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El
arte es una forma de catarsis
Valentina Sandoval expuso Piel
de sombra, escultura en cerámica
Gina
Sotelo
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En
la muestra incluyó animales fantásticos que son
considerados por la autora como individuos que portan su propia
historia.
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Piel
de sombra se inauguró en la galería nebulosa de Xalapa
y estos son sólo algunos de los cientos de pensamientos que
se hilan en un manto de 1 500 piezas de cerámica a través
del cual Valentina Sandoval exorciza sus tristes recuerdos de niña:
“no te asustes Valentina, no debo sentir miedo, tengo que hacer
algo bien, soy transparente, ¿dónde está mi mamá?,
¿por qué estoy aquí?, mi mamá sabe que
yo no puedo hacer nada bien, lo que piensas está mal, me agarró
el temblor a mí sola, escóndete, que no te vean llorar”.
Una dama erguida de hierro deja ver en su tórax una especie
de alma etérea y sobre sus hombros se encuentra el pesado y
complejo manto en el que se leen pensamientos de una Valentina que
no existe más: “son cosas que pensaban cuando era niña,
algo que ya no tengo dentro de mí. Ideas que me hicieron llorar,
que cargué a cuestas, que trabajé, tiré y que
ya no me sirven, no son parte de mi realidad”. Esta pieza de
cerámica forma parte de un gran proyecto de 25 maniquíes
que, con la participación de modelos y actores, |
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La
exposición de Valentina Sandoval es una suerte de viaje interior
al pasado de la autora. |
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cobrarán vida en una pasarela. El desfile/performance tendrá
música original compuesta por Carlos Sandoval, músico
contemporáneo que radica en Alemania.
Cuatro animales sacados de una fauna fantástica se exhibieron
también, pues Valentina Sandoval por pura diversión
dio vida a criaturas apócrifas: Pájaro ciego es un
ave que construyó su casa con espejos, para ver si así
puede ver algo; el calor artificial de su cueva de cristal atenúa
un poco la triste sensación de estar ciego.
La Araña quedó atrapada en su propia red y no hay
quien pueda acercarse a ella y rescatarla. Matamoscas mata insectos
con su cola, sin embargo su hábitat es inhóspito;
vive sobre una cama de clavos, así que no puede dejar de
hacerse daño cada vez que caza una mosca. La Tortuga cornezuelo,
a la que nadie se le acerca para darle un abrazo por temor a espinarse,
a pesar de su feroz caparazón, tiene un rostro dulce y parece
feliz.
Valentina concibe a sus mascotas de cerámica como individuos,
les pregunta de dónde vienen, qué les gusta comer
y cuáles son sus miedos. Cada uno tiene su historia y su
pasado: “empecé a hacer estas piezas como un juego,
para descansar de la monotonía. Resultaron ser dua-les, bellas
y tiernas por un lado, pero escalofriantes y sádicas por
otro”, afirma la ceramista quien, en parte, se refleja en sus
creaciones: “puedo sentir un amor incondicional por el mundo,
si se deja; no acostumbro agredir, sin embargo, puedo llegar a pensar
cosas terribles”.
La sección de animales nació para la instalación
El jardín perdido incluida en la exposición Cerámica
Veracruzana que organizó el Instituto Veracruzano de Cultura
(Ivec), integrada por 15 artis-tas. Esta exposición
visitó ya Monterrey y ahora viajará a Nueva York,
Washing-ton, Arizona, España y Holanda.
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