charlas y un exposición de publicaciones, donde participaron
la librería Gandhi Colorines, la Editorial de la Universidad
Veracruzana, el Ivec, la Escuela de Escritores de Veracruz, la Editora
de Gobierno y el Patronato Pro-uv.
En la mesa redonda El libro y la lectura intervinieron
José Luis Mar-tínez Suárez, Julio César
Martínez, Francisco Montfort Guillén, Mario Muñoz,
Juan Solís Fuentes y Adriana Menassé, quien un día
después comentó su cuento El monstruo de las
dos estaciones, que da título a su volumen de narraciones
para niños.
Posteriormente, Aída Pozos Villanue-va, del Fondo de Empresas
Universitarias de la uv; Rafael Hermida Lara, regente de la Editora
de Gobierno, y Rafael Antúnez, de la editorial Durandarte,
participaron en la mesa ¿Cómo se hace un libro?.
Aída Pozos habló sobre la dificultad que representa
la labor editorial, la cual se ha visto desvirtuada debido a los
avances tecnológicos como los programas de autoedición,
que provocan un detrimento en la calidad de la factura de las obras
impresas. Por ello, dijo que es necesaria la profesiona-lización
de quienes trabajan en el ramo editorial.
Tras retomar la idea de Borges acerca de que el libro es el instrumento
más asombroso que ha inventado el hombre, al ser una extensión
de la memoria y de la imaginación, una máquina para
inventar el mundo, Pozos comentó que para hacer libro se
requiere más que imaginación, pues es imprescindible
tener conocimientos que permitan cuidar todos los detalles en la
confección de una obra. Entre ellos mencionó la elección
del papel, el tipo de letra, la distribución de los espacios
en blanco, la detección de erratas, el diseño y cuidado
de la composición, el formato, las ilustraciones y los títulos.
Todos esos procesos inherentes a la factura de un libro son vigilados
por el editor, quien no sólo logra transformar un manuscrito
en un libro, sino que también atiende las condiciones del
mercado, la distribución y los derechos de autor; de ahí
que sea el vehículo de comunicación entre el autor
y el lector, y contribuya a la preservación del conocimiento.
Rafael Antúnez señaló que la aspiración
de todo editor es elaborar un libro digno, libre de erratas, aunque
siempre hay detalles que se escapan. La errata ahondó
ha estado presente desde los manuscritos que hacían los copistas
en Grecia y, aunque surgían quejas sobre el hecho de que
no eran fieles al texto original, la errata muchas veces no
lo altera, sino lo mejora: el libro con error denota la humanidad
del libro.
El editor cuyo oficio se ha ido perdiendo con la automatización
de los procesos editoriales aspira a hacer un libro
que conozca un lector y al mismo tiempo emprende hazañas
quizá arriesgadas, pues se aventura incluso a concretar empresas
culturales, como la que hizo José Vascon-celos con la serie
Clásicos para Todos.
Sobre sus experiencias como editor de Durandarte cuyos tirajes
son de cien ejemplares, Rafael Antúnez apuntó
que, sin perder de vista al lector, ha buscado acompañar
los libros con una propuesta gráfica sobria; afortunadamente,
en los tiempos tan difíciles por los que atraviesa la industria
editorial, la sobriedad resulta una gran virtud, concluyó.
Cabe destacar que resulta de suma importancia organizar actividades
que promuevan la lectura e impulsen el conocimiento, pues a raíz
de la preponderancia del modelo económico capitalista, cuyo
propósito es fomentar una cultura del consumismo sin sentido
(valiéndose de la publicidad avasallante), la pervivencia
de un artículo depende de su calidad y capacidad para generar
ganancias. Con tal rasero han sido medidos un deso-dorante, una
computadora, algún producto lácteo y el libro. Este
último, por ser un producto que no entraba en la canasta
básica, han querido gravarlo con el iva. Inclusive, durante
esta administración federal, el libro ha sido amenazado,
perseguido y condenado.
Así resulta que quien no lee, es más feliz. Ergo,
lo primordial es satisfacer la vanidad e intentar llenar el estómago;
de lo espiritual pueden encargarse otros, menos un buen libro que
estimule la imaginación, que dé argumentos para hacer
frente a la estulticia. Espero que, ante la moda de la guerra contra
el terrorismo, no espeten que en los buenos libros se esconde ántrax
o el sars, de ser así surgirían cuadrillas a lo Fahrenheit
451.
|