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«Quiero sentir la energía de esa tierra vibrando bajo
mis pies». Con estas palabras se expresaba el pintor y muralista
Sol Levenson (1910-2006) cada vez que hablábamos de la posibilidad
de que él viniera a Xalapa para compartirnos su vasta experiencia
profesional. Fueron casi las mismas palabras que empleó al
presentarse conmigo, en 1991, cuando tuve oportunidad de ofrecer
un concierto en Vermont, Estados Unidos, ciudad donde él
radicaba.
Sol Levenson era un artista consumado y un maestro en la pintura,
y de eso dejó muestras reiteradas tanto en los cursos que
ofreció para la Universidad Veracruzana (UV) como en los
murales que pintó para varios de sus edificios.
También era un artista y consumado maestro en el arte de
vivir. Aprovechó, admirablemente, su larga vida para desarrollar
un carácter envidiable: siempre optimista, amable, generoso,
discreto. Durante los 15 años que cultivamos una amistad
sincera, pude ver que su trato enriquecía a todos los que
teníamos acceso a él. En verdad, fueron 96 años
de noble maestría para ejercer una honda juventud acumulada.
Su formación tuvo lugar en el Colegio de Arte de Massachussets.
Llegó a ser un artista reconocido en España, en Sudamérica,
así como en varios estados de su país, donde fue prolífico
artista, ilustrador, maestro. La conciencia de esos méritos
le llevó, en 1991, a solicitar el apoyo del programa de becas
Fullbright-García Robles entre México y los Estados
Unidos. Es bien sabido que estas becas se otorgan generalmente a
jóvenes al inicio de su vida profesional, para apoyarlos
en la consolidación de sus carreras; sin embargo, Sol Levenson
la obtuvo por primera vez a los 82 años; habría de
obtenerla 2 veces más, para aplicarla precisamente en Xalapa
y para la Universidad Veracruzana.
Conocer nuestra casa de estudios y amarla fue una sola cosa para
él. Su disposición generosa, sumada al interés
manifiesto de varias administraciones universitarias, le permitió
compartir la riqueza de su experiencia con nuestros alumnos y maestros.
Impartió varios cursos tanto para la Facultad de Artes Plásticas
como para los Talleres Libres. También ofreció conferencias
y disertaciones sobre temas diversos de arte, en especial uno que
amaba y conocía hondamente: los muralistas mexicanos. Y aunque
admiraba a todos ellos, su admiración por José Clemente
Orozco no tenía límites.
La obra de sus últimos 15 años de vida estuvo inspirada
en estos grandes artistas de México. Con ese ejemplo, estudiado
y analizado a profundidad desde su óptica de profesional,
Levenson elaboró nuevos murales que han ganado el reconocimiento
y admiración de cuantos los conocen. Esas obras se encuentran
en Cali, Colombia; en varias ciudades de la Unión Americana,
y en nuestra universidad.
En el pasillo de acceso al edificio principal de Rectoría
está el mural pintado en 1994, en el que resumió su
visión sobre la Universidad Veracruzana; fue su regalo en
su 50 aniversario. De menor dimensión, pero con méritos
equiparables, el mural Obrero Crisolificado, de hondo contenido
simbólico, fue otro obsequio que el maestro dejó en
la Escuela para Estudiantes Extranjeros. También de contenido
simbólico es el mural en que Levenson nos ofrece su visión
sobre los peligros de la Internet, que podemos admirar en la sede
de los estudios de postgrado en Inteligencia Artificial.
El maestro Sol Levenson correspondió, pues, con la generosidad
de su obra artística, a la satisfacción de sentir
“la energía de nuestra tierra vibrando bajo sus pies”.
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