Según
Juan María Alponte, la obra del pensador francés
Edgar Morin persigue un fantasma: el hombre, mientras, a través
de ella, ensaya reconocer a qué errores lo han conducido
sus demonios y a qué verdades permanece fiel.
Para Edgar Morin es necesario modificar la ruta que han recorrido
la sociedad y el conocimiento, pues va encaminada al desastre;
vivimos el momento previo a la transformación del mundo
o a la catástrofe: “la metamorfosis se impone cuando
el sistema no es capaz de tratar sus propios problemas, y el sistema
actual no tiene esa capacidad. Todos sabemos, por ejemplo, que
la posibilidad de la paz existe, pero también sabemos que
ella es imposible”.
Según su propia opinión, Edgar Morin no es filósofo,
sociólogo, antropólogo, sino un monstruo más
terrible que eso. Su vida y obra han estado marcadas por etapas
de la historia, como la Primavera de Praga, la Segunda Guerra
Mundial y el Mayo del 68 en París, y por figuras con las
que de alguna manera ha tenido contacto: Martin Heidegger, Anatole
France, Raymond Aron, Jean Paul Sartre, Louis Althusser, Walter
Benjamin, Roland Barthes, Michel Foucault y Voltaire. De esas
legendarias generaciones, Morin –según el propio Alponte–
es un sobreviviente, física y mentalmente: “fue uno
de los primeros en vivir el cambio dialéctico de los hombres
y del mundo”.
De acuerdo con el pensamiento complejo que Morin ha promovido,
el entendimiento de la realidad movediza del mundo es un calidoscopio
donde la física y la matemática, la antropología
y la filosofía, el arte y la economía, la biología
y el amor refractan luces variopintas en todas direcciones e iluminan
el mundo y forman sus sombras. Pero también el autor de
El hombre y la muerte ha sido categórico en manifestarse
por la lucha contra la barbarie, contra los errores de los esquemas
de pensamiento, contra las falacias de la ciencia, contra “un
delirio lógico que apunta hacia la incoherencia” en
el que sufrimos una tendencia a construir mitos sobre la razón
y el progreso: “no debemos criticar a la economía,
sino su ceguera; no es el desarrollo tecnológico el que
debemos criticar, sino su uso exagerado: necesitamos la economía,
la ciencia y la tecnología pero no de la manera incontrolable
en que funcionan y con la que gobiernan al mundo”.
En la siguiente entrevista, Morin hace un recorrido por la esperanza
y la desesperanza, el conocimiento, la felicidad y la angustia,
por los peligros y maravillas de la vida moderna.
¿Es
posible que podamos integrar una tierra-patria en un mundo de
locos furiosos, como dice el escritor colombiano Fernando Vallejo?
Es una posibilidad que en este momento es imposible. Hay muchas
cosas posibles que son imposibles por razones políticas,
sociales, de lógica y algunas otras. Pero ¿dónde
se encuentra la posibilidad?, en el hecho de que el planeta hoy
es un territorio con las más inmediatas y perfectas comunicaciones
que van de un punto del globo al otro, un sistema de comunicación
como nunca hubo en el pasado. Hay también una economía
mundial, están las Naciones Unidas. Existen, digamos, los
elementos para hacer una sociedad a nivel mundial de un nuevo
tipo. Por ello, esto es posible, si los humanos toman conciencia
de su comunidad de destino y de todos los peligros que existen,
como las armas nucleares, las guerras, la economía incontrolada,
la degradación de la biosfera…
Entonces, existe la posibilidad de una tierra-patria, ¿por
qué?... Hay un pensador austriaco, Bruno Bauer, que definió
a la patria como “una comunidad de destino en el pasado y
en el presente”. Nosotros, en la Tierra, no debemos decir
más “en el pasado”, la tenemos en el presente,
es una necesidad vital para el futuro. Por esta razón existe
la posibilidad, aunque en las condiciones actuales parece imposible.
La cuestión es cómo hacerlo posible, eso es lo que
debemos considerar.
Da
la impresión de que actualmente tenemos mucha información
inútil para la vida. La noción de la transdisciplinariedad
lleva a pensar en los enciclopedistas, como Diderot, y a preguntarnos
si ésta nos obligaría a ser un poco enciclopedistas.
Enciclopedistas pero no en el sentido de adición, porque
una enciclopedia es una compilación alfabética donde
están todos los conocimientos a modo de sumatoria. El objetivo
de la transdisciplinariedad, desde el pensamiento complejo, es
organizar los conocimientos a partir de los puntos más
importantes. La cuestión no es saberlo todo, porque hay
mucha información que es de carácter secundario.
El asunto es organizar los conocimientos más trascendentales.
Pienso que la posibilidad existe, pero también que hay
un miedo, un dogma acerca de que esto no es posible. Creo que
el sentido de la palabra enciclopedia puede significar un ciclo
de interrelaciones del conocimiento. Esto es sólo un ejemplo
de esta posibilidad.
Vivimos
en un mundo donde tenemos demasiada información. ¿La
angustia del hombre es el resultado de la exagerada cantidad de
información que recibe?
Por un lado. La angustia viene también de la pérdida
del futuro, por el carácter imprevisible de éste,
pues no sabemos qué será mañana, no sabemos
qué va a ocurrir: hemos extraviado la certidumbre de un
futuro garantizado para el progreso de la historia. La pérdida
del futuro es un elemento que provoca angustia.
Usted
ha mencionado que debemos defendernos de la barbarie. En el camino
hacia la catástrofe en el que parece estar la humanidad,
¿qué es lo que puede hacer la inteligencia?
La inteligencia radica en tomar conciencia de que existe la posibilidad
de adoptar un modo de conocimiento que permita concebir el todo
en relación con las partes y las partes en relación
con el todo. La inteligencia está en no cortar los conocimientos
en pedazos, dado que éstos, por su naturaleza fragmentada,
no dejan entender algo de las realidades.
La
pregunta es porque, al revisar la historia de la humanidad, nos
damos cuenta de que no ha habido un imperio de la inteligencia,
nunca los inteligentes han sido la mayoría.
No basta la inteligencia para gobernar el mundo. Platón
tenía el sueño de que los filósofos gobernaran
el orbe, pero los filósofos son hombres con pasiones, y
la inteligencia no impide las pasiones ni los errores.
En
la sociedad existe un discurso en el que la pluralidad y la diversidad
siempre están presentes, sobre todo entre políticos,
pero, si no hemos entendido aún estos atributos de la vida,
¿quiere decir que todo ello es mera retórica?
Es retórica porque es difícil concebir la unidad
de la diversidad y la diversidad de la unidad. Los que conciben
únicamente la diversidad no entienden muy bien las realidades
humanas. De todos modos, creo que se trata de un principio: la
toma de conciencia acerca de que las diversidades –animales,
vegetales, biológicas, individuales, culturales, etcétera–
son un bien común para toda la humanidad que debe salvaguardarse,
indica una buena dirección.
Baudrillard
habla de que la cultura del mundo es mera simulación, ¿la
ilusión y el error son puntos clave en la cultura de hoy?
Para Baudrillard, todo se reduce al espectáculo, a la simulación.
Yo no estoy de acuerdo con esto, aunque siempre se ha dicho que
la vida social es un representación teatral, donde cada
quien juega un papel. Hay que discutir la concepción de
mi amigo Baudrillard.
Pienso que el error y la ilusión son hechos que tocan toda
la historia humana, que están presentes en todas las culturas,
pero también en el mundo animal, porque un animal que se
equivoca puede morir, ser presa de un predador. La cuestión
del error y la ilusión está ligada a todos los conocimientos,
no es cosa exclusiva de nuestra cultura.
En
el consumo cotidiano y exagerado de información, ¿la
sociedad es culpable de su ignorancia?
No hay culpabilidad en el sentido de que hablamos de una cosa
anónima que es la sociedad. Sin embargo, podemos decir
que la información no es conocimiento. La información
es un fragmento de conocimiento que tiene sentido cuando se relaciona
con otros pequeños fragmentos y que se puede concebir:
la organización de la información es el conocimiento.
Si nosotros tenemos una lluvia de información cada noche
en la televisión, y que no podemos olvidar, no estamos
hablando de conocimiento.
Las
expresiones culturales –como la música y la literatura–,
que son globales gracias al proceso de planetarización,
¿pudieran ser el antídoto contra el mismo?
Pienso que hay dos mundializaciones: una de homogeneización,
de dominación económica, de provecho, y otra de
ideas humanistas, de la literatura. Es verdad que hoy podemos
gozar de una literatura mundial, de la literatura de varios países
europeos, americanos, asiáticos, y pienso que la música
se comporta en forma similar, pues podemos gozar de muchas expresiones
de ella, pero también hay nuevas simbiosis musicales interesantes
como la world music. Pienso que esto es fundamental, el cosmopolitismo
de la cultura es algo muy importante.
Mucha
gente se pronuncia a favor de una ciudadanía universal,
pero se trata de una minoría. Si logramos construirla y
permanecen sectores chauvinistas, ¿existe la posibilidad
de que sigan existiendo extranjeros?
Hasta ahora no hay mucha gente que esté a favor de esta
ciudadanía. Por ejemplo, no hay muchas personas en América
Latina que se sientan ciudadanos latinoamericanos y no únicamente
mexicano o peruano. En Europa pasa lo mismo: hay una conciencia
de ciudadanía europea, pero no está bien desarrollada.
Entonces, una conciencia de pertenencia, de ciudadanía
del planeta o de la tierra-patria, no está desarrollada.
No es una cuestión de los intelectuales, hay personas que
se dedican a servir a la gente que está en la miseria,
o a ayudar en la medicina, que no son intelectuales. Se trata
de una cuestión de buena voluntad. Es necesario tomar conciencia:
estamos al principio de un proceso, pero no está bien desarrollado.
Estamos
todavía por construir una sociedad mundo, sin embargo,
ya tenemos una policía del mundo. ¿Cuál es
su opinión sobre el aparato hegemónico que representan
los Estados Unidos?
Una sociedad no puede existir por la coerción de un aparato
militar. Podemos concebir un imperio como el estadounidense sobre
el mundo, pero pienso que este imperio, hasta ahora, no tiene
la posibilidad de implantarse, porque la instauración militar
no basta. Tenemos la ilustración en Afganistán,
el ejemplo de Irak, la muestra de la implantación militar
de los israelíes en Palestina que es muy fuerte, y damos
cuenta de que eso no basta para solucionar los problemas. Entonces,
una sociedad de este tipo necesita una política para la
humanidad, no únicamente una policía.
¿Qué
es lo que pasará cuando los mitos de progreso y de ciencia
se desmoronen?
Aquí se trata de dos cosas, porque el progreso era un mito
en el sentido de que había fe en que éste era una
cosa natural, una ley de la historia, que era una necesidad histórica.
Este mito se cayó, se destruyó, pero la posibilidad
de progreso aún queda: hay posibilidad de progresar en
las sociedades, en el planeta. Lo mismo para la ciencia, existe
el mito de que va a resolver todos los problemas, es un mito:
la ciencia aporta varios tipos de conocimiento muy útiles,
pero también poderes de destrucción y de manipulación
muy peligrosos. Entonces, debemos desarrollar las cosas positivas
de la ciencia, de la técnica, y rechazar las cosas negativas.
Si
el conocimiento significa encontrar posibilidades de construir
un nuevo mundo, una nueva organización social, de encontrar
cosas que no tenemos, ¿el conocimiento también implica
la posibilidad de ser felices?
No. No basta conocer para conseguir la felicidad. La felicidad
es un estado de ánimo de una persona que encuentra condiciones
de comunión, de amistad, de amor. La inteligencia no puede
resolver todos los problemas, la inteligencia puede ayudar como
las muletas ayudan a un enfermo.
La
pregunta iba hacia la siguiente dirección: ¿entender
la complejidad abre todas las posibilidades, es decir, la complejidad
implica que todo sea posible?
No basta entender que las cosas son complejas. La cuestión
es tomar los instrumentos de conocimiento para dilucidar las cosas
complejas. Es un tipo de conocimiento que se debe desarrollar
a través de los instrumentos que explico en mis libros.
La cuestión más difícil es saber distinguir
lo posible de lo imposible. Hace dos siglos, por ejemplo, no se
pensaba en que los humanos tendrían la posibilidad de volar
por los aires, antes de la producción de los aviones. Hay
muchas cosas imposibles que se vuelven posibles a partir del desarrollo
técnico. Pero lo que es imposible es la perfección:
el mundo existe porque existe la imperfección, hay desorden,
hay limitaciones… Por tanto, el sueño de un modo perfecto
es un sueño loco, al menos para mí. Debemos vivir
con la imperfección, pero limitar los peores aspectos de
la realidad.
Hay algo muy interesante que se llama Segundo Principio de la
Termodinámica, y éste explica que hay un principio
de degradación: con el tiempo, las cosas se degradan y
eso significa que la energía, cuando toma forma calorífica,
no tiene más la posibilidad de hacer un trabajo. Este principio
muestra que hay posibilidades de regeneración, pero no
podemos eliminar todos los procesos de degradación, de
muerte, muerte de las estrellas, de los animales, de los humanos,
por supuesto. No hay probabilidad de perfección, pero hay
muchas posibilidades que nosotros no conocemos todavía.
A
través de los medios encontramos que en todo el mundo tenemos
nociones, por ejemplo, de globalización, ¿esto quiere
decir que la información se adelantó al futuro?
No, la información es más lenta que las cosas. Es
Ortega y Gasset quien dice “no sabemos lo que pasa y eso
es lo que pasa”. La realidad es una realidad de la planetarización
que empezó con la conquista de las Américas. Se
necesitaron tres siglos para entender que esto significó
un proceso de planetarización. Entonces, la información
está más atrasada que la realidad.