Mediante
la uso de un sencillo instrumento de medición –conocido
como marble, pull– estudiantes de la Facultad de Psicología
de la Universidad Veracruzana (UV) han descubierto que los niños,
tanto de zonas rurales como urbanas del estado, han ido perdiendo
la conducta de cooperación y la han sustituido por la de competencia.
El cambio, según Camilo García, asesor de los estudiantes
e investigador, se debe a que el proceso de socialización en
las familias ha cambiado radicalmente en los últimos años,
como producto del proceso de globalización, de las crisis económicas
que ha vivido el país y de la emigración masiva.
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El
profesor de Psicología de la UV, Camilo García, aseguró
los niños han llegado a desarrollar un sentido de superioridad
y otras conductas irracionales. |
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Los resultados de este experimento, realizado en 2005, han sido
comparados con estudios similares hechos por Camilo García
en 1985 y por el investigador estadounidense Millard Madsen, en
1967 y 1972, y se evidencia una notable disminución en los
niveles de cooperación en los niños, quienes tienden
más hacia la competencia.
“Las diferencias de los resultados que se observan comparando
los estudios de 1985 y los de 2005 parecen relacionarse con el proceso
de globalización, ya que es precisamente en 1985 cuando el
país entra en crisis por cuestiones económicas, mientras
que en los años noventa es cuando entra en vigor el Tratado
de Libre Comercio, y masivamente se llega a la dependencia de México
con respecto a las potencias industriales. También en ese
lapso de 20 años se ha acelerado el fenómeno de la
emigración –en la actualidad Veracruz ocupa el tercer
lugar nacional en emigración– y parece ser que la conducta
de los niños está reflejando todos esos cambios sociales
que se han dado en el país, especialmente en las últimas
dos décadas”, aseguró García.
La importancia del tema, comentó, radica en que la cooperación
es vital en toda relación humana: en las relaciones de pareja,
empleado-patrón, paciente-médico, maestro-alumno,
etcétera.
El
marble pull
Es una mesa de madera de 65 centímetros de largo, 35 de ancho
y tres de espesor. En el centro de la mesa hay una herradura con
imanes en los extremos, de tal forma que la herradura se puede mantener
unida pero también se puede separar; las dos partes de la
herradura están amarradas a dos cordones que se pueden jalar
desde los extremos de la mesa.
Se coloca la mesa y se selecciona a dos niños para interactuar.
Cada uno se ubica en el extremo de la mesa, y se les especifica
que la tarea consiste en colocar un dulce dentro de la herradura.
Si ellos llevan la herradura hacia una línea negra pintada
de cada lado de la mesa, ganan el dulce y se lo quedan, pero si
antes de llevarlo a estas líneas rompen la herradura, lo
pierden.
Un movimiento de cooperación es cuando, para evitar que la
herradura se rompa, sólo una de las personas jala la cuerda;
sin embargo, si las dos personas la jalan al mismo tiempo, la herradura
se rompe.
El
experimento 2005 y sus resultados
Los resultados de Madsen en los años sesenta y setenta fueron
que los niños mexicanos lograban quedarse con siete de cada
10 canicas –en lugar de dulces–, que se ponían
en la mesa, en contraste con los niños blancos de Estados
Unidos, que sólo podían conservar un promedio de tres
de cada 10.
La investigación realizada por Natanael Rivera Vásquez,
Anet Amanda Olivera Ventura, Natalia López García
y León Escobar Molina, coordinados y asesorados por Camilo
García, con pequeños de entre seis y siete años
de 15 escuelas –tres rurales y 12 urbanas–, en la zona
de Naolinco y Xalapa, ha arrojado resultados muy diferentes: Los
niños han conseguido, en promedio, sólo un dulce por
cada 10 oportunidades, lo que evidencia que tienen un alto sentido
de la competencia y han dejado de lado la cooperación.
“¿Por qué resulta alarmante esto? Porque la
cooperación es la base necesaria de la coexistencia de todos
los individuos, y la falta de ésta se ilustra de manera muy
sencilla en el experimento: por muy bueno y cooperativo que sea
un niño, si el otro jala con insistencia el cordón
de la herradura hacia su lado, no hay cooperación y se pierde
el dulce”, aseguró García.
Si uno piensa un poco, el experimento es muy sencillo: que los dos
niños repartan el número de dulces; si se hiciera
así, los niños se llevarían los 10 dulces,
pero no pasa eso. “Lo que vemos es que los infantes ahora
tienen un sentido de superioridad cuando jalan del cordón.
Madsen se asustaba de la conducta de los niños norteamericanos
en los años 60, al ver su bajo nivel de cooperación,
y se preguntaba: ‘¿hasta dónde hemos llegado?’.
A un nivel tan irracional. Y es que, si verdaderamente se quiere
el dulce, lo que se tiene que hacer es por lo menos ceder una vez;
pero los niños han llegado a desarrollar conductas tan irracionales
que llegan a pensar que o ellos obtienen el dulce o nadie obtiene
nada”, expuso el investigador. |