mal hondo que acarreó un subdesarrollo
mental y ético, al que denomina como el de los desarrollados.
El autor de La complejidad humana dijo que actualmente ve al planeta
como una nave espacial donde la ciencia, la tecnología, la
industria y la economía son los motores, pero no tiene piloto
ni política de civilización, y agregó que no
basta ver los defectos de la civilización sino luchar contra
los destrozos que ha causado. Debemos rescatar las cualidades
y sabiduría de las culturas, no convertir nuestro transitar
por el planeta en un proceso ciego. |