Enero 2003 , Nueva época No. 61 Xalapa • Veracruz • México
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¿Qué hace un antropólogo?
Erika Beatriz Carrillo Rodríguez /
Alumna del tercer semestre de la licenciatura en Antropología de la UV

 
Este trabajo fue merecedor del primer lugar, categoría Ensayo Humanístico “Librado Basilio”, en el IV Premio al Estudiante Universitario, convocado por la uv y entregado en el marco de la filu 2002.

I. Introducción
“¿Qué hace un antropólogo?”, me preguntó mi compañero de asiento en un ado. “Qué hace un antropólogo”, pensé en voz alta como para darme tiempo de idear una frase convincente para mi acompañante, que nada estaba relacionado con las ciencias sociales: “Un antropólogo estudia al hombre y a su cultura”, dije esperando que la ambigüedad de mi respuesta lo hiciera creer que todo estaba sobreentendido ahí, que no había que preguntar nada más. Sin embargo, para mi sorpresa, el hombre del asiento 31 continuó: “Mmm, pero en sí ¿qué hacen?, ¿cómo estudian al hombre y su cultura?”. De no haber tenido respaldo del asiento, me hubiera ido para atrás.
Sinceramente, no recuerdo cuál fue mi respuesta, sólo sé que me limité a explicarle cómo se hacía un trabajo de campo y en qué lugares se puede hacer; recurrí a la imagen típica del investigador observando comunidades y ciudades tratando de resolver sus problemas. Confieso que mi explicación fue vaga, pero tan extensa que mi entrevista con el pasajero 31 creó una gran amistad que conservo hasta hoy.
El hecho es que después de esa fecha no pude dejar de preguntarme: ¿cómo explicarle a alguien qué hace un antropólogo? Entiendo perfectamente desde adentro de la disciplina en qué consiste esta labor, pero ¿cómo decirle a alguien más qué hace un antropólogo? Ojalá fuera tan sencillo como explicar qué hace un ingeniero, un electricista, un abogado, un carpintero… Pero la antropología es algo más complejo, tanto que es la más ambiciosa de las ciencias al aventurarse, literalmente, a estudiar al hombre.
El siguiente trabajo pretende llegar a esta respuesta. Busca explicar la visión general que se tiene de la antropología para después reflexionar con las ideas de maestros, alumnos y demás personas propias y ajenas a las ciencias sociales, cuál es el trabajo del antropólogo.

II. El médico cura gente… ¿y el antropólogo?
Si un médico practica la medicina, entonces un antropólogo practica la antropología; lo anterior, que parece una perogrullada, habría que analizarlo con detenimiento. El médico, sea cirujano, anestesiólogo, pediatra o ginecólogo, estará practicando la medicina con un fin: curar gente. El antropólogo, sea arqueólogo, etnólogo, antropólogo social, lingüista o antropólogo histórico, estará practicando la antropología también con un fin: producir conocimiento.
Entonces, si es tan sencillo, ¿por qué todo el mundo entiende lo que hace un médico y no lo que hace un antropólogo?
Para muestra un botón: La obra de Nigel Barley. El antropólogo inocente retrata en repetidas ocasiones los problemas que trae consigo esta desinformación sobre la labor del antropólogo. Barley relata su trabajo de campo a manera de novela etnográfica y lleva al lector a conocer desde el primer paso de su decisión, hasta el fin de su estancia en una comunidad de dowayos del Camerún.
En uno de sus tantos enfrentamientos burocráticos en la embajada donde habían de otorgarle la visa, Barley escribe:
“La principal dificultad reside aquí, igual que en otras áreas, en explicar por qué el gobierno británico considera provechoso pagar a sus súbditos jóvenes cantidades bastante importantes de dinero para que se vayan a zonas desoladas del mundo, con el supuesto cometido de estudiar pueblos que en el país son famosos por su ignorancia y atraso. ¿Cómo era posible que semejantes estudios fueran rentables? Evidentemente, había algún tipo de propósito oculto. El espionaje, la búsqueda de yacimientos minerales o el contrabando debían ser el verdadero motivo. La única esperanza que le queda a uno es hacerse pasar por un idiota inofensivo que no sabe nada de nada”.
Para hallar una respuesta a lo que hace un antropólogo, observo dos problemas principales: el primero está en la definición de la antropología, y el segundo en la problemática que presenta esta disciplina hacia dentro de sí misma.
Ralph L. Velas y Harry Hoijer escriben: “Etimoló-gicamente, la antropología se deriva de la raíz griega anthopo (hombre) y de la terminación logía (ciencia). Su significado literal es “la ciencia del hombre”. La antropología ha tratado de combinar en una sola disciplina los enfoques de las ciencias biológicas y las sociales. Sus problemas se centran, por un lado, en el hombre como miembro del reino animal; por otro, en el comportamiento del hombre como miembro de una sociedad”.
Para Marvin Harris, “la antropología es el estudio de la humanidad, de los pueblos antiguos y de sus estilos de vida”, y marca la separación entre la antropología cultural (que estudia al homo sapiens en su cultura presente y pasada), la arqueología (que por medio de los vestigios materiales estudia sociedades del pasado), la lingüística antropológica (que estudia la diversidad de lenguas habladas por los seres humanos), y por último la antropología física (que estudia biológicamente al ser humano y trata de reconstruir el curso de la evolución de la raza).
De igual forma, los esposos Ember definen a la antropología como una ciencia de hombres aventureros –y hasta podría decirse que temerarios– que conviven con los pueblos que estudian.
Por lo tanto, con ese tipo de definiciones, cómo pretendemos llegar a una respuesta concreta. Es notorio que una persona ajena por completo a las ciencias sociales encontrará “extraño” que hombres y mujeres se dediquen al estudio del hombre y su cultura, pero ¿los hombres comunes no vieron “extraño” a Cristóbal Colón por querer conocer más? ¿No vieron extraño que Comte estudiara a los seres humanos para entender cómo funciona la sociedad? ¿A Wundt con su laboratorio de la mente? ¿A Darwin con la evolución? ¿A Marx con su materialismo histórico?
La búsqueda del conocimiento es una necesidad constante en la historia del hombre; ¿por qué habría de verse “extraño” que un antropólogo estudie los funcionamientos y las características de su sociedad y de otros grupos diferentes? Dirán, seguramente, como le pasó al buen antropólogo inocente: “¿Para qué sirve?”.
Tal parece que el sistema en el que vivimos inmersos nos ha enseñado que el progreso y la acumulación material son los únicos elementos para una vida próspera. Por ello, las ciencias administrativas, la economía, la política y las ciencias como la física, la química, la medicina, la informática y las telecomunicaciones, son el non plus ultra del nuevo milenio. Las ciencias sociales no son rentables, las investigaciones no hacen ganar dinero. Hay que vender, satisfacer a la población con productos y llenarlos de mercadotecnia, clonarnos, descubrir el genoma humano, usar celular, usar transgénicos, comprar tiempos compartidos en el Caribe o ya de perdis en Acapulco, tener una casa con jardín, un perro y una camioneta y gastar y gastar y gastar. Así se debe vivir. Si tu proyecto no lleva esa línea, no sirve.
Afortunada o desafortunadamente, la antropología en lugar de seguir por esa línea, la observa un escalón más arriba; la crItica y la analiza. Y todo el que se mueve, no sale en la foto.
En cuanto a la problemática que presenta la antropología hacia adentro de sí misma, encontramos que a lo largo de los años, antropólogos y antropólogas han dedicado esfuerzos para subdividir la disciplina cada vez en ramas más particulares. Tenemos ahora antropología social, antropología lingüística, lingüística histórica, etnolin-güística, sociolingüística, etnología, antropología histórica, etnohistoria, arqueología, arqueoastronomía, antropología urbana, arqueología subacuática, etcétera.
Todas estas divisiones y subdivisiones, lejos de acercarnos al corazón de la antropología, nos alejan. Joseph R. Lloberá, en su obra Hacia una historia de las ciencias sociales, plantea que la favorización de la investigación especializada –a menudo fijado con el doctorado– exige del antropólogo más atención hacia otras ciencias que hacia otras ramas que forman parte de la misma antropología.
En este sentido, el antropólogo económico, por ejemplo, tendrá más aspectos en común con el economista que con el antropólogo político. Y si a esto le agregamos que cada antropólogo sigue diferentes corrientes de pensamiento, como el funcionalismo, los enfoques psicológicos, el difusionismo, el estructuralismo, el culturalismo, la ecología cultural, la etnociencia, etcétera, entonces ¿qué es lo que tienen en común los antropólogos? La respuesta es que desde el surgimiento de la antropología como un campo sistemático de investigación, a fines del siglo xix, los temas que han interesado a los antropólogos pueden resumirse en dos grandes interrogantes relacionadas: 1) ¿Cómo funcionan los diferentes sistemas culturales? y 2) ¿Cómo en su inmensa variedad, estos sistemas culturales llegaron a ser lo que son? Nótese que las preguntas están orientadas a las diferencias tanto en espacio como en tiempo de las culturas (David Kaplan y Robert Manners). Si todas las culturas fueran iguales probablemente la antropología no sería necesaria.
Marvin Harris explica asimismo que la antropología se diferencia de las otras ciencias por su carácter global y comparativo, y escribe: “Para el antropólogo, el único modo de alcanzar un conocimiento profundo de la humanidad consiste en estudiar tanto las tierras lejanas como las próximas, tanto las épocas remotas como las actuales. Y adoptando esta visión amplia de la experiencia humana, quizá logremos arrancarnos las anteojeras que nos imponen nuestros propios estilos de vida para vernos nosotros mismos como realmente somos”.

III. ¿Qué hace un antropólogo? (Sección de entrevistas)
Estos dos problemas, la definición de la antropología y la problemática de la ciencia hacia dentro de sí misma, son dos factores que complican la explicación de lo que hace un antropólogo. Por ello, no resulta extraño encontrar estas respuestas en personas ajenas a las ciencias sociales, al formular la pregunta: ¿qué hace un antropólogo?
Leticia Rodríguez (ama de casa): “El antropólogo es una persona que tiene un campo muy grande para desarrollarse; sé que hay diferentes ramas y cada una se encamina a un objetivo. Sin embargo, para mí la antropología es algo que no tiene fin, porque cuando llegas a un punto, éste se conecta con otro y con otro y otro. Entonces un antropólogo puede hacer lo que se le dé la gana, porque es una cosa muy amplia.”
Guadalupe Lozano (empleada doméstica): “Un antropólogo… mm… ¿qué no es como el dentista?”
Óscar Carrillo (estudiante de preparatoria): “Hace investigaciones sobre la gente, estudia su cultura y su forma de relacionarse con otros.”
Juan Domínguez (encargado de la tienda de abarrotes La Valenciana): “Es el que descubre dinosaurios, ¿no?”
Conclusión: La labor del antropólogo es amplísima, va desde la práctica de la odontología, combinándose con el trabajo del sociólogo y hasta del paleontólogo.
Por su parte, estudiantes de antropología tienen las siguientes ideas sobre la labor de un antropólogo:
Alfonso Chamorro (estudiante de antropología AB): “Se dedica a estudiar al hombre en sociedad y da respuestas de cómo eres tú como individuo pero siempre desde una perspectiva social. Así que desde ese punto de vista, estudia el por qué de las relaciones y de alguna manera se condiciona su conocimiento a que seas capaz de prever cosas que pasarán en la sociedad, pero eso es una perspectiva cultural o por asociarte con la ciencia para darle más velocidad a la antropología.”
Alberto Córdova (estudiante de antropología histórica): “El antropólogo es alguien que anda vagabundeando por ahí, percatándose de esquizofrenias colectivas para tratar de evocar su misma realidad ante el mundo.”
Jenny Contreras (estudiante de antropología social): “Trata de conocer la problemática existente en la sociedad desde sus niveles más pequeños (la colonia, el barrio, el rancho, etcétera), hasta los más grandes, y trata de proponer soluciones o alternativas a partir del contacto con la gente. No es llegar e involucrarse, sino llegar e intercambiar para llegar a mejores soluciones o alternativas, todo esto a partir de un conocimiento antropológico”.
Conclusión: La labor del antropólogo es ser clarividente y vagabundear, estudiar las esquizofrenias colectivas del hombre, para así conocer su problemática e involucrarse con ella para llegar a soluciones o alternativas.
Los profesionistas plantean la labor del antropólogo según el área en el que se desarrollan:
Héctor Cuevas y Robert Krueger (arqueólogos): “Un antropólogo, en el mejor de los casos y en forma ideal, estudia hacia dónde vamos, de dónde vinimos y qué estamos haciendo para entendernos mejor, para mejorar la situación y para promover un mejor futuro. Por ejemplo, en arqueología el patrimonio cultural que es rescatado y descubierto ayuda al desarrollo económico y turístico de la regiones, y si además hacemos museos y restauramos las zonas arqueológicas, estamos contribuyendo a la difusión de la cultura”
Félix Darío Báez (antropólogo social): “Trata de comprender el sentido general de la cultura en tanto al tiempo, o sea, en tanto a las historias o a la historicidad de la cultura en sí. La cultura no es tanto un marco sino una especie de vivencia; sí es una vivencia temporalizada, y por lo tanto culturalizada o mundanizada por cada individuo de manera diferente. El antropólogo trata de encontrarle sentido a todas estas formas de mundanizar las diferentes vivencias de la cultura para encontrarle sentido a la cultura”.
René Cabrera (etnólogo): “Yo admiro mucho una definición que dio Malinowski de la antropología; él decía que la antropología es la ciencia del sentido del humor, y se necesita ese humor y esa ironía para ver al hombre tal y como es, para ver al hombre civilizado y al salvaje. La ironía es lo único que nos puede salvar de la amargura, de la tristeza o de esa intención falsa que es la felicidad según el american way of life.
“En ese sentido, me parece que lo que hace el antropólogo es tratar de interpretar para su vida y para su conocimiento cualquier definición que quiera de la antropología; lástima que no todos comparten la definición que tiene Malinowski. Algunos la piensan como una ciencia aburrida y solemne, otros como una actividad folklorista, o bien como una actividad piadosa: ¡ay pobrecitos indios! No tiene nada que ver con la piedad ni con las cosas exóticas o curiosas, sino más bien con la felicidad.”
Conclusión: La labor del antropólogo consiste en estudiar hacia dónde vamos, de dónde venimos y qué estamos haciendo para entendernos mejor, para mejorar la situación y para promover un mejor futuro. Ayuda al desarrollo económico y turístico de las regiones y además hace museos y restaura las zonas arqueológicas para contribuir a la difusión de la cultura. Trata de encontrarle sentido a todas estas formas de mundanizar las diferentes vivencias de la cultura. No tiene nada que ver con la piedad ni con las cosas exóticas o curiosas, sino más bien con la felicidad.

IV. Cómo dar una respuesta convincente de qué hace un antropólogo en tres pasos fáciles
Una vez llegado a este punto, creo que es posible dar una definición de la labor del antropólogo. Para ayudarme en la explicación, he ideado el siguiente modelo:
Nivel 1. Satisfacción de necesidades básicas (alimentación, vivienda, salud):
Agronomía, ingeniería, medicina, enfermería, albañilería y otros oficios, artes culinarias, medicina tradicional, etcétera.
Nivel 2. Satisfacción de necesidades suplementarias (autos, viajes, estudios, prestigio social y político, computadora, tv, dvd, clubes deportivos):
Mercadotecnia, derecho, ingeniería industrial, comercio, relaciones internacionales, administración, turismo, comunicación, publicidad, contabilidad, ciencias políticas, etcétera.
Nivel 3. Satisfacción de necesidades de carácter mundial (avances en medicina, informática, telecomunicaciones, química física, farmacéutica, electrónica, genética):
Genética, química, física, telecomunicaciones, farmacéutica, astronomía, medicina especializada, meteorología, ingeniería electrónica, etcétera.
Nivel humanístico. O de satisfacción de necesidades espirituales (identidad, cultura, mitos, patrimonio, cultura, preguntas universales, misterios de la mente y de la raza humana, cuestionamientos sociales, literatura, sentimientos emociones, artes):
Antropología, filosofía, letras, historia, economía, pedagogía, ecología, sociología, etnología, bellas artes, etcétera.
Desde el punto de vista occidental, podríamos considerar cuatro niveles de necesidades de las sociedades urbanas. Cada nivel tiene una serie de ciencias y disciplinas que pretenden satisfacer estas necesidades. Sin embargo, hay un nivel que engloba a los tres primeros: el nivel humanístico o de satisfacción de necesidades espirituales. En este nivel se encuentra la antropología, es aquí donde habrá de encontrar su razón de ser, ya que este nivel funciona como una base para los anteriores.
¿Qué sería de un mercadólogo sin historia, sin pasado, sin identidad?, ¿qué sería de nosotros sin nuestro patrimonio cultural?, ¿sin ritos ni mitos? Imagina qué aburrida sería la vida sin diferencias culturales, un mundo de igualdad y equidad. Sin embargo, más triste sería no conocer esas diferencias, no darnos cuenta de que para sobrevivir es necesaria una identidad, una raíz, un pasado. No darnos cuenta de que hay alternativas de vida, otros sistemas económicos, otros sistemas políticos, otras formas de convivir en el mundo. Esos conocimientos son los que ha transmitido el antropólogo a través de los años.
Para eso sirve un antropólogo, para crear conocimiento. Esto es lo que hace: ayuda a satisfacer las necesidades del nivel humanístico, busca con los ojos y con el corazón en otras sociedades elementos diferentes para mostrarlos al mundo. Grita que las sociedades del planeta somos diferentes y clama por la tolerancia, porque conoce, porque no sólo tu sistema es el correcto, porque, como dice René, no sólo el american way of life trae la felicidad. El antropólogo busca en los restos materiales, en la cultura viva y en cualquier lugar donde haya huella de seres humanos para que entonces sí, señor doctor, publicista, ingeniero, deportista, comunicólogo, político, contador, etcétera, pueda usted vivir tranquilo, que nosotros nos encargaremos de mantener su nivel cubierto satisfactoriamente. (Y seguramente nosotros, los antropólogos, seremos felices).

Bibliografía
– Barley, Nigel. El antropólogo inocent.e. Anagrama, Barcelona, p. 28.
– Baels, Ralph L. y Harry Hoijer. Introducción a la antropología, Aguilar, Madrid, 1976.
– Harris, Marvin. Antropología Cultural, Alianza Editorial, Madrid, 1990.
– Ember, Marvin y Cowl Ember. Antropología Cultural, Prentice Hall, Madrid, 1997.
– Loberá, Joseph R. Hacia una historia de las ciencias sociales. Anagrama, Barcelona, 1980.
– Boas, Franz. A Boas reader. The shapping of american anthopology, University of Chicago Press, Chicago, 1974.
– Kaplan, David y Robert A. Manners. Introducción crítica a la antropología, Editorial Nueva Imagen, México, 1979.