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Moral desliza una carga trágica en el libro Un Crack mexicano:
Alberto Onofre, pues, según sus palabras, “Onofre fue
una figura paradigmática para mí, pues a los 14 años
él estaba en el momento de mayor brillo en su carrera y la
tragedia de su lesión dos o tres días antes del mundial
en México 70 fue algo que me marcó muchísimo;
siempre he tenido esa imagen del tipo dotado, talentoso al que un
accidente de la vida le corta la posibilidad de desarrollo”.
Este libro, coeditado por la Editorial de la Universidad Veracruzana
y la editorial Ficticia, fue presentado el 5 de marzo, en
el auditorio de Radio UV, por José Luis Rivas, Alain Derbez,
Germán Martínez y el propio autor, quienes dieron
cuenta del contenido de este volumen, que es un recorrido por la
breve historia del mediocampista de las Chivas Rayadas del Guadalajara
durante los últimos años de la década de los
sesenta y con el que Agustín del Moral ejercita tres pasiones
de su vida: el futbol, el rock y la revolución.
“Hay que pensar en la relación que cualquier persona
entabla con el futbol y en el grado de identificación que
puede existir entre alguien y el futbol. Cualquier deporte es una
actividad humana en la que hay una carga de pasión muy intensa
y, en ese sentido, te puede llevar a escribir sobre futbol y sobre
cualquier deporte”, explicó del Moral.
Para el autor de Nuestra alma melancólica en conserva, el
futbol, como todo aquello con lo que nos identificamos, nos revela,
dice mucho de nosotros, de nuestro comportamiento, de nuestra manera
de vivir la vida, de identificarnos con ella, de los valores y principios
que tenemos. “En ese sentido, la frase de (el escritor francés
Albert) Camus es representativa: ‘Todo cuanto de moral humana
he aprendido, lo aprendí en una cancha de futbol’.
En este sentido se puede ver al futbol como una metáfora
de la vida. Cómo nos comportamos en una cancha revela mucho
de cómo nos comportamos en nuestra vida y podría establecer
una identificación muy estrecha entre la manera de vivir
a la altura de nuestras pasiones y de comportarnos en la vida. Muchos
tendemos, hasta cierto punto, a ver al deporte como actividad secundaria
pero creo que no lo es”, afirmó.
Alain Derbez comentó que el binomio futbol-literatura no
se ve con frecuencia, “no son muchos casos todavía y
ojalá hubiera muchos porque es otra perspectiva para hallar
nuevos lectores”.
Para Derbez, el futbol es un tema que nos ocupa a diario y que los
hacedores de la información y del quehacer cultural no habían
atendido. Algunos narradores importantes en Latinoamérica
y en Europa han tomado el futbol como pretexto, pero lo interesante
y atractivo es que ahora hay futbolistas o exfutbolistas que también
se dan cuenta de que la literatura es una opción. No hay
mucha gente crítica dentro de las canchas, pero la poca que
hay es ejemplar y eso hay que destacar. Un ejemplo es el futbolista
argentino Jorge Alberto Valdano, quien ha tenido incursiones en
la literatura.
Comentó que el futbol es un fenómeno social que, al
igual que la guerrilla; la política, cierta visión
de la realidad, debe ser un tema para la literatura: “me parece
muy atractivo que haya además perspectivas como la de este
libro, en donde el futbolista es protagónico, pero además
el espectador, el lector y el que hace del futbol parte de su vida
cotidiana”.
Para Derbez, el futbol es un arte; lo define así la capacidad
de desarrollar un momento colectivo único e irrepetible,
con el lenguaje corporal, con la preparación mental, con
la disposición para el momento, así como un solo de
saxofón.
Hay muchos momentos dentro de la historia del fútbol que
valen la pena. Tal es el caso de Alberto Onofre, quien es un gran
mito dentro de este deporte y cuya historia rescata Agustín
del Moral en su libro, el cual funciona muy bien, no sólo
porque recupera a Alberto Onofre o por la cuestión nostálgica,
sino porque es la posibilidad de leer una vez más nuestra
realidad, nuestra historia, nuestra mentalidad, y de cambiarla y
decir “yo voy a escribir esta historia”, basta ya, como
lo decía José Revueltas, “de ser contingentes”,
definidos por otros y no ser nosotros protagónicos de nuestras
circunstancias.
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