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La
imposición unilateral de una creencia contraviene a la naturaleza
de la fe
Juan
Carlos Plata |
“No
hay coacción en la religión” (Corán,
2, 256).1
“No penséis que he venido para traer paz a la Tierra,
no he venido para traer paz, sino espada” (La Biblia, Mateo
10:34). |
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En
el año 2004, la población total en el mundo era de 6
mil 396 millones de personas (Population Referente Bureau). En 2005,
según el World Factbook de la CIA, mil 200 millones de personas
profesaban la religión islámica. De acuerdo con un estudio
de la Universidad Hebrea de Jerusalén, la población
judía en todo el orbe era, en 2001, de 13 millones 200 mil
individuos y, según diversos cálculos, la población
católica ascendió a mil 45 millones de personas, en
el año 2000. |
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La
religión ha sido una presencia constante en todas las culturas
nacionales y nunca ha estado fuera de los procesos sociales, por
más que, durante todo el siglo XX y los inicios del XXI,
la hayan querido expulsar los filósofos, los pensadores,
los hombres de ciencia. |
Las
religiones con raíces en la tradición de Abraham están
basadas en actos de fe, de confianza, y su propuesta es una manera
de existir sustentada en un llamado al amor, la justicia y la verdad,
por lo que las expresiones de violencia inspiradas en estos códigos
de fe no son más que interpretaciones erróneas de grupos
de individuos, no de una doctrina. |
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Ante
el avasallamiento cuasi total de la sociedad occidental, prisionera
en gran medida del pensamiento neoliberal (lo cual es curioso, porque
la cultura occidental nació del diálogo entre Occidente
y los musulmanes) que en cualquiera de sus manifestaciones rechaza
dialogar con el Islam, se ha dado un enfrentamiento con Medio Oriente
y la tradición islámica.
De estos conflictos, del papel que han jugado en ellos el neoliberalismo
y el nihilismo, del clericalismo, de la “satanización”
del Islam y de la naturaleza de la fe nos habla Ramón Kuri
Camacho, destacado filósofo mexicano, investigador de la
Universidad Veracruzana y ganador del Premio Nacional de Filosofía
en 1998. |
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¿Hay
una razón fundamental por la cual existen, hoy en el mundo,
conflictos entre religiones?
En cierto sentido sí existe una razón fundamental en
el hecho abrumador de que, en los ciclos occidentales y no occidentales,
la religión ha sido una presencia constante, en todas las culturas
nacionales y en la cultura global. La religión nunca ha estado
fuera de los procesos sociales, por más que, durante todo el
siglo XX y los inicios del XXI, la hayan querido expulsar los filósofos,
los pensadores, los hombres de ciencia.
Las consecuencias derivadas de los grandes excesos del totalitarismo,
los excesos de los univocismos del lenguaje y la política –expresados
a través del marxismo, del hegelismo, del nietzscheanismo–,
y que son tentativas de generar un modo de existir, no sólo
una propuesta teórica, filosófica o conceptual, han
inspirado movimientos irresistibles, apasionados en la política,
en los jóvenes.
Hoy en día lo vemos claramente en Francia, con jóvenes
históricamente y simbólicamente incultos sobre la historia
de la Revolución Francesa, jóvenes histéricos
y desesperados, totalmente angustiados, con miedo al futuro y con
la inseguridad de un empleo, lo cual se ha vuelto un problema existencial
muy agudo que refleja a esa nación enferma que es Francia,
el país en el que se dieron los grandes pensadores contemporáneos
y que ahora está en decrepitud. |
Entonces,
¿la historia de las sociedades y su desarrollo están
íntimamente ligados a cuestiones de tipo religioso?
Las culturas que viven en el mundo globalizado del siglo XXI no pueden
sustraerse del entorno que las rodea. Los movimientos que estamos
viendo ahora –muchos inspirados en ideologías de la muerte
de Dios– quizá estén provocando que veamos el
fin de un ciclo de la larga peripecia de la muerte de Dios en el sentido
filosófico, la larga historia de la muerte de Dios, en el siglo
XXI, que se llamó univocismo, totalitarismo, marxismo, nazismo,
comunismo, esteticismo, nihilismo y también neoliberalismo
–en el sentido de que este último plantea el fin de la
historia, del Estado, de la autoridad, de la cosa pública,
y propone que todo sea mercado.
El fin de la historia sería ya no tener alternativa a la sociedad
de mercado, a la democracia de mercado y a la equidad de mercado.
Con todo esto, el hombre ya no sabe problematizar, ya no sabe cuestionar
porque ha sido devastado, y se da el fin de un compromiso con una
posibilidad diferente. |
Esto
es lo que está sucediendo en el siglo XXI y no podemos sustraernos.
Y cuando digo que tal vez estemos en el fin de un ciclo, podría
ser que sea la muerte del nihilismo que surgió de la Ilustración
y se inicie un nuevo nihilismo constructivo o activo. Pese a ello,
los mundos que pertenecen a la tradición abrahámica
–el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam– tampoco
pueden abstraerse de sus propias tradiciones y de sus propias respuestas,
y están inaugurando, al menos en el caso del Islam, una nueva
forma de ver, de confrontar o de acompañar al hombre de nuestros
tiempos. |
Los
mundos que pertenecen a la tradición abrahámica –el
judaísmo, el cristianismo y el Islam– no pueden abstraerse
de sus propias tradiciones y de sus propias respuestas, y están
inaugurando, al menos en el caso del Islam, una nueva forma de ver,
de confrontar o de acompañar al hombre de nuestros tiempos. |
En
el caso de México, que somos periferia del Occidente, estamos
viviendo un nihilismo puro, en el sentido de agravio, y el caso más
evidente es el de los medios de comunicación que, siendo una
referencia, no acompañan al mexicano en la educación
de su libertad, porque finalmente los mexicanos somos libres, pero
hay que educar esa libertad, según el pensamiento de Kant o
Spinoza.
En México, no hay una cultura sin referencia, por lo menos
implícita a una tradición que se dejó venir desde
la Biblia y el Cristianismo.
En
este sentido, ¿identificar al Islam como una propuesta violenta
es un error?
No hay que identificar al Islam como una propuesta violenta; sería
un abuso del lenguaje, un exceso y una ignorancia. Lo que ha pasado
es que una minoría violenta y con una tradición que
viene del Islam no ha podido abstraerse de convertirlo en un código
penal, pero el Islam no es eso. El Islam tiene una propuesta estética,
ética, moral, que surge de una comunidad, un pueblo y una tradición.
Mahoma es referencia de una tradición extraordinariamente rica
y sapientísima en el corazón de la tradición
abrahámica. El Islam es una religión de profecía,
de Mahoma, por eso no aceptan la tesis escandalosa del cristianismo
de que Dios se hizo hombre. |
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¿Hay
una negación sistemática de Occidente a aceptar la influencia
o la relación histórica que se tiene con el Medio Oriente?
La sociedad neoliberal –prisionera en gran medida del logos
occidental que viene de una tradición ateniense–, en
cualquiera de sus manifestaciones, rechaza dialogar con el Islam,
lo que es curioso porque Occidente nació precisamente de ese
diálogo. |
Ahora
hay un debate en la Comunidad Económica Europea para construir
la Constitución Europea, y los representantes dicen que debe
ser hecha a partir del pensamiento ateniense y del cristianismo. Pero
ahí hay un problema grandísimo, porque en Europa son
históricamente antisemitas, después de lo que pasó
con el Holocausto y las guerras mundiales que ha hecho Europa (y en
las que Estados Unidos compró esos problemas).
Ahora resulta que los estadounidenses están siendo responsables
de los problemas que ocasionaron los europeos. Hay que ir contra la
hipocresía europea. Los grandes conflictos los generaron los
alemanes, los ingleses, el nihilismo occidental y su antisemitismo,
y ahora quieren construir una Unión Europea para curarse en
salud de sus nacionalismos, pero dejando de lado cómo se formó
Europa en el diálogo extraordinariamente rico e importante
entre Grecia y el judaísmo.
En toda Europa, hay 12 millones de musulmanes; siguen siendo una minoría.
En Dinamarca, son aún más una pequeña minoría
en un país blanco, luterano, quizá no tan racista como
Alemania. Sin embargo, ahí se acaba de dar un conflicto por
unas caricaturas ofensivas para el Islam y ahí, precisamente,
se dijo que se defiende el derecho sagrado de la libertad de expresión
–que pertenece al nihilismo contemporáneo–, pero
esa libertad tiene que ver con el concepto de democracia y hay una
minoría que fue ofendida y agraviada. Entonces, si les encanta
la libertad de expresión, que vayan a Karachi, Damasco, Palestina,
Arabia Saudita o Afganistán a ponerle a Mahoma un turbante
en forma de bomba. |
No
hay que pensar que el Islam es una propuesta violenta; sería
un exceso y una ignorancia. Lo que pasa es que una minoría
violenta y con una tradición que viene del Islam no ha podido
abstraerse de convertirlo en un código penal, pero el Islam
no es eso. El Islam tiene una propuesta estética, ética,
moral, que surge de un pueblo y una tradición |
¿Qué
responsabilidad se tiene, pues, con la consabida libertad de expresión
cuando hay una minoría que está siendo agraviada?
La libertad se educa. En este caso particular, se tiene una responsabilidad
como periodista y con los derechos de esa minoría que está
en Dinamarca, pero parece que esto no todos lo entienden; de hecho,
después, de una manera ridícula y violenta, en varios
países se reprodujeron las caricaturas. |
Ésa
no es una manera de dialogar, porque, entonces, una vez más
se agudiza el problema y ponen entre la espada y la pared a los musulmanes
que quieren tener conciencia de que pertenecen a una comunidad de
fe que no es la violencia pero, al sentirse agraviados, no generan
una crítica política, social o moral de Occidente, sino
que participan en el enfrentamiento.
Los europeos dicen ahora que su historia empieza con Descartes y Kant,
y eso no es cierto. La tradición occidental que se forjó
en dura lid, en este diálogo entre Atenas y la Biblia que fue
riquísimo y que le dio significado a la historia europea, se
está negando; ahora, so pretexto de un lenguaje único
que surgió de la Ilustración, se está rechazando
este diálogo. |
Es
como si uno dijera en México que la historia empieza con Miguel
Hidalgo y con Morelos y que continúa con Juárez y la
Revolución. Es mentira, la sociedad en la que vivimos nació
en el siglo XVI con los evangelizadores enfrentados contra el mundo
prehispánico. Pero, como buenos mexicanos, creemos todos los
mitos liberales del siglo XIX y los mitos revolucionarios del XX de
que la nación se formó, en hondura y profundidad, durante
la época de Hidalgo, y estamos mitificando esto. |
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Estos
debates nos conciernen. En México, tenemos un ejemplo muy
claro: Juárez enfrentó al clericalismo, no a la fe
católica. El clericalismo es una herejía. Todo el
tema de los enfrentamientos entre San Agustín y Pelagio se
basa en que el clericalismo te hace desobligado, infantil, irresponsable,
no te hace crecer como creemos, te deja dependiendo del cura.
Las tres grandes religiones abrahámicas no pueden ser rehenes
a rajatabla de la ontología griega, porque la fe no está
ni al principio ni al final de la metafísica; es una propuesta
de fe: fides en latín es confianza, y el hombre no puede
vivir sin confianza, sin fe. El problema es que uno de los males
de nuestro tiempo es vivir en la incertidumbre: no se tiene certidumbre
de nuestra vida y de nuestra coexistencia.
¿Es
imposible la imposición de la fe?
La fe es un don, una gracia, un regalo. Por esta razón no
se puede imponer, porque contravendría a la propia naturaleza
de la fe. No puedes ir con la cimitarra y con el Islam agrediendo
seres humanos; es una contradicción absurda y aberrante.
No hay una moral musulmana, no hay una caridad cristiana, sino una
moral común que la fe sitúa en una perspectiva nueva,
en la que la caridad está ligada a la nominación de
Alá, de Yavé y de Dios, de quienes emana una dialéctica
del amor y de la justicia, que no es la justicia de los hombres
porque ésta es siempre violenta.
Ese llamado a la fe arrastra siempre una manera de vivir, de comportarse
y de existir. En la fe no sirve el esquema pregunta-respuesta, pues
una cosa es responder a una pregunta filosófica o de ciencia
–en el sentido de responder a un problema planteado–
y otra cosa es responder a un llamado –en el sentido de responder
a un modo de existir–, y la pertenencia a la comunidad musulmana
o católica pone en juego la noción de respuesta, porque
no hay esquema que pueda ser considerado universal, no es algo científico. |
La
sociedad neoliberal
–prisionera en gran medida del logos occidental que viene
de una tradición ateniense–, en cualquiera de sus manifestaciones,
rechaza dialogar con el Islam, lo que es curioso porque Occidente
nació precisamente de ese diálogo |
En
el binomio pregunta-respuesta se encuentra, en gran parte, la historia
del hombre, sobre todo occidental, porque una determinada pregunta
filosófica o planteamiento científico exige una respuesta,
en el sentido de una solución a un problema planteado, y a
esto ha correspondido una manera de existir. Es decir, a una pregunta
que formularán y tratarán de resolver Descartes o Kant
o Hegel o Spinoza corresponde una forma de existir que intentan imponer
o proponer. |
¿Es,
entonces, el fundamento filosófico del neoliberalismo el
que no ha permitido coexistir a las religiones?
Probablemente, en la actualidad. Pero no es la razón total,
porque antes de que hubiese neoliberalismo o nihilismo tampoco coexistíamos
los seres humanos. Actualmente se ha puesto de moda el multiculturalismo,
pero éste ocasiona otros problemas modernos, dado que la
pura afirmación de las culturas está provocando la
negación de otras culturas, el relativismo de ellas…
Las identidades están generando una especie de apoteosis,
una nueva forma de ideologización muy violenta porque excluye
a los demás, a pesar de que la afirmación de las identidades
fuera para reivindicar los derechos de las minorías, pero
están creando nuevos problemas, porque las convicciones se
argumentan, las identidades no, sólo se afirman. Por ejemplo,
si yo acepto el hecho de que somos seres humanos diferentes, es
correcto, es una afirmación, es real.
Parece, pues, que el multiculturalismo genera problemas muy delicados,
porque no acepta criterios. Neoliberalismo, nihilismo, multiculturalismo
son problemas que están ahora en el corazón de la
sociedad y tenemos que saber pensarlos y ver si los clásicos
pueden o no decir algo al respecto.
Somos rehenes de una sola propuesta conceptual, llámese sociedad
de mercado, equidad de mercado, democracia de mercado, ética
de mercado; somos rehenes del éxito entendido como el hecho
de ser mejor que el otro, no por una razón de ser competente,
sino por competencia que castra al otro en su dignidad de ser humano.
El punto aquí no es ser bueno, sino ser mejor, y el concepto
de virtud se pone en jaque en esta sociedad de mercado. Y es en
este escenario donde vemos a merolicos, como Miguel Ángel
Cornejo, diciendo que hay que ser excelente y ser mejor.
El ser rehén de todos estos detalles hace, entonces, casi
imposible una relación con diferentes campos religiosos;
sin embargo, también la fe religiosa se apropia y se distorsiona
cuando impone en sus ciclos lenguajes únicos, pero ése
no es el campo de la fe.
Las
religiones de las que hemos estado hablando tienen una naturaleza
basada en el amor, pero estamos viendo y viviendo interpretaciones
de la fe que se vuelven violentas. |
¿Estas
expresiones son, en sí mismas, antítesis de la fe?
Sí, eso se ha dado desde siempre. San Agustín afirma
que no es posible pensar los misterios, pero es racionalmente posible
creer en ellos, y eso siempre ha estado dentro de las religiones en
conflicto consigo mismas. Pero cuando estos detalles se convierten
en lenguajes ligados al poder político, como es el caso de
la Iglesia católica, al menos en los siglos XII, XIII y XIV,
deja de ser la institución de fe, se convierte en una institución
política y ya no tiene capacidad de entender la sociedad. |
Las
grandes religiones abrahámicas no pueden ser rehenes de la
ontología griega, porque la fe no está ni al principio
ni al final de la metafísica, es una propuesta de fe: fides
en latín es confianza, y el hombre no puede vivir sin confianza,
sin fe. El problema es que uno de los males de nuestro tiempo es
vivir en la incertidumbre |
El
diálogo entre el Occidente y el Islam ha tenido sus épocas
brutales y lenguajes totalitarios; incluso, el cristianismo generó
sus propias herejías y violencias. En cambio, el Islam no ha
tenido sus herejes. Mahoma muere en el año 632 y nadie imagina
en Occidente que se está gestando una fe nueva a la que no
le interesa el latín, ni Jesús, y que tiene su propia
lengua. Además el Islam no ha tenido su equivalente a Lutero
o a Calvino que ha tenido el cristianismo; quizá ésta
sea una de las razones del problema que el Islam plantea a Occidente
hoy en día.
Por su parte, la sociología o las ciencias políticas
son incapaces de entender y de soportar este fenómeno; sólo
quienes pensamos y hacemos teología somos un poco más
capaces de entender esto. Las ciencias sociales, en general, que sólo
hablan de entorno social, que están ligadas a la culpa de la
sociedad, a la cultura y a la historia, y que expulsaron a Abraham
y a ese pensamiento gigantesco, son incapaces de darle un soporte
teórico a estos conflictos.
Freud dice que no hay ángeles, demonios ni dioses, todo es
actividad psíquica, y para las ciencias sociales, todo es actividad
social, cultural, histórica; por tanto, el diablo se quedó
sin trabajo por bien y por arte de las ciencias sociales.
La fe del Islam o del cristianismo y el judaísmo no deben imponer
unilateralmente sus puntos de vista porque dejan de ser fe, sino que
tienen que proponer el llamado al amor, la justicia y la verdad.
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