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Participó
en una muestra colectiva, junto con seis artistas japoneses
Reconocen en Japón la obra
de Adalberto Bonilla,
discípulo de Kiyoshi Takahashi
Gina
Sotelo
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Es
notoria la influencia de la escultura japonesa en México, al
grado de que varias generaciones de artistas mexicanos han fusionado,
con excelentes resultados, el estilo de las escuelas tradicionales
con las estéticas orientales. Ejemplo de ello es el trabajo
que ha desarrollado Adalberto Bonilla, del Instituto de Artes Plásticas
de la uv, quien además fue uno de los mejores discípulos
de Kiyoshi Takahashi, escultor japonés que residió en
México durante varios años.
Del 13 de abril al 10 de mayo, Bonilla expuso, junto con Hiroshi Nakagawa,
Masafumi Hosumi, Ryuichi Yahagi, Yasumichi Abe, Nobuki Tanaka, Takayuki
Muda, Yuko Sasai, Kyoko Mikami, Shigelulu Sekiguchi e Hirotsugu Tokioka,
una serie de esculturas en pequeño formato, elaboradas en piedra
y madera, en la galería Casumi de Japón.
En la que fue su tercera visita a Japón, Bonilla tuvo oportunidad
de compartir experiencias con sus colegas nipones, lo cual valora
mucho, pues desde niño ha admirado la escuela de escultura
japonesa: La técnica de los japoneses, especialmente
en piedra, es muy depurada. Con el trabajo que llevé me sentí
muy satisfecho, ya que las opiniones que recibí acerca de mis
piezas fueron positivas. |
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Con
las influencias tanto de sus raíces prehispánicas como
de la escuela oriental, Adalberto Bonilla ha logrado crear piezas
escultóricas que han llamado la atención en Japón.
(Foto: Luis Fernando Fernández) |
Sobre la competencia que hay en el medio artístico japonés,
a diferencia de la que se da en México, Bonilla comentó
que en Oriente hay muchísimos más escultores, lo que
pudo comprobar al conocer la Universidad de Kanasawa en la
que enseñó Takahashi durante sus últimos años
de vida, una escuela de grandes dimensiones con diversos talleres
de arte, en los que se trabajan materiales y técnicas como
madera, piedra, metal, dibujo, moldes de arena y cera.
Los artistas que egresan de allí se suman a los graduados
de las universidades de arte de Tokio; de ahí que la competencia
sea mayor, dificultando la sobrevivencia como escultor: Por
lo regular, de todos los que egresan al año sólo destacan
uno o dos escultores, los demás tienen que buscar dónde
ubicarse. Aquí en México aún no vivimos ese
fenómeno, pues la producción no se da en tal cantidad
ni en tal calidad.
La fusión y el intercambio de estilos entre los escultores
japoneses y mexicanos es muy fuerte y añeja. Al respecto,
Bonilla comentó que los japoneses tienen cierto interés
sobre la escultura contemporánea del país, pero lo
que más llama su atención es la época prehispánica,
donde hay una variedad más rica: El mismo Kiyoshi Takahashi
vino a México a aprender de la escultura mexicana antigua,
sobre todo la maya, y la influencia de este arte prehispánico
que conoció y más tarde enseñó
a sus alumnos en Japón le quedó muy marcada.
Destacó el legado que dejó Takahashi en la escultura
xalapeña, pues a lo largo de 10 años (tiempo de su
residencia en México) sembró una semilla de la que
han surgido artistas reconocidos como Rafael Villar. Además,
gracias al maestro japonés existe un intercambio constante
entre creadores de la uv y escultores de aquel país oriental.
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