Octubre-Diciembre 2003, Nueva época No. 70-72 Xalapa • Veracruz • México
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En el Concurso Nacional de Teatro Universitario
Presenta la UV obra escrita y dirigida por alumno de la Facultad de Teatro
Gina Sotelo

En la obra de teatro La constante sospecha de un hombre el protagonista cree que su mujer lo engaña y decide matarla, pero pretende acabar con su vida frente a personas que reconozcan que tiene los motivos suficientes para hacerlo. Expone sus razones al montar en escena su historia con la ayuda de otros dos actores que resultan ser sus vecinos y, al final, la incógnita se despeja ante los ojos del público.
Autor y director, Alejandro Ricaño Rodríguez, alumno del quinto semestre de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana, cuenta que la obra nació de su propia experiencia: “yo tenía una novia y era muy celoso con ella. Toda la obra está llena de intimidades, finalmente en algo te proyectas”.
Está pensada para un público no especializado, el requisito es que se haya sentido celos o que se haya sido víctima de ellos; que haya sido o le hayan sido infiel: “cien por ciento de la población tiene estas características” dice divertido Alejandro.
Alejandro Ricaño Rodríguez, autor y director de La constante sospecha de un hombre. (Foto: César Pisil)
 

Con las actuaciones de Ricardo Bautista, Gustavo Fox, Mónica Melgosa, Jesús Rosas, Guiedana López, Jorge Ferrer y el propio Alejandro, La constante sospecha se presentó en Xalapa, en foros como el teatro J. J Herrera, Staff Arte y la propia facultad, y en el teatro Juan Ruiz de Alarcón de la ciudad de México, pues fue seleccionada para representar a la UV en el Concurso Nacional de Teatro Universitario en la categoría alumnos dirigiendo a alumnos.

A raíz de esta obra Alejandro se integró a la compañía Ficción Real, y se ha interesado en montar textos de dramaturgos universitarios mexicanos pues: “No hay que reciclar los textos que todo el mundo monta, no hay que ver quién hace mejor Romeo y Julieta, sino más bien promover la dramaturgia universitaria”.

A pesar de no haber concluido aún sus estudios, Alejandro ha ganado experiencia como director, labor en la cual todavía tiene mucho que aprender: “de repente es un conflicto ser el más pequeño de la compañía, pues dirijo a personas que evidentemente tienen más tablas que yo, pero es cuestión de llegar y decir ‘quiero dirigir una obra, no sé cómo, ayúdenme’ y entre todos la armamos”.