En
los ámbitos culturales y científicos, la aparición
de nuevos fenómenos como expresiones artísticas
y aplicaciones tecnológicas sí ha tenido cierta
repercusión en nuestro país. Sin embargo, en el
terreno educativo no se ha caminado a buen ritmo, pues si bien
los niveles de analfabetismo han descendido y el número
de escuelas se ha incrementado, ello no quiere decir que el horizonte
sea más satisfactorio que antes o que ya tengamos una sociedad
con conocimientos superiores a los impartidos en nivel básico.
La educación en general es un tema que a no pocos les interesa
por ser punto nodal del desarrollo del país; no obstante,
aún no se llevan a cabo acciones concretas encaminadas
a su mejoramiento o a su replanteamiento: la preparación
de bases profesionales para apoyar los cambios que la sociedad
exige es tema de académicos e investigadores de todo el
mundo.
Miguel Ángel Casillas Alvarado, quien actualmente realiza
una estancia de un año en el Instituto de Investigaciones
en Educación de la UV, desde que cursó la licenciatura
se interesó en el análisis y la construcción
de proyectos encaminados a conformar nuevos modelos universitarios
que sirvieran para mejorar la formación y capacitación
de los jóvenes y estimular su aprovechamiento para fines
sociales.
Desde 1980 ha sido profesor de materias relacionadas con la sociología,
la historia y la pedagogía en numerosas instituciones de
educación superior del país, y se ha desempeñado
como asesor y coordinador de cursos y programas para académicos
de nivel superior y como articulista de la Agencia Mexicana de
Noticias. Desde 1987 es profesor-investigador de la Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM-Azacapotzalco).
A
lo largo de más de 20 años ha tenido contacto con
todos los aspectos de la educación superior, por lo que
ha podido presenciar múltiples facetas de este tema, ¿cuál
es su opinión respecto a su estado actual?
La situación actual de la educación superior es
muy contradictoria. México es un país profundamente
diferenciado, tenemos zonas semejantes al nivel de vida de naciones
desarrolladas que coexisten con situaciones similares a las de
algunas ciudades de África. Esto es, la pobreza mexicana
se parece mucho a la pobreza extrema africana y sudafricana, incluso
más de lo que nos podríamos imaginar.
En cuanto a educación superior se refiere suceden cosas
semejantes.
Tenemos cosas de super primer nivel que coexisten, a veces en
la misma institución, con aspectos sumamente deteriorados.
En general, México tiene un sistema de educación
superior muy pequeño, restringido y elitista, en comparación
con todo el avance que se está dando en el mundo. El hecho
real es que México se ha quedado atrás, en él
no ha habido políticas que busquen promover y expandir
la educación superior a la velocidad que requerimos para
ponernos al ritmo de las naciones desarrolladas o por lo menos
de los países de equivalente desarrollo al de nuestro país.
Argentina, con todo y su crisis económica, tiene un sistema,
proporcionalmente a su población, más adelantado
que el nuestro. Cuba es un país muy pobre, pero tiene mayor
desarrollo en educación superior proporcionalmente. ¿Qué
quiero decir? Que México no ha atendido suficientemente
el avance de la educación superior, ya sea en términos
de incorporación de estudiantes, de expansión de
sus sistemas, de aumento de oportunidades de estudio y por supuesto
de diversificación de oportunidades.
Creo que hay un conjunto de reformas, mismo que se ha aplicado,
que no necesariamente ha dado los resultados que se esperaban,
pero observo que hay cambios muy importantes. Por supuesto, no
es lo mismo la universidad pública ahora que en los años
ochenta, pues sí ha habido importantes contribuciones pero
no son suficientes. Creo que no podemos echar las campanas al
vuelo en este caso.
¿En nada ha ayudado la creación de nuevas
universidades?
Sí han surgido nuevas instituciones, muchas de ellas se
llaman universidades aunque no sean de educación superior.
Me refiero, por ejemplo, a las universidades tecnológicas
que no ofrecen estudios universitarios, sino que brindan planes
educativos de cuarto nivel en la clasificación de la UNESCO.
Éstas no pertenecen propiamente al rubro de tercer ciclo
o de nivel universitario.
El problema es que no se han creado más universidades públicas.
Después de la Universidad Autónoma Metropolitana
en los años setenta, han sido pocas las creadas, como la
de Aguascalientes, Quintana Roo y la Pedagógica Nacional,
como si cada estado debiera tener sólo una universidad,
pues no es así, estamos mal.
Además
de que no se han creado más universidades públicas,
¿el problema pudiera ser la falta de atención gubernamental?
Es cierto que el sistema de educación superior no ha recibido
la atención social y gubernamental necesaria. Claro que
ha habido políticas e iniciativas muy loables y correctas,
como el impulso a los estudios de postgrado, rubro que ha recibido
una gran cantidad de recursos; sin embargo, las políticas
han sido como de escopetazo, es decir, se otorga una gran cantidad
de becas para estudios de postgrado, pero sin cuidar que éstos
tengan relación directa con el fortalecimiento de los cuerpos
académicos.
Pongamos un ejemplo, si yo tengo un grupo de investigación
que hace sociología de la educación superior ¿es
viable que mis profesores se vayan a estudiar un doctorado en
Filosofía, Mecánica Cuántica, Inteligencia
Artificial o Agronomía? Pues no, esto no tendría
ningún sentido cuando lo que necesitamos es fortalecer
ese grupo de investigación. Por ello digo que las políticas
de becas de postgrado han sido muy extendidas, pero no han tenido
una dirección hacia el fortalecimiento de los cuerpos académicos.
El hecho de que se vayan a estudiar los posgrados de excelencia
puede ser muy loable, porque así no cursan los posgrados
en cualquier changarro. Pero qué tal si proponemos que
además de ser de excelencia se relacionen con su área
de investigación. Ha sido muy flojo y poco medido el sistema
de regulación de becas. Se fueron por el lado formal, pero
olvidaron que los estudios tienen que relacionarse para consolidar
los objetivos institucionales.
Lo mismo ha sucedido con el programa de becas que se otorgan para
publicar. Si yo publico 40 artículos de un tema distinto
al mío, ¿estoy fortaleciendo mi grupo de investigación,
estoy contribuyendo a mi campo, o simplemente estoy presentando
artículos a lo loco?
¿Qué quiero decir con esto? Los programas de productividad,
de becas, entre otros, han estado poco orientados al fortalecimiento
de los objetivos institucionales, cuando son instrumentos que
se podrían usar para eso, son herramientas que se tienen
para incidir en el desarrollo de grupos de investigación
más definidos y para decidir dónde están
las ventajas comparativas en el ámbito nacional. Para ello,
es necesario diseñar una estrategia, cuyo fin sea enviar
a mis profesores a cursar posgrados realmente valiosos y que se
relacionen con sus temas de estudio; para ello, les brindo becas
y estímulos enfocados a los objetivos de investigación
y a sus planes de trabajo anuales y no nada más a la producción
neta.
¿La
misma situación sucede con los incentivos para los docentes?
Cuando otorgamos becas a la docencia sólo por cumplir está
mal, porque se han generado perversiones. Necesitamos otorgar
becas para los profesores que imparten muy bien sus clases y se
esfuerzan por mejorarlas continuamente, para los que de verdad
hacen un trabajo meritorio.
Poco importa que los docentes o los investigadores vengan todos
los días y se sienten en su silla para jugar, consultar
Internet o chatear. Esto en sí no tiene sentido, lo tendría
si a través de dichos medios tecnológicos realizaran
trabajo académico o discutieran temas de investigación
o artículos publicados por sus colegas.
Aunada
a la apatía mostrada por algunos docentes, ¿podría
decirse que también se bloquea a las nuevas generaciones
de académicos?
En las universidades no nos hemos dado cuenta del grave problema
que tenemos frente a las cosas que vienen en el futuro próximo.
Pensemos, por ejemplo, en esta generación de profesores
que se incorporó masivamente a la educación superior
siendo muy joven en los años sesenta, setenta y todavía
en parte de los ochenta. Esos catedráticos ya están
llegando a la edad del retiro, es decir, la planta docente se
ha envejecido.
A finales de la década de los ochenta, principios de los
noventa, hicimos una investigación sobre académicos
y descubrimos que la edad de ingreso de los profesores en el ámbito
nacional había tenido un promedio de 28 años. Ya
en 1992, esos mismos docentes tenían un promedio de edad
de poco más de 40 años. Ahora que estamos en 2003
el promedio de edad ha de estar cerca de los 50, aunque, por supuesto,
hay profesores mayores.
Pero, ¿qué vamos a hacer con ellos?, ¿se
van a jubilar? No. En la medida que las becas y los estímulos
no estén formando parte del salario no se van a jubilar,
y mientras sigan contando con el seguro médico tampoco
lo van a hacer. Yo pienso que, por ellos mismos, es importante
que se jubilen porque han trabajado suficiente. También
es benéfico para la institución, dado que necesitamos
renovar las plantas de profesores, pues de no hacerlo se vuelven
anticuadas.
¿Qué
tipo de jóvenes hay que contratar para renovar nuestras
plantas académicas?
Hay una gran masa crítica de jóvenes con maestría
y doctorado que podría encontrar un lugar. Pero primero
se debe diseñar un sistema en el que se permita y se aliente
a algunos docentes a que se retiren, que sea de forma progresiva
para que las nuevas generaciones aprendan de los viejos, que aprendan
el oficio y que se den las posibilidades de desarrollo para las
nuevas generaciones.
Por ejemplo, las universidades ya no están en condiciones
de volver a contratar personal que cuente sólo con licenciatura.
De acuerdo con los lineamientos, la Universidad Autónoma
Metropolitana acepta nuevos ingresos sólo con doctorado,
lo cual te da una economía institucional impresionante
porque entonces ya no tienes que mandar a tus profesores a formarse
y esperar dos, tres o cinco años para que tengan el doctorado.
Aunque si tú aceptas a un muchacho que esté cursando
el doctorado y demuestra que es un alumno brillante sólo
tienes que esperar dos o tres años a que termine. De esa
forma, se logra tener plantas de profesores más estables
y de un nivel más elevado, contrario a lo que pasaba en
mi generación. Yo soy de los últimos de esa generación
que nos formamos dentro de la universidad ya siendo profesores,
así obtuve mi licenciatura, maestría y doctorado.
Analizar
el tipo de académicos que deseamos nos lleva por la vertiente
estudiantil. ¿Considera que los alumnos están recibiendo
una adecuada formación, tan buena como para llevar la responsabilidad
de la educación de las siguientes generaciones?
Creo que las universidades necesitan una reforma profunda para
entender qué clase de estudiantes tenemos porque ellos
han cambiado. Ahora los jóvenes no son los mismos que los
de hace 20 o 30 años, son totalmente distintos. En ese
sentido ¿cuáles son las reformas que están
operando en la educación superior para tratar con el nuevo
tipo de alumno? No hay atención a eso, hay escasa reflexión.
Cuando los miembros de mi generación éramos estudiantes
universitarios no había ni fax. Para la mayoría
de los jóvenes actuales, la Internet es parte de sí,
además cuentan con más libertad y tienen mayor acceso
a las opciones culturales. En cambio, cuando éramos jóvenes
no había industria cultural como tal. Entonces, ¿cómo
consideramos eso para la formación?, ¿cómo
incorporamos eso a la hora de la información? Es ahí
donde están las fallas, por eso es indispensable una reforma
profunda de las instituciones de educación superior.
En la Universidad Veracruzana hay una aproximación con
la idea del Modelo Educativo Integral y Flexible, que coloca en
el centro al estudiante. Esa es la sensibilidad que se debe tener,
pero esto no sucede en otra universidad del país. Por eso,
el rector tiene razón cuando dice que ésta es la
única universidad en México que está organizando
una reforma profunda de sus estructuras educativas. No es nada
más decirlo porque sí, es una realidad que el resto
de las instituciones de educación superior públicas
no toman en cuenta esos factores, y por supuesto que urge en el
país una reforma profunda.
Para terminar con este recorrido de rasgos del sistema de educación
superior, debo mencionar que hay una enorme resistencia a transformar
los sistemas de financiamiento y de regulación del propio
desarrollo del sistema. La idea de que haya instancias que certifiquen
si tu calidad es buena o mala es algo que todavía no pasa,
es una jugada que todavía no se acepta en el sistema de
educación superior mexicano.
¿Todavía
no se acepta a pesar de que ya se cuenta con una instancia como
el Consejo para la Acreditación de la Educación
Superior?
Es que lo referente a la acreditación apenas está
desplegándose en México. La Asociación Nacional
de Universidades e Instituciones de Educación Superior
recientemente ha rechazado una iniciativa del subsecretario para
financiar de otra manera a las instancias educativas, pero ¿bajo
qué argumento se iba a bajar el financiamiento a las universidades?
En el fondo, hay una enorme resistencia a que se muevan las cosas,
porque los arreglos están tan armados que si hay cambios
se afectan los intereses y las estructuras que están anquilosadas.
Al respecto también hay que mirar a las universidades privadas.
¿Cuál es el nivel de resistencia que tienen éstas
para impedir que se evalúe lo que pasa allá adentro?
Es inverosímil el margen de arbitrariedad y de laxitud
con el que operan, y creo que eso no puede ser. En cambio, las
universidades públicas y los tecnológicos han estado
sujetos a evaluación institucional, desde sus profesores
y alumnos hasta sus finanzas y procedimientos administrativos,
entre otros. Esto quiere decir que sí han cambiado las
cosas, sí se están haciendo modificaciones, pero
lo increíble es que en las particulares no pasa nada de
eso y dan lugar a enormes fraudes económicos y culturales,
porque imagínate lo que es para un muchacho normalmente
pobre y para su familia pagar una universidad particular que sea
todo un engaño educativo.
En ese sentido, creo que por supuesto valdría mucho la
pena pensar en el nivel de resistencia de los cambios, tanto en
lo público como en lo privado, y advertir cómo la
zona más desatendida en regulación ahora es la universidad
privada. Bien que mal hay mucho más control sobre las universidades
públicas que han reducido el margen de arbitrariedad, corrupción,
dispendio y gasto excesivo, entre otros fenómenos que eran
característicos de estas instituciones.
¿Qué
es lo que actualmente realiza para coadyuvar al mejoramiento de
la educación superior?
En la Universidad Autónoma Metropolitana me dieron un año
sabático que estoy aprovechando para trabajar en la Universidad
Veracruzana. Actualmente coordino, junto con Ragueb Chaín
Revuelta, el seminario Políticas de Educación Superior,
que tiene por objeto contribuir al desarrollo de una línea
de investigación del mismo nombre. Se pretende formar a
personas interesadas en trabajar las cuestiones de educación
superior desde una perspectiva mucho más académica
y analítica.
El seminario nos permitirá comparar distintas realidades
institucionales pensemos en los sectores de la educación
superior, tecnológica, normal, las universidades públicas,
las privadas y reconocer cuáles son las iniciativas
federales que tienen por objeto el cambio de las organizaciones
universitarias, de las políticas de financiamiento, del
quehacer académico y de los procesos de evaluación.
En ese sentido, es una mirada que pretende explorar los vínculos
de las universidades o de las instituciones de educación
superior con el estado, lo cual nos va a permitir revisar los
grandes procesos contemporáneos que están en curso.
A través del seminario se pondrá en contacto a las
personas que participan en él con los ponentes que cuentan
con una vasta experiencia en el tema. Así se sentarán
las bases para la posible conformación de una red local
en Xalapa de investigadores en educación superior que,
al mismo tiempo, tenga mayores vínculos con las redes del
ámbito nacional.
También desarrollo dos proyectos de investigación:
uno sobre la regulación de la carrera académica
de la Universidad Veracruzana, y otro en el que trabajo
conjuntamente con José Luis Suárez y un grupo de
prestadores de servicio social para conformar una propuesta
de periodización de la historia de la uv que nos llevará
a ordenar una trayectoria institucional.
La idea del primer proyecto es realizar una reflexión sobre
la parte normativa y los mecanismos legales que intervienen en
la regulación del trabajo académico, así
como comparar y analizar el desarrollo de cuerpos de profesores
en la propia Universidad Veracruzana; esto es, la evolución
del profesorado de la UV, números, tendencias, ritmos de
crecimiento, grados de especialización, sin olvidar las
áreas de conocimiento y las zonas geográficas, las
cuales tienen distintas fortalezas o distintos grados de desarrollo.
Finalmente, con este proyecto se intentará revisar la evolución
del programa de estímulos y becas, buscando un análisis
crítico sobre su operación y diseño.
Hasta el momento he recopilado bastante información, con
la que elaboraré un par de artículos al respecto.
Uno será de orden científico académico que
analizará el desarrollo de la carrera académica
en la UV. El otro será un conjunto de sugerencias con la
idea de reformar y así mejorar tanto los esquemas de regulación
del trabajo académico como el propio programa de estímulos.
¿Cuál
es el procedimiento que ha seguido para desarrollar el proyecto
de historia institucional de la UV?
Me importa mucho subrayar que es una aproximación inicial
a la historia institucional. Me interesa señalarlo porque
no la conozco y quizá por eso tengo más distancia
analítica para pensar en la propia historia de la UV, pero
también la falta de conocimiento es un obstáculo
muy serio.
Es un trabajo de orden colectivo, en el que proponemos una periodización
general de la historia de la UV. Periodizar es un procedimiento
metodológico en la historia para aproximarnos al reconocimiento
de diferentes etapas que han sido relativamente homogéneas
entre sí y distinguibles de otros momentos de la vida institucional.
Proponemos, pues, una periodización para la historia de
la Universidad Veracruzana atendiendo dos consideraciones principales:
por un lado, las modificaciones de orden jurídico, es decir,
las transformaciones de la Ley Orgánica que son expresión
de cambios institucionales que están objetivados, que están
condensados en un documento de uso obligatorio para toda la comunidad:
si cambia la Ley Orgánica se transforman las reglas del
juego universitario en muchos niveles.
El segundo criterio que hemos utilizado es el desarrollo de un
conjunto de procesos universitarios, esto es, la expansión
de la matrícula, de cuerpos docentes y de trabajadores.
Los ritmos de crecimiento son indicadores de épocas diferentes;
no es lo mismo una institución que tiene una tasa de crecimiento
pequeño durante muchos años, que una institución
que vertiginosamente pasa a unas tasas de crecimiento muy grandes,
lo cual genera cambios estructurales en la vida universitaria.
El tercer elemento que utilizamos como punto de referencia para
marcar los periodos se refiere a las políticas nacionales
y, en el caso particular de Veracruz, a las políticas estatales
de educación que marcaron distintos rumbos para el desarrollo
de la UV.
¿Por
qué se pensó en esos tres elementos?
Porque los hemos probado como elementos significativos para poder
construir una periodización de la historia de una universidad.
El trabajo que tenemos más avanzado y como precedente prioritario,
aunque no el único, es Una historia de la UAM que hice
con Romualdo López Zárate y con Oscar González
Cuevas. Este libro es una propuesta de interpretación de
la historia de la Autónoma Metropolitana, para el cual
se utilizaron los criterios mencionados con el fin de elaborar
una periodización.
Con base en esta experiencia de investigación que tomó
mucho tiempo y que requirió de un rigor científico,
planeamos presentar una propuesta para publicar la historia de
la UV en un número completo de la Colección Pedagógica.
Este sería un primer acercamiento a la historia institucional
de la Veracruzana, y con ello no quiero decir que no haya trabajos
previos u otros estudios importantes sobre este tema; sin embargo,
nuestra propuesta incluye factores específicos que pretenden
abonar el camino para convencer a la propia uv de armar un equipo
que realice una historia institucional mucho más desarrollada
y completa.
Si el historial de la UV genera un debate, es muy probable que
el propio Centro de Información de la Universidad cobre
un estatus mayor y eso sería todo un éxito; además,
los documentos podrían estar bien clasificados y ordenados,
habría buenas instalaciones, y todo se conservaría
como lo que es: un verdadero tesoro que tiene la institución
sobre su propio pasado, un material invaluable para desarrollar
investigaciones.
Si me preguntaras con qué sueño, contestaría
que sueño con poder presentar ante el Consejo Nacional
de Ciencia y Tecnología un proyecto de investigación
para realizar la historia institucional de otras universidades
del país, para ello habría que integrar a más
colegas.
Me importa decir que trabajar en la historia de una institución
no es sólo por elaborar un documento de carácter
anecdótico o que sirva para resguardar la memoria, que
per se ya sería importante, sino porque la única
manera que tenemos para comprender el presente es sabiendo cómo
llegamos a él: es un hecho que no podríamos encontrar
las determinantes que nos han conducido a la situación
actual si sólo vemos el momento presente como epifenoménico,
como creado nada más por un instante. En realidad, cómo
podemos desmenuzar, describir, explicar la situación en
la que estamos: sólo recorriendo las grandes líneas
por las que ha pasado la Universidad.