Para
seleccionar este portafolio de objetos de conservación, como
le llaman técnicamente, los científicos tomaron en cuenta
las que no existen en ningún otro lugar del mundo (endémicas)
y las que enfrentan numerosas presiones en sus ecosistemas, entre
ellas el cambio de uso del suelo, la expansión de la frontera
agrícola y ganadera, el saqueo y tráfico, el desarrollo
urbano no planificado, la contaminación del agua por descargas
residuales y el cambio climático.
Expertos de esta casa de estudios, junto con otros del Instituto de
Ecología, Pronatura AC y otras instancias estatales, federales
e internacionales, participaron en el primer taller de Planeación
Ecorregional que se llevó a cabo en la USBI de la UV, en Xalapa,
como el primer paso de esta iniciativa, en la que definieron antes
que nada las prioridades para la conservación.
Este listado colectivo será la base para orientar los esfuerzos
económicos, logísticos y científicos de instituciones
educativas, dependencias de gobierno y organismos sociales, pero sobre
todo busca incluir estas prioridades de conservación en las
agendas ambientales de los estados a partir de 2006 y del nuevo gobierno
federal. Imposible
conservarlo todo
Al abrir los trabajos del taller de planeación, Ignacio March,
representante de la organización internacional The Nature
Conservancy, dejó claro que los recursos son insuficientes
para conservarlo todo: “A estas alturas, lo que necesitamos
es elegir entre todas las especies valiosas e, incluso, entre las
que ya corren algún tipo de riesgo, las que estén
gravemente amenazadas o las que se encuentren en etapa crítica”.
Y es que según dijo, la conservación lleva implícita
una gran cantidad de recursos económicos y humanos, que depende
en parte del valor del suelo en los ecosistemas: “En algunos
sitios del norte, por ejemplo, es menos complejo porque no hay grandes
presiones, pero en la ecorregión del Golfo, la conservación
de la naturaleza tiene que competir contra la expansión urbana,
agrícola y ganadera”.
Con los planes ecorregionales, explicó, se busca determinar
la parte prioritaria y representativa de la biodiversidad de una
región ecológicamente delimitada (y no política),
utilizando rigurosas bases científicas, la mejor información
disponible, estándares sólidos, la consulta de expertos
regionales y el uso de una serie de herramientas para generar estrategias
de conservación de alto desempeño: “Ahora buscaremos
que el nuevo gobierno federal y los estatales incluyan estas prioridades
de conservación en las agendas ambientales”, comentó.
Acciones urgentes
Más allá del alcance ambiental de la iniciativa y
de la posibilidad que brinda de trabajar en colectivo por la conservación
ecorregional, es la urgencia de poner en marcha programas de preservación
de especies. De hecho, hay algunas de las que ya se sospecha su
desaparición, como lo hizo notar Mario Vázquez Torres,
especialista en Botánica y reputado científico de
la UV.
“De las 394 especies de plantas con flor que analizamos, 20
se encuentran en estado crítico y dos de ellas están
probablemente extintas. Si no las rescatamos ahora, las empezaremos
a perder en el corto plazo, probablemente en cinco años”,
alertó Vázquez Torres, uno de los pilares de la investigación
y conservación de cycadas en México, quien añadió
que “la desaparición de una sola población de
esas especies en un solo ecosistema podría interferir y afectar
al resto de los que ahí habitan”.
Por otro lado, señaló que este ejercicio puso en evidencia
los vacíos de información que existen en los inventarios
y bases de datos oficiales, así como en el conocimiento que
se genera en torno a las especies: “Casi no sabemos nada de
las especies, de cuántos individuos hay, de sus interacciones,
de su aportación al medio; hace falta mucho más conocimiento”,
agregó el investigador, quien ha descubierto ya varias especies
de cycadas en México, una de las cuales lleva su nombre.
Cambio
de uso del suelo, principal amenaza
Anthony Challenger, asesor de la Secretaría de Medio Ambiente
y Recursos Naturales (SEMARNAT), dijo que el cambio de uso del suelo
es una de las principales amenazas para la conservación de
especies, pues muchas de las áreas naturales que resguardaban
biodiversidad han sido convertidas en terrenos urbanos, agrícolas
o ganaderos, y esa tendencia continúa.
“La ecorregión Golfo-Norte mide 10.5 millones de hectáreas,
pero casi la mitad ha sido convertida para diferentes usos de suelo,
y sólo el 15 por ciento de la vegetación original
sobrevive. Quizá el ejemplo más claro es el de las
selvas húmedas, ya que de los 3 millones de hectáreas
que había, hoy existen alrededor de 26 mil, menos del uno
por ciento”.
Propuesta
colectiva
Jorge Uribe y Alberto Contreras, de Pronatura Noreste, señalaron
también que a través de este ejercicio estarán
en posibilidad de tener argumentos para gestionar recursos y trabajar
programas de conservación en estos sitios, a partir de compendios
cartográficos, mapas que permitan ubicarlos y apoyar y proveer
insumos para insertar los resultados en las agendas de gobierno.
De hecho, recordaron que éste es el primero de una serie
de talleres que buscarán perfeccionar esta propuesta en 2006.
Como anfitrión del encuentro, Ernesto Rodríguez Luna,
director del área Biológico-Agropecuaria de la UV,
exaltó el esfuerzo colectivo que representó este encuentro
y agradeció su apoyo a los participantes provenientes de
las instituciones que fueron ejes de este primer taller: el Instituto
de Ecología AC, la asociación civil Pronatura, las
universidades autónomas de Nuevo León y de Tamaulipas,
la asociación internacional The Nature Conservancy y la SEMARNAT,
así como los institutos de Investigaciones Biológicas,
Neuroetología, y de distintas Facultades de la UV.
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Especies
en peligro inminente
38 especies de insectos, 10 de mamíferos, 14 de anfibios,
25 de reptiles, 17 de peces dulceacuícolas, 30 de aves, 27
de plantas de semilla, 11 de helechos y 63 de hongos son las que
se encuentran en peligro inminente, debido a diversas actividades
como: cambio de uso del suelo; expansión de la frontera agrícola;
desarrollo urbano no planificado; contaminación del agua
(descargas residuales); expansión ganadera; cambio climático;
construcción y operación de presas; ecoturismo mal
administrado; exploración, perforación y operación
petrolera; prácticas forestales mal administradas; trabajos
de investigación con falta de ética; saqueo y tráfico
de especies maderables; actividades mineras; presencia de especies
exóticas; Mal manejo del fuego, entre otras. |
Poblaciones
de algunos animales podrían desaparecer si no se toman acciones
para su conservación. |