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Veracruz,
un estado por el que atraviesan más de 40 ríos –el
35 por ciento de las aguas superficiales del país–,
es también la entidad que arroja más descargas de
aguas negras a las afluentes naturales y sólo el 5 por ciento
es procesada, lo que ha provocado que siete de cada diez cuencas
veracruzanas se encuentren “altamente contaminadas”,
según reportes de la Secretaría de Medio Ambiente
y Recursos Naturales (SEMARNAT).
Para resolver este problema, estudiantes de Ingeniería Ambiental
de la Universidad Veracruzana adaptaron para Veracruz un sistema
ecológico de tratamiento de aguas residuales, mismo que aprovecha
la capacidad natural que tienen ciertas plantas acuáticas
para transformar contaminantes orgánicos e inorgánicos
–como metales pesados y nitrógeno– en compuestos
inocuos para el ser humano y el medio ambiente.
A este sistema, que mediante procesos biológicos limpia o
restaura in situ ambientes contaminados (tanto en aguas superficiales
como en suelos, sedimentos, agua y aire), se le conoce como fitorremediación,
y es considerado hoy en día como una tecnología biológica
alternativa.
Aunque no es la primera vez que se utiliza, el mérito de
Alejandra del Carmen Gómez Gómez y Zabdiel Domínguez
Trinidad (autores del proyecto) radica en la investigación
y adaptación que hicieron de la biotecnología para
aplicarla en municipios de Veracruz, pues una de las fortalezas
de la fitorremediación es justamente la utilización
de especies propias del lugar, es decir, de la flora endémica.
Ellos, además de investigar y analizar las plantas acuáticas
(algas y macrofitas) que serían apropiadas para el tratamiento
de aguas residuales, consideraron otros aspectos fundamentales para
su operación, como los microclimas, la humedad y el tipo
de suelo, entre otras condiciones medioambientales del estado.
De acuerdo con los universitarios, estos sistemas son ideales para
los municipios pequeños –rurales y suburbanos–
de Veracruz, pues éstos generan cada vez más aguas
residuales y tienen suficientes áreas de suelos para poner
en operación plantas de este tipo, que requieren cuando menos
tres zonas de tratamiento: la primera y la última son completamente
pobladas de plantas acuáticas, y la de en medio funciona
como una laguna de tratamiento.
Explicaron que muchos de estos municipios no aprovechan sus zonas
bajas ni para la ganadería ni para la agricultura, y su rendimiento
es relativamente bajo, lo que hace factible desarrollar tecnologías
menos rápidas y más económicas (como la biorremediación
y la fitorremediación) para limpiar aguas residuales, pues
éste se está convirtiendo en un problema de graves
consecuencias.
De hecho, según la investigación y cálculos
que realizaron los estudiantes para diseñar esta propuesta,
las descargas por el uso público, urbano y doméstico
generan en el estado más de 211 mil 302 metros cúbicos
al año. “Si consideramos que Veracruz está constituido
por 22 mil 32 localidades –de acuerdo con datos del INEGI–,
de las cuales más del 90 por ciento cuenta con menos de 10
mil habitantes, nos daremos cuenta de que la cifra es ideal para
la aplicación de la fitorremediación, sobre todo si
pensamos en la enorme contaminación que hoy se genera”,
comentaron los jóvenes.
Añadieron que el volumen promedio de descarga de aguas residuales
para las poblaciones entre dos mil 500 y 10 mil habitantes es de
200 litros por habitante por día, sin embargo, subrayaron
que en Veracruz el tratamiento de agua al año 2000 no llegó
ni siquiera a los 10 litros diarios por habitante.
De hecho, hablaron de un déficit de plantas de tratamiento,
pues en el estado sólo existen 77, que no alcanzan para atender
ni el 5 por ciento del total de las descargas de una población
que va en aumento.
Más
ecológico y económico
A diferencia de otros tratamientos de aguas residuales, el sistema
propuesto por los universitarios no requiere del uso de solventes,
detergentes u otros agentes químicos para operar, pues funciona
a partir de procesos bioquímicos realizados por las plantas
y los microorganismos que viven en sus raíces que, explicaron
los estudiantes, conducen a la reducción, mineralización,
degradación, volatilización y estabilización
de los diversos tipos de contaminantes.
A esta ventaja hay que añadir la reducción del 50
por ciento de los costos de operación que se logra con el
uso de fitorremediación. Por ejemplo, para remover compuestos
orgánicos de un metro cúbico de agua residual se necesitan,
en promedio, 3.50 pesos con una planta de tratamiento de lodos activados
(el sistema más común en Veracruz), pero con fitorremediación
sólo se invierte 1.80.
Para remover de un metro cúbico de agua residual metales
pesados y otros contaminantes más peligrosos se gastan en
promedio 31 pesos con tratamientos físicos o químicos
convencionales, en cambio, para hacerlo con fitorremediación
sólo se invierten 17, lo que deja claro las ventajas económicas
de un sistema tecnológico de este tipo.
Finalmente, los estudiantes destacaron la necesidad del tratamiento
de las aguas residuales como un factor de gran importancia para
evitar la contaminación de los cuerpos de agua, no sólo
por las implicaciones económicas, ecológicas y sanitarias
de la contaminación, sino por las limitaciones que la contaminación
impone al suministro de agua limpia para el propio consumo humano. |